Luego de varios años de demoras en el avance de la causa, finalmente el ex gerente de producción de Mercedes Benz Argentina durante la dictadura, Juan Ronaldo Tasselkraut, fue sobreseído este miércoles por la jueza federal de San Martín, Alicia Vence.
Tasselkraut estaba imputado por su responsabilidad en los crímenes que sufrieron 7 trabajadores de la fábrica que Mercedes Benz tenía en la localidad de González Catán, La Matanza. Todos fueron secuestrados y llevados al centro clandestino de detención El Campito, en la guarnición militar de Campo de Mayo, y sólo uno de ellos sobrevivió: Héctor Aníbal Ratto. El resto permanece desaparecido: Fernando Omar del Contte, Alberto Gigena, Diego Núñez, Jorge Alberto Leichner Quilodran, Juan José Mosquera y Alberto Arenas.
Justamente, el testimonio de Ratto vinculó directamente a Tasselkraut con los secuestros: el ex trabajador de Mercedes Benz había sido citado a la oficina del entonces gerente y allí lo esperaban miembros de la patota. En ese momento, escuchó cuando informó a las fuerzas de seguridad el domicilio de Diego Núñez, quien era delegado y fue secuestrado a las pocas horas. Ese mismo día, Ratto también fue llevado a Campo de Mayo y liberado algunas semanas después.
Las querellas del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y de Pablo Llonto y la fiscalía solicitaron durante 7 años la declaración indagatoria de Tasselkraut, el único sobreviviente de los directivos, y recién lo lograron días atrás, cuando Vence le permitió que respondiera por escrito a las acusaciones en su contra.
Allí mencionó que “no había tenido interés alguno en entregar a Núñez” y que no había tenido “nada que ver, en su calidad de gerente de producción, con políticas empresariales ajenas a los aspectos técnicos para la producción automotriz que él debía controlar”.
A tres semanas de la declaración, Vence firmó su sobreseimiento al considerar que “no se han encontrado pruebas” sobre su responsabilidad como instigador de los secuestros.
“Estamos estudiando el fallo pero desde ya que lo vamos a apelar. Lo cierto es que hay prueba más que suficiente para que Tasselkraut sea procesado y llegue al juicio oral para que allí se dirima su responsabilidad sobre estos hechos”, señaló en diálogo con Tiempo Tomás Griffa, abogado querellante por el CELS.
Los responsables militares de estos hechos (Santiago Omar Riveros, Eugenio Guañabens Perelló, Carlos Eduardo José Somoza y Hugo Miguel Castagno, están siendo juzgados en la megacausa Campo de Mayo, actualmente en la etapa de alegatos. Sin embargo, aún resulta muy difícil avanzar sobre la responsabilidad empresarial, a pesar de la evidencia del rol de Mercedes Benz.
La empresa tenía un vínculo aceitado con la dictadura, ya que el Ejército era uno de sus mayores clientes con la compra de los camiones militares Unimog. Un mes antes de los secuestros se produjo una reunión con autoridades militares en la que directivos expresaron su malestar por la organización de los trabajadores y las exigencias que hacían.
“Muchísimos trabajadores mencionaron que la empresa aportó listas identificando quienes tenían militancia sindical y aportó los domicilios de las víctimas. Hay trabajadores que no habían actualizado su domicilio en la empresa y los militares los iban a buscar a la dirección que tenía Mercedes Benz. A Ratto, por ejemplo, lo van a buscar a la fábrica porque se había casado hacía poco y no había actualizado el domicilio en la fábrica”, agregó el abogado.
“Los trabajadores fueron secuestrados en función de la militancia sindical que habían desplegado en Mercedes Benz Argentina. De los 4000 trabajadores que tenía en esa época la empresa, los secuestros recaen sobre quienes tenían militancia sindical y esto responde en que en la época había una fuerte conflictividad entre los trabajadores y la empresa, que quería imponer peores condiciones de trabajo, y la resistencia de los trabajadores les impedía avanzar en ese sentido. Ahí es cuando se producen los secuestros y esto le permiten a Mercedes Benz Argentina avanzar como pretendía sobre las condiciones laborales”, detalló Griffa y añadió: “Después de los secuestros, en sus libros, los directivos celebraban que se había normalizado la marcha de la producción”.