La humanidad es una y diversa. La unidad es su forma y apariencia; la diversidad es su contenido y esencia. La crisis que hoy vive el planeta es global, con abigarrados escenarios que suelen ser tendencias preexistentes amplificadas por la pandemia del Covid 19. La cotidianeidad digitalizada con igual presencia que su existencia física se ha vuelto parte de nuestra vida y se quedará para siempre en ámbitos tan fundamentales como la comunicación, la cultura, la difusión del arte, la educación, y en áreas de la economía y el empleo. La situación crítica mundial tiene escenarios particulares.
Estados Unidos, primera potencia del mundo , está en proceso político-electoral. La reelección de este año no es semejante a otras porque el líder que busca reelegirse no se parece a ninguno de sus antecesores después de la segunda guerra mundial. Solo comparte con ellos la tradición de someter al objetivo reeleccionista todas las decisiones importantes de política interna y externa. La inicial actitud desaprensiva en el tratamiento de la pandemia, que ha convertido a USA en epicentro de la enfermedad con más de 100 mil muertos, es la misma que el presidente Trump exhibe cuando amenaza con aplicar violencia estatal a quienes se desborden en sus protestas contra la brutalidad policial que provocó la muerte de un afroamericano en Minneapolis. Trump además acusa al demócrata gobernante de ese estado de “débil extremista de izquierda”. Su mensaje tiene como destinatario a su clientela electoral supremacista blanca y de derecha. En el plano internacional su bloqueo a Venezuela y sus amenazas a Irán no logran impedir el tráfico naval de gasolina iraní a la otrora rica en gasolina Venezuela. Trump remata las propiedades venezolanas de la empresa CITGO en Estados Unidos sin ninguna consideración por las normas del derecho internacional. Lo importante para sus pocos ilustrados seguidores es que con Trump Estados Unidos impone su ley. Y que su legalidad está por encima de cualquier juridicidad internacional.
En la economía mundial las tendencias recesivas ya son una realidad y la desglobalización parcial aparece cada día con más fuerza. A principios de siglo el desafío central era gobernar la globalización. Hoy el asunto es gobernar la desglobalización parcial de la economía mundial. En ambos casos contar con estados sabios era y es una necesidad.
EE:UU y Europa han iniciado procesos de capitalización de empresa privadas amenazados por la bancarrota, convirtiendo a los estados en accionistas. Lo que está en discusión en una decena de países desarrollados es si convertirlas en empresas mixtas por tiempo indefinido o privatizarlas cuando las cosas se normalicen. Eso pondrá en el debate público el carácter del Estado como socializador de quiebras privadas para pagarlas con los impuestos de todos los ciudadanos o como defensor del bien común de todos los que con sus impuestos sostienen al Estado. La posibilidad de que el crimen organizado transnacional financie el pago de las deudas privadas con los estados, como ya ocurrió con los bancos en el 2008, también estará en el menú de la agenda pública. Sobre todo porque Estados Unidos lo catapultó como tema central de las nuevas amenazas después de la caída del muro de Berlín y ya existe una Convención Internacional contra el crimen organizado transnacional.
La Unión Europea, estupefacta al principio bajo el impacto de la inesperada crisis sanitaria, ha reaccionado con la lentitud relativa de cualquier entidad transnacional y ha formulado un programa de apoyo a la reactivación económica europea superior a 500 mil millones de euros..
En América latina, siempre reflejo deteriorado de las crisis que ocurren en el occidente desarrollado , la recesión se ha instalado con más fuerza que en 2008 y es superior a la crisis de la década perdida de los 80′ del pasado siglo.
La Organización Internacional del Trabajo pronostica un crecimiento aterrador del subempleo y el desempleo, que ya tenían cifras enormes antes del COVID 19. Había 160 millones de subempleados y y los 25 millones de desempleados. Y no hay una entidad de integración latinoamericana que pueda ofrecer el apoyo necesario para la reactivación de la economía y el trabajo. La región fue pionera en el mundo en materia de integración y ahora es campeona mundial en su destrucción por cuestiones ideológicas y disputas políticas puntuales, movidas externamente por los poderosos del mundo, en particular por aquellos que siempre han visto a la región como patio trasero en su esquema global de dominación. Lo ideal habría sido formular, al menos, unos lineamientos conjuntos de negociación internacional por liquidez para que América Latina tuviese una posición negociadora más eficaz. La CAF, la CELADE , la UNASUR, están ralentizadas o muertas por la incapacidad para administrar pragmáticamente el destino común latinoamericano.
En ese escenario producto de nuestros propios errores, los latinoamericanos deberemos encontrar en políticas tributarias adecuadas y reactivadoras desde la base social, y en negociaciones con el F.M.I. y las entidades multilaterales de crédito, fórmulas atrevidas para conseguir acuerdos convenientes al problema fundamental de la liquidez, para poner en marcha el paralizado aparato productivo.