El «libro de Puebla» o cómo «capitalizar el machismo», que es lo que dijo Paula Puebla en una entrevista hace un mes. Le preguntaban por María Guevara, el personaje «escort» de su novela. El trabajo de prostitución aparece así como otra cara difícil de la mentada «libertad de los cuerpos». El tema será largo y complejo de discutir, sin embargo la novela no lo tematiza, más bien lo naturaliza. Una vida en presente (17g editora) va por su tercera edición. Veamos.
La dimensión política del movimiento feminista expone sus costuras. Se podría decir que en la Argentina peronista no hay movimiento hasta que no hay, técnicamente, «internas», tensiones, vanguardias, clasismos. Paula Puebla está, diríamos, en un pliegue del debate, en esa acumulación de capas que se amontonan desde el brote del Ni Una Menos y se abrió paso con una serie de ensayos en la revista Paco, en la extinta Playboy, Crisis o Ñ. Pero ahora publica una novela cuya primera gambeta es elegante: no es la continuidad de su verba polemista (que puede ir desde el ninguneo biográfico de Vidal en el suplemento «Las 12» del diario Página/12 hasta el debate sobre la prostitución). Esta vez Paula se repliega en una novela, cuyo packaging destaca que es su «primera novela». Ergo: que sea una «primera novela» pero que a la vez sea una novela perfectamente madura nos dice más del tiempo que se tomó en escribirla que de la eximición que implicaría decir «ah, es que es mi primera novela, por eso fui tan violenta o ingenua». Sabemos que está lleno de escritores que mandaron a esconder sus primeras novelas o poemarios con la misma desesperación con que la Side borró el libro de Tato Young en 2006. Pero no. Esta novela de Paula difícilmente corra esa suerte. Es un texto perfecto, escrito para «desorientar y psicopatear», como ella misma define, un berrinche actuado.
Se sabe que en 2018 la novela de una joven mujer argentina corre el serio riesgo de transformarse en un objeto sociológico. Pero este es un libro empoderado, es decir, es un libro que no registra la lucha por el poder sino que lo ejerce desde el vamos. Revela en su contrato social básico de sexo por dinero la pena de los sementales y las pequeñas anécdotas sobre las instituciones: políticos, padres de familia casados con «el club de las mamás» y empresarios que, literalmente, no tienen dónde ponerla en doble acepción (la plata y la pija) y a los que domina cuerpo a cuerpo. Una vida en presente es también una novela argentina sobre la basura de la clase media a la que todos aman odiar (incluso desde adentro).
La vida post 2001 se explica en eso que el «inolvidable» Fariña llamó «físico» (¿se acuerdan hace unos años la cantidad de «brokers» que desaparecían o aparecían muertos en la Costanera Sur?). La historia de una chica que cobra por sexo y que desde ese «otro lado» del mostrador de la cacería brinda un catálogo de hombres, familias, oficios y negocios porque su circulación es como la del dinero en negro: entre cuatro paredes, arriba de un taxi o del auto oficial de un político. Ah, si esas paredes hablaran. Bueno, esta chica habla. Sexo, dinero y culpa. «¿Adónde está la libertad?», decía Pappo.
El libro de Puebla no es exclusivamente un libro sobre el «mundo femenino» aunque lo descuenta en sus infinitos detalles de «lo que tiene puesto», con tal precisión obsesiva que parece autoconsumirse. También es un escrito sobre la masculinidad, lo que hicieron de ella y con ella. Sobre mitos y miserias de esa masa de hombres blancos de la ciudad. ¿A quién le importan los hombres blancos? En esta era donde parece que se «tolera» una política micropolítica, resistir el ajuste al amparo de una minoría, Paula no se construye en víctima, aunque sea la historia de una vendetta (sin heroína), pero muestra ese sobrante fofo, la resina de una masculinidad que el arco político consensúa deconstruir. ¿Qué mira? La decadencia de la sexualidad opresiva para quienes la compran, la venden, la consumen, el mundo del conjunto de hombres, los soldados de la reproducción de una clase y un orden confrontados a tener plata pero no belleza. Es una novela donde el sexo es una visita higiénica. A mitad de la novela no hay nada que no nos haga decir en la acumulación: «Qué vidas de mierda». La insoportable sororidad del ser: desaparecer cuando se conoce de pe a pa de qué está hecha la ciudad, la familia y la sangre. Más que cambiar el mundo, renunciar a él. «