Las Islas Malvinas ya llevan dos años y medio de absoluto aislamiento con el continente americano y, en especial, con Argentina. El vuelo de LATAM que salía de Santiago de Chile, continuaba en Punta Arenas y hacía escala en Río Gallegos para luego aterrizar en la base militar de Monte Apasible (Mount Pleasant), a 40 kilómetros de Puerto Argentino, se cortó con la pandemia. La crisis sanitaria también hirió de muerte otra aventura diplomática: la ruta San Pablo – Córdoba – Malvinas que comenzó a funcionar en noviembre de 2019 y fue producto del pacto que firmaron el viceministro de Asuntos Exteriores Alan Duncan y su par argentino, Carlos Foradori.
El acuerdo fue presentado en Buenos Aires durante el Foro Internacional de Inversiones que organizó el entonces presidente Mauricio Macri. El «Mini Davos» fue realizado en el CCK a mediados de septiembre de 2016. La ruta alternativa que surgió de ese pacto, dentro de un paquete de medidas que abrían la puerta para la explotación petrolífera ilegal, funcionó hasta que la pandemia cortó todas las comunicaciones aéreas. Su reanudación fue un rumor que cruzó al sector aeronáutico y diplomático desde el año pasado.
Algunos incluso se animaron a ponerle fecha. Fuentes del sector aeronáutico llegaron asegurar que sería a partir del 1 de julio. No sucederá, porque la cancillería le notificó el martes 26 de abril a la embajadora británica Kirsty Hayes, que el Gobierno decidió «discontinuar el servicio aéreo regular» entre Malvinas y Brasil «hasta tanto el Reino Unido se avenga a considerar el establecimiento de un vuelo regular directo entre el territorio continental argentino y las Islas Malvinas en aviones de línea de bandera», sostiene un documento de la Cancillería sobre la caída definitiva del último punto del pacto Foradori – Duncan que se mantuvo en pie.
El trámite anula un vuelo que sólo funcionó por cinco meses. No se reeditará en la pospandemia. «En ese contexto -dicen en el Palacio San Martín- se ha remitido una nota al Gobierno brasileño, en el marco del Acuerdo bilateral de servicios aéreos, comunicando la decisión». La mención no es menor, porque el trámite con Brasilia concluye con una ruta aceptada por el gobierno de Jair Bolsonaro que despertó sospechas en Buenos Aires respecto al flujo de pasajeros de esa ruta y la posibilidad de que fuera una vía de tránsito para personal militar y necesidades logísticas del aparato colonial.
Con la caída de los vuelos hay un tema que empeoró con el tiempo. Los trabajadores, en su mayoría chilenos, que están en las Islas y no han podido volver al continente. Para resolverlo Londres formalizó un pedido de vuelo humanitario (posiblemente de LATAM) para trasladarlos, pero Buenos Aires contestó en forma negativa. «No vamos a aceptar esos vuelos porque ofrecimos hacerlos desde el continente con Aerolíneas Argentinas y pedimos que se reanude la ruta Punta Arenas – Río Gallegos – Malvinas», confió a Tiempo una fuente de la Cancillería.
De acuerdo al escenario que manejan en el Palacio San Martín es posible que una parte de esa respuesta tenga un aspecto positivo. «Creemos que dentro de no mucho tiempo la ruta que pasa por Río Gallegos se reestablezca», explicó la fuente. Además de la negación total del vínculo con el continente que tiene la administración isleña, había otro obstáculo. «Estimamos que no querían argentinos en las Islas durante la conmemoración de los 40 años de la guerra», completó la fuente consultada para dimensionar el impacto que tiene en esa población de 2500 habitantes la conexión con Argentina, algo diametralmente opuesto a lo que sucedió antes de la guerra. La ruta de LATAM fue funcionó hasta la pandemia fue un canal clave de comunicación que también permitió a familiares y excombatientes visitar los restos de sus seres queridos en el cementerio de Darwin.
«Dentro de no mucho el vuelo que pasa por Río Gallegos se va a restablecer», apuntó otra fuente diplomática ante las consultas de Tiempo. El 1 de julio ya no es una hipótesis posible para la ruta que salía desde San Pablo, pero puede serlo para la reanudación del que partía desde Santiago de Chile.
La corta vida que tuvo la ruta Brasil – Córdoba Malvinas concluyó con un interrogante: ¿Quiénes promovieron la inminente reanudación a partir del 1° de julio? La versión circuló con fuerza en el sector aeronáutico y también en el turístico. Los caminos conducen al Foreign Office y al lobby de la embajada británica, que hasta el año pasado estuvo conducida por Mark Kent. Entre 2016 y noviembre del año pasado desarrolló una estrategia de comunicación pública concentrada en mostrar cercanía con su país de destino y desmalvinizar por completo el vínculo bilateral.
Durante su gestión como embajador se selló el pacto Foradori – Duncan, posiblemente el logro más importante que obtuvo el gobierno británico desde la época de Carlos Menem. Tan presto estuvo Kent para propiciar la negociación, que abrió la cava de vinos que la embajada tiene en el sótano. El dato se conoce ahora que Kent ya pasó a retiro y fue ventilado por Duncan en su libro de memorias «En el fondo: los diarios privados de un ministro». El libro repasa sus 27 años como parlamentario y luego alto funcionario. Su último destino en un gobierno conservador fue viceministro del Foreing Office durante el gobierno de Theresa May y le tocó medirse con los funcionarios que Mauricio Macri destinó a descongelar la relación con Inglaterra respecto al conflicto por las Islas Malvinas. En su obra le sacude a todos los políticos británicos que tuvo cerca, los ridiculiza y descalifica con datos privados que hasta entonces eran desconocidos.
En uno de los capítulos contó que le tocó viajar a Buenos Aires con dos misiones: «asegurar concesiones comerciales y acceso aéreo para las Falklands». Ambas forman parte del acuerdo que firmó con su par argentino, porque incluyó la posibilidad de explotación hidrocarburífera ilegal y el vuelo San Pablo – Córdoba – Malvinas. Fiel a su estilo, Duncan contó los detalles casi siete años después. En el libro reveló que la firma del texto se negoció en la cava de vinos de la embajada y que en la medida que bebían las botellas de merlot que tapizaban las paredes Foradori aflojaba sus posiciones. «Estaba tan borracho», escribió Duncan sobre su par argentino, que el 13 de septiembre de ese año, al día siguiente de la velada, Foradori «no podía recordar los detalles».
«Mark Kent dice que Foradori acababa de llamar para decir que estaba tan borracho anoche que no podía recordar todos los detalles. Como un verdadero británico, Mark le recordó lo que había acordado, fielmente y sin malversación. Así que creo que todavía estamos en el camino correcto», recordó Duncan en su diario.
Así se gestó el vuelo que fue anulado formalmente el pasado 26 de abril. El pacto ya no rige en todos sus aspectos. «Es letra muerta», advierten en la Cancillería, pero la gran pregunta sigue sobrevolando: ¿Cómo seguirá el vínculo con las islas a 40 años de la guerra? La reanudación del único vuelo que se mantuvo con regularidad podría ser un primer indicio y, a la vez, la muestra del largo camino que todavía queda por recorrer.