Desde el pasado 6 de diciembre, Cristina Fernández de Kirchner sostuvo que no iba a ser candidata a “nada” para, según su lectura, evitarle al peronismo una figura condenada por supuesta corrupción en sus boletas. La Cámpora, intendentes y funcionarios cercanos a la vicepresidenta unieron fuerzas para lograr que cambie de opinión.
La llamada “Mesa de Ensenada” es el centro de operaciones donde las figuras más importantes del kirchnerismo se reúnen para acordar los próximos pasos del llamado “operativo clamor”. El martes pasado, sus integrantes acordaron que el próximo plenario para la militancia debía realizarse en Chaco, con Jorge “Coqui” Capitanich como anfitrión. Y así ocurrió el último sábado.
Faltazos sugerentes
Con el antecedente del primer encuentro en Avellaneda, nucleado bajo el lema “Luche y vuelve”, se esperaba que esta cumbre tuviese la misma cantidad de figuras nacionales, algo que finalmente no sucedió. Excusados con que la idea de este plenario era para “mostrar fuerza en la provincia”, los organizadores chaqueños de este evento afirman que el objetivo está cumplido. La incógnita sobre cuál es ese objetivo no tiene respuesta, al menos en los dichos oficiales.
Hugo Yasky, secretario general de la CTA y uno de los principales impulsores de la candidatura de Cristina, era una de las principales figuras que completaría la foto de este plenario, pero su arribo a Chaco nunca se concretó. La decisión fue tomada a último momento, al punto de que ni la propia aerolínea de bandera estaba informada de su baja. Por altoparlantes, en Aeroparque le solicitaron que subiera al avión, lo que nunca sucedió.
La misma situación se replicó con Martín Sabbatella, presidente de Acumar y titular de Nuevo Encuentro, que canceló su viaje a último momento, a pesar de que en sus redes continuó alentando a la militancia a asistir al plenario. Tanto Sabbatella como Yasky alegaron problemas personales, un dato llamativamente casual.
De la ausencia de “Wado” a la candidatura de “Coqui”
Eduardo “Wado” de Pedro fue uno de los primeros en aclarar que no asistiría al encuentro, a pesar de ser de los principales impulsores del clamor cristinista. Sin embargo, durante el mediodía del sábado los asesores de las principales figuras comenzaron a recibir mensajes que advertían lo contrario. “Viene”, le confirmaron al entorno de Capitanich. A partir de esto, desde la organización desplegaron un operativo de seguridad acorde a la ocasión de la mano de Gendarmería, que dispuso a una decena de oficiales. El tiempo pasaba y las fuerzas pedían certezas de la hora de arribo, pero nadie podía responderles. Minutos después, pidieron dar de baja todo, ya que el ministro finalmente nunca llegaría.
Las cancelaciones intempestivas, aunque generaron rispideces, guardan una explicación: la baja de Cristina Fernández de Kirchner es prácticamente un hecho. Sostener la organización de plenarios con participación de una de las dos centrales de trabajadores más importantes del país, el líder del espacio kirchnerista y del propio ministro del interior resulta, en este contexto, un despropósito.
La gran convocatoria, sin embargo, no fue en vano ni casual. Este encuentro norteño, bajo el camuflaje del reclamo por la “proscripción” de CFK, se pareció más a un lanzamiento de Capitanich como precandidato a presidente. Una decisión que no sorprende, pero sí da una señal clara de lo que se aproxima.
El gobernador es profeta en su tierra y aprovechó su carisma para que los y las militantes que se acercaron hasta el playón del hotel Gala en Resistencia clamaran por él. Su discurso se basó en propuestas económicas y gestión, sin dejar de lado la preocupación por el desgaste del ambiente, un ítem que pica en punta entre los votantes jóvenes, principales asistentes al evento.
Sin embargo, con inteligencia, en ningún momento dejó de lado el reclamo por la vicepresidenta. «La Argentina necesita una líder política fuerte para afrontar los desafíos de esta coyuntura y generar las condiciones para que una nueva generación política la pueda suceder en el futuro», sostuvo el ex vocero con un claro guiño a su liderazgo, pero no a su candidatura.
La decisión es de ella
Lejos de obviar esta decisión, desde el seno del kirchnerismo indican que esto se debe a la necesidad que tienen los aspirantes a la presidencia de ser “el candidato de Cristina”. Este rótulo -o bendición- le otorgaría instantáneamente el 25% de electores propios que tiene la vicepresidenta, dándole una ventaja por sobre cualquier otro candidato.
El contratiempo para los lanzados es que la decisión de CFK de jugarse por un sólo candidato parece nunca llegar. “Ella habilita a que todos se organicen y hagan cosas, pero eso no implica que ese sea su candidato. Les permite hablar sobre el juicio y la proscripción porque lo considera necesario, pero eso no se traduce a una decisión electoral” indicó a Tiempo un miembro del círculo que rodea a la vice. Una vez más, esto deja en claro que las cuestiones electorales se resolverán sólo cuando Cristina lo considere oportuno.
Con la ex presidenta fuera del juego electoral -no así de su armado-, la gran PASO del Frente de Todos queda habilitada. Una pre-habilitación que dio Máximo Kirchner días atrás cuando aceptó que este tipo de elección era la mejor opción para un oficialismo deseoso de encontrar un candidato que sea capaz de evitar el regreso de Juntos por el Cambio al poder. Sólo ella sabrá quién es el elegido.