No fue un día más en la Escuela N° 49 «Nicolás Avellaneda», del barrio San Carlos, en el Moreno profundo. «Debió ser una fiesta, pero vivimos la votación con tristeza», admite Hernán Pustilnik, maestro de segundo grado. Hace unos días, se cumplió el primer aniversario de la muerte de la vicedirectora Sandra Calamano y del auxiliar Rubén Rodríguez, dos amigos suyos, pero también, emblemas del abandono del Estado que en su versión más extrema, mata. «Encima hay que escuchar a la gobernadora (por María Eugenia Vidal) –agrega Pustilnik– pidiéndoles disculpas a los docentes; nunca se comunicó con las familias de Sandra y Rubén, en cambio, se la pasó diciendo que éramos unos vagos. En los últimos días, como quería que la votemos, se acordó de nosotros. Que se haga cargo de los asesinatos y de cómo desfinanció la escuela pública».
El jueves 2 de agosto de 2018, a las 8:06 de la mañana, una explosión en la Escuela N° 49 provocó la muerte de Calamano, de 48 años, y de Rodríguez, de 45. Las pericias concluyeron que había sido una pérdida de gas en la cocina, apenas unos minutos antes del ingreso de los alumnos. Al día siguiente hubo duelo y el lunes 6, los directivos de todas las escuelas de Moreno –unas 294, es decir, una de las comunidades educativas más grande de la provincia de Buenos Aires– decidieron no reanudar las clases hasta garantizar la seguridad en cada una de ellas. A un año, la situación está muy lejos de ser la ideal.
«Todavía en Moreno hay más de 50 escuelas en las que, no solamente no se pudo votar, sino que no se puede prender una estufa o una cocina. Imagínense cuando hay frío polar no poder calentarse. Pero hay algo más terrible. Para la mayoría de los chicos la comida más sustanciosa del día, y en algunos casos hasta la única, la tienen en la escuela. Si no se puede cocinar, ¿qué van a comer todos esos chicos», se angustia el docente.
La semana pasada, al cumplirse un año de la explosión que se cobró esas dos vidas, la comunidad educativa de Moreno y organizaciones sociales se movilizaron frente al Consejo Escolar para recordar a las víctimas y exigir que las escuelas sean espacios seguros. Después, hubo un festival con artistas y música en vivo. Así, con alegría, lo hubieran querido Sandra y Rubén. «