“¿Es posible la inclusión plena sin los recursos humanos necesarios? ¿Estamos naturalizando situaciones de violencia en la cotidianeidad escolar? ¿Estamos desprotegiendo a nuestros docentes cuyas/os alumnas/os deambulan y no saben hasta dónde llega su responsabilidad civil?”, son preguntas que lanzan directores y directoras de escuelas porteñas, en un duro comunicado dirigido a las autoridades escolares de la Ciudad de Buenos Aires.

Foto: Télam

Tras 10 meses de gobierno, hoy en día resulta muy fácil hablar de las políticas de ajuste y vaciamiento que lleva adelante el Presidente Javier Milei, pero ¿quiénes sacan a la luz las políticas de ajuste y vaciamiento que, tras 17 años de gobierno, viene implementando el macrismo en la administración porteña?

En reiteradas ocasiones, Tiempo se hizo eco de las denuncias de la comunidad educativa porteña, sobre los diferentes recortes que afectan al sector. No resulta casual que cada una de esas denuncias coincidan con datos oficiales del presupuesto, de la transferencia de recursos al sector privado y de la ejecución presupuestaria que publica el GCBA.

Cabe señalar que en 2022, Tiempo realizó un informe donde la comunidad educativa denunciaba que las escuelas porteñas colapsadas de problemáticas por falta de profesionales en orientación escolar. Los establecimientos educativos se ven desbordados de problemáticas que no son atendidas a tiempo: niños y niñas con cambios de conducta, violencia intraescolar e intrafamiliar y códigos de convivencia.

Esta vez, directoras y directores de escuelas del distrito escolar 8, difundieron un duro comunicado a la Supervisión Escolar. En el mismo, denuncian los derechos vulnerados de las y los estudiantes  “que transitan la escolaridad en aulas con climas poco propicios para los aprendizajes”, al mismo tiempo que deben “dar contención a aquellas/os docentes y auxiliares, facilitadores, APND, que son golpeados e insultados en diferentes situaciones”.

El comunicado sobre violencia escolar

El en comunicado, autoridades escolares subrayan las diferentes realidades en los contextos escolares que “presentan un incremento significativo de situaciones de violencia entre estudiantes y de ellos hacia los adultos que trabajamos en las escuelas”. Situaciones que se desprenden por el fuerte ajuste y vaciamiento de recursos humanos y materiales:

“Necesitamos contar con equipos interdisciplinarios dentro de cada escuela que trabajen con las infancias. Necesitamos docentes frente a los grupos para el trabajo en parejas pedagógicas. Equipo de itinerantes por distrito para cubrir suplencias. Necesitamos urgente atención de Psicólogos, psicopedagogos, psiquiatras, fonoaudiólogos en los Hospitales efectores. Necesitamos acompañantes que asistan de lunes a viernes, los 5 días, para la atención personalizada de las/los estudiantes que lo precisan”, reclaman.

En el mismo documento, señalan que las escuelas intentan denodadamente garantizar la plena inclusión de todas las y los estudiantes, independientemente de sus capacidades o necesidades particulares, en igualdad de condiciones. Pero aclaran que, “en el contexto actual y solas no lo estaríamos logrando”.

El resto de los recursos necesarios

En el mismo comunicado, las y los directores de escuelas porteñas de la Comuna 8, solicitan recursos materiales, como didácticos adaptados, “que favorezcan el aprendizaje de estudiantes con discapacidades sensoriales, motrices o cognitivas”. También exigen mejoras en la infraestructura escolar “para hacerla accesible a todos/as los/las estudiantes”.

Por otro lado, reclaman profundizar las jornadas de trabajo en equipo: “Necesitamos más jornadas para la reflexión sobre nuestras prácticas docentes y el trabajo colaborativo”.

Historias de vida

En un anexo del documento difundido por varios equipos de conducción de la Ciudad, se plasman casos de historias reales de estudiantes que, padecen la ausencia del Estado porteño:

“José llega a la Escuela, tarde, muy enojado, porque hoy no quería venir. Vive en un hogar (está judicializado) desde hace poco más de un año”, señalan en el informe.

“Cuando José llega al aula la seño ya se da cuenta que hoy va a ser un día difícil, por sus gestos, su tono de voz, la manera en que mira… y no se equivoca…, al rato y sin ninguna situación visible para nosotras, José estalla, comienza por tirar sus propios útiles, continúa con los de sus compañeros y luego indefectiblemente comienzan los insultos… solo atinamos a retirar a sus compañeros, los que al principio se sorprendían y ahora , a esta altura del año (porque así llegamos a septiembre) salen diciendo: -avísenos, seño, cuando podamos volver al aula”, agrega.

Según lo estipulado en el documento, la secuencia es casi calcada a la de la semana pasada. Comienza a destruir los trabajos que se encuentran en exposición en el aula y los afiches del ambiente alfabetizador que se rehicieron después que José los rompiera la última vez.

“Luego sale del aula en busca de romper carteleras, patear sillas, mesas o gradas. El riesgo a que se lastime aumenta y sabemos que no lo vamos a permitir. Su seño intenta calmarlo, hablándole en todo momento, pero sosteniéndolo para que no se haga daño físico. Son muchas las patadas que reciben las piernas de la seño, y muchas las mordidas en sus brazos… son muchos los golpes a las manos que se sumen a ayudar a tranquilizar la situación. José necesita ayuda”, termina uno de los casos que sumaron en el anexo.