Mientras el jefe de los espías, Gustavo Arribas, disfrutaba la clasificación agónica de San Lorenzo a la segunda fase de la Copa Libertadores, legisladores de la comisión bicameral -tanto oficialistas como opositores- ya habían definido citarlo formalmente para que dé explicaciones sobre las acusaciones de haber recibido supuestas coimas por parte de la empresa brasileña Odebrecht. Un rato antes, Arribas había gambeteado la invitación que le realizaron diputados y senadores para que se presentara en la reunión de la comisión.
Arribas quedó bajo sospecha por las declaraciones del arrepentido brasileño Leonardo Meirelles, quien sostuvo, en el marco de la causa Lava Jato, que en 2013 le realizó diez transferencias por un total de 850 mil dólares. La comisión bicameral lo invitó a que exponga la situación del sistema de inteligencia argentina, y que responda sobre las denuncias. Arribas no fue. Envió, eso sí, un escrito en el que respondía preguntas de la diputada del Frente para la Victoria, Teresa García. A su vez, el funcionario ratificó ante el juez Bonadío su denuncia contra Meirelles por supuesto falso testimonio.
Y a la noche se fue a la cancha, tal como lo registró el ElPlateista.com.ar, la web del periodista Carlos Canissa, cuyas imágenes reproduce Tiempo. Hombre de negocios en el fútbol, donde creció de la mano de su amigo Mauricio Macri, Arribas apareció ayer en la platea de San Lorenzo para ver el partido que el equipo de Diego Aguirre jugó frente a Flamengo. El jefe de los espías -jeans, campera y gorrita negra y rodeado de guardaespaldas- miró el encuentro junto a su vocero Hernán Nisembaum, otro hombre de confianza de Macri. De cerca, lo cuidaban sus guardaespaldas. Arribas y Nisembaum sufrieron, pero al final rieron, cantaron y aplaudieron con el gol de Fernando Belluschi que le permitió al Ciclón pasar a los octavos de final de la Copa Libertadores. Ningún gesto de preocupación.
Aunque hasta acá se desconocía públicamente la pasión de Arribas por San Lorenzo, es socio del equipo de Boedo y va al Nuevo Gasómetro con cierta asiduidad. Pero, además, es sabido que el titular de la AFI amasó su fortuna haciendo negocios con la pelota, que ahora también controla su hijo, Ezequiel. De hecho, sus vínculos con Brasil, desde donde llegan las denuncias, nació con el fútbol. Vivió durante ocho años en San Pablo. Ayer, mientras pasaba el día sin que diera explicaciones en el Congreso, Brasil volvía a ponerse en su camino. Hasta que apareció Belluschi y salvó las papas. Las denuncias por coimas, sin embargo, siguen su camino.