Este martes se realizó la décima jornada del juicio contra 19 represores por los crímenes cometidos en el Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes y El Infierno de Avellaneda. En esta oportunidad declararon María Sondereguer y Alejandra Paolini, dos especialistas sobre violencia de género en el terrorismo de Estado.
Ambas especialistas en género explicaron que los represores utilizaron la violencia sexual y ejercieron un mayor ensañamiento hacia las mujeres secuestradas por haberse salido del rol tradicional de la estructura social patriarcal.
“Hubo múltiples violaciones hacia las mujeres que han sido denunciadas, los delitos sexuales hacia estas mujeres eran moralizantes, es decir que los delitos ejercidos eran de dominio de los cuerpos”, explicó María Sondereguer al iniciar la audiencia.
La especialista remarcó que para el régimen represor las violencias de índole sexual eran consideradas un modo de disciplinamiento hacia mujeres que se habían salido de su rol tradicional y era parte de aquello que reforzaba su condición de dueños y señores de los cuerpos de las personas.
“Muchas víctimas no pudieron denunciar estas violencias sexuales sufridas en centros clandestinos para proteger su dignidad, su honor y el honor de los varones ligados a esa mujer dentro del paradigma patriarcal, pero hoy esas mujeres son grandes, sus hijos ya han crecido, no tienen que proteger a sus hijos y sienten la necesidad de denunciar porque hay una transformación profunda de marcos interpretativos de la violencia de género y porque una forma de reparación la da el espacio de la justicia, que dice qué está bien o mal e indica quien es el culpable de una conducta», explicó.
Alejandra Paolini presentó ante el Tribunal Oral N°1 de La Plata testimonios de víctimas de delitos sexuales durante el terrorismo de estado en los que basó su investigación, la cual abarco la palabra de 14 mujeres y 4 varones.
Al iniciar su explosión, la investigadora le comunicó a los presentes que nombraría a las víctimas por una inicial de sus nombres en resguardo de su identidad.
“Me decían que hablara, que iba a terminar teniendo un hijo de un hijo de puta. Me decían que tenían tiempo de hacerme un hijo, reventármelo y volver a hacerme otro”, expresa uno de los testimonios. “Esto deja ver los tipos de violencias a las que eran sometidas las mujeres como lo es la amenaza de violación, embarazo forzado y aborto”, señaló la especialista.
En este sentido consideró que “existió un mayor ensañamiento y mayor crueldad hacia las mujeres, una expresión más exacerbada en la continua violencia de género que viven históricamente las mujeres en la sociedad», explicó Paolini.
Destacó además que las agresiones sexuales “se cometieron de forma continua, reiterada y masiva, y aseguró que las violencias sexuales tenían como finalidad causar dolor, castigar, disciplinar y se ejercía en patota”
Para finalizar, la testigo demostró la masividad y la extensión con la que se ejercieron estos delitos, aun cuando las personas eran liberadas de su cautiverio. En este sentido, expuso el testimonio de dos hermanas quienes continuaban siendo acosadas por sus represores y seguían ejerciendo violencia sexual.
“Porque yo después volví a la casa y seguí viviendo en la casa con ella (su hermana), ella no podía salir. Yo vendí hasta un anillo para darle de comer a mis sobrinos. Y es más, cuando salía a la calle en cualquier parte me violaban, no les importaba nada que llevara a mis sobrinos”, afirmó la víctima.