La citación a indagatoria que recibió Mauricio Macri para declarar en la causa que investiga el espionaje estatal realizado a los familiares de las víctimas del submarino ARA San Juan reabrió una vieja herida dentro del PRO. Al unísono, sus principales candidatos salieron a defender al expresidente. Aseguraron que se trata de una persecución política del Gobierno en medio de la campaña. Pero lo hicieron con el mismo empeño que ponen para jurar que Macri no tuvo nada que ver con el espionaje que sufrieron sobre sus vidas privadas durante el gobierno de Cambiemos. Debajo de ese discurso público, sellado a fuego por un aparente pacto de campaña, cada político de Juntos por el Cambio que fue víctima de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) durante la era Macri masculla en silencio sus sospechas, desazones y rencores a la espera de que se devele si los mandó a espiar a través del organismo de espionaje que depende de la presidencia y, por ley, coordina a los demás áreas estatales que realizan inteligencia.
En la media docena de causas que investigan casos de espionaje ilegal durante la presidencia del fundador del PRO, los políticos de su propio partido que, según las pruebas recogidas, fueron espiados directa o indirectamente por la ex SIDE son el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, el exvicejefe y actual candidato a diputado Diego Santilli, la exgobernadora bonaerense y candidata porteña María Eugenia Vidal, su exministro de Seguridad y actual titular del bloque macrista en la Cámara baja, Cristian Ritondo; el entonces titular del cuerpo y actual candidato Emilio Monzó; y su mano derecha, Nicolás Massot, que hasta diciembre de 2019 fue jefe del bloque del PRO. Los seis comparten dos coincidencias: en algún momento de la gestión de Cambiemos tuvieron serias diferencias políticas con Macri y la mayoría de ellos le dicen a su entorno que no creen que la decisión de seguirlos haya venido del entonces mandatario.
Ante las consultas de Tiempo, cerca de Santilli recordaron que «se constituyó como querellante». Sostuvieron que «no sólo por su familia sino por el país, pero en lo personal está tranquilo, porque cree que se hará justicia». Según sus voceros, cuando el primer candidato a diputado nacional de JxC por la provincia de Buenos Aires se enteró “que había sido víctima de escuchas ilegales” tuvo “una sensación de mucha tristeza y decepción. No sólo por verse implicado en primera persona sino porque evidencia la precariedad del sistema y cómo se emplean recursos y tiempo valioso en acciones sin sentido».
En su discurso el exvicejefe también adhiere sutilmente a la idea de una patrulla perdida dentro de la AFI, constituida por mano de obra desempleada, que nada tuvo que ver con Balcarce 50. Rodríguez Larreta también se presentó como querellante pero, al igual que el Colo, no le dio impulso a la causa.
En el entorno de Vidal sólo acotaron que «no es un tema en la agenda de JxC», aunque la exgobernadora también fue señalada por la Comisión Bicameral de Seguimiento de Inteligencia del Congreso porque durante su mandato la AFI duplicó la estructura de estaciones de inteligencia en el conurbano, dentro del «Proyecto AMBA», destinado íntegramente a realizar espionaje interior en territorio bonaerense.
Vidal, Santilli, Ritondo, y el alcalde porteño además fueron seguidos por la banda «Super Mario Bros», que conducía el ex espía Alan Ruiz. Antes de trabajar bajo órdenes del director de la AFI Gustavo Arribas y de la subdirectora Silvia Majdalani, se desempeñó en la Policía Metropolitana. En esa versión primigenia de la Policía de la Ciudad también funcionó un área de inteligencia ilegal que se conoció gracias al espía de la Federal Gerardo Ciro James y su primer jefe, el fallecido comisario Jorge “Fino” Palacios. Ambos fueron señalados por integrar una red que espiaba a los gremios docentes y protagonizaron el primer escándalo por espionaje que afrontó el magnate. Cuando asumió la Presidencia, Ruiz fue funcionario de la entonces ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Ella habría sido quien le recomendó a Majdalani que contratar a Ruiz.
Según el testimonio del exespía Leandro Araque ante la Bicameral de Inteligencia del Congreso, el espionaje realizado a Santilli fue ejecutado a través de Arribas. Dijo que el entonces titular de la AFI contrató al chef Martín Terra, exmarido de Analía Maiorana, la actual pareja de Santilli. La primera versión que circuló fue que habían infiltrado a una mucama, pero según contó una fuente memoriosa del PRO Terra conoció a Arribas en Punta del Este, Uruguay, cuando cocinaba para él a fines de los noventa.
Casi dos décadas después le propuso sumarlo a la planta permanente de la AFI en el área de Contrainteligencia y le encargó un pedido que, dentro del PRO, nadie duda que fue de Macri. «Nunca lo quiso, trató de relegarlo siempre, jamás se bancó a su entonces esposa (la periodista Nancy Pazos) y también buscó que no se presentara en provincia porque consideraba una locura que dejara la vicejefatura de Gobierno», recordó un exfuncionario que conoce a Macri desde su gestión porteña y nunca le perdió pisada.
En los casos donde el expresidente aparece vinculado a operaciones de espionaje ilegal sobre los dirigentes de su propia fuerza, las víctimas eligen guardar silencio. Todos están en campaña, salvo en el caso que investiga el seguimiento ilegal a los familiares de las 44 víctimas del submarino ARA San Juan. Tal como contó este diario, la relación de Macri con el entonces ministro de Defensa, Oscar Aguad, está virtualmente rota desde que desapareció la nave. Dicen que nunca estuvo de acuerdo con seguir a los familiares y que esa crisis lo golpeó. «Ustedes no saben lo que es perder un hijo», le habría dicho «el milico» a Macri para tomar distancia de la decisión presidencial de perseguir a los familiares. El entonces ministro perdió una hija y el dolor de las familias que afrontó durante esa tragedia significaron una inflexión para él. Aún así, este sábado también cerró filas para defender al expresidente. “Cristina Kirchner daría la vida por meterlo preso a Macri”, dijo Aguad para cuadrarse.
“Es extraño y sospechoso citar a un expresidente en medio de una campaña electoral por un juez subrogante, declarado incompetente, y que nunca remitió el expediente, que le prohíbe salir del país antes de indagarlo, sabiendo además que no está en el país”, remarcó el exministro. Sin embargo, él vivió en carne propia el ocultamiento de información que inicialmente decidió el Estado Mayor de la Armada, cuando borró siete llamados del submarino que luego fueron reconstruidos por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de los Estados Unidos y entregados a Macri a través de la embajada en Buenos Aires.
Desde entonces Macri habría decidido involucrar a la AFI, desbordado por la desconfianza que le generó esa decisión de la Armada. A partir de ese momento el Servicio de Inteligencia Naval (SIN) y la AFI se habrían concentrado en perseguir en forma conjunta a todos los familiares de las víctimas que estaban desesperados y sin saber qué había pasado con sus seres queridos. A diferencia de los dirigentes del PRO, ellos están seguros de que Macri los mandó a espiar, hasta con drones.