El contrapunto entre Mauricio Macri y Alberto Fernández sumó tensión, frases picantes, altas dosis de ironía y alguna que otra chicana en el primer tramo del segundo debate presidencial, en cuyo primer bloque se abordaron los temas Seguridad y Empleo, producción e infraestructura.
Alberto Fernández anticipó que convocará a un Consejo de Seguridad “para que la política criminal deje de ser el problema de un gobierno sino un tema de Estado”, en tanto que Macri hizo eje en el tema del narcotráfico como generador de inseguridad, acusó a Fernández de haber aumentado durante su gestión como jefe de Gabinete el ingreso de efedrina al país y dijo pararse del lado de las fuerzas de seguridad y los familiares de las víctimas.
Más suelto y agresivo, el presidente continuó una ofensiva previsible sobre el candidato del Frente de Todos apoyado sobre el discurso de la corrupción en la obra pública. Fernández, en tanto, contraatacó recordando los vínculos de la familia Macri con el blanqueo de dinero de uno de sus miembros, y el beneficio a sus amigos a partir de la política energética.
En relación al tema empleo, el candidato del Frente de Todos acusó a su contrincante de «uberizar» la economía por haber fomentado desocupación y trabajo precario. «El trabajo en blanco es garantía de paz social, las Pymes son generadoras de trabajo, y vamos a hacer que dejen de pagar tarifas dolarizadas», sostuvo.
El candidato de Juntos por el Cambio acusó al kirchnerismo de haber estancado la creación de empleo entre 2011 y 2015, y admitió haber generado empleos informales durante su propia gestión. Luego, propuso reducir impuestos a las Pymes y hacer muchas obras. Allí es cuando coló el tema de la obra pública y la «matriz de corrupción».
Macri se refirió al Frente de Todos como “ellos” y evitó la mención directa a Alberto Fernández, salvo cuando lo interpeló sobre su supuesto conocimiento sobre los presuntos hechos de corrupción de ex funcionarios del kirchnerismo, mientras se desempeñaba como jefe de Gabinete.
En tanto Fernández, volvió a referirse directamente a su interlocutor y en varias oportunidades lo miró directamente a los ojos.
“Se robaban la plata de las obras. Ellos son así cuando gobieran creen que son los dueños de la plata de los argentinos”, disparó Mauricio Macri
“Al presidente lo esperan cien causas donde está siendo investigado y yo no fui citado por ningún juez. Puedo darle clases de decencia, no me corran por ese lado”, respondió Fernández.
A siete días de las elecciones presidenciales, el segundo debate se convirtió previsiblemente en un duelo definitivo entre los dos protagonistas con reales posibilidades de disputar la votación. Nicolás del Caño, José Luis Espert, y Juan José Gómez Centurión debieron esforzarse por llamar la atención del electorado apelando a discursos bien ideologizados respecto del tema seguridad y trabajo. En tanto, Roberto Lavagna, mantuvo la estrategia de correr por una línea intermedia que lo condenó a un bajísimo perfil.
En el tema seguridad, Espert y Gómez Centurión se volcaron hacia los discursos de mano dura. “Estamos del lado de las víctimas, le vamos a dar todo el apoyo a fuerzas policiales y de seguridad para que tomen el arma si es necesario contra el potencial asesino”, dijo el primero.
Gómez Centurión propuso una agencia de lucha contra el crimen organizado y sostuvo: “A esta guerra hay que ganarla caiga quien caiga”.
Del Caño, en tanto, apuntó al rol de la ministra Patricia Bullrich en los casos de las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel y propuso legalizar la marihuana tras citar que el 65% de las causas que tiene a su cargo el fiscal Delgado corresponden a jóvenes imputados por tenencia para consumo.
«Ni el gatillo fácil, la mano dura, la fascinación por alguna funcionaria por las armas, pero tampoco la mano flácida fofa con incapacidad de defender a nuestras familias. Una mano firme, justa, el puño cerrado para defender a los nuestros», propuso Lavagna.
La experiencia del 13 de octubre en Santa Fe sirvió para que cada candidato hiciera correcciones a las estrategias iniciales. Todos lucieron más seguros que aquel domingo, cuando Alberto Fernández y en parte José Luis Espert habían ganado el desafío discursivo con comodidad.