La Corte Suprema comenzó, ahora sí, la cuenta regresiva hacia el fallo que definirá el futuro de los jueces Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli. Cuando el tirbunal resolvió, a finales de septiembre, hacer lugar al recurso de salto de instancia, extraoficialmente se fijó un lapso de entre 15 y 20 días hábiles para adoptar un criterio definitivo. Ese plazo empezará a cumplirse por estos días. ¿Cuándo se conocerá el fallo más esperado de la Corte en los últimos años? No hay una fecha establecida; podría ser el próximo martes, pero nadie lo asegura.

Los jueces de la Corte viven en una suerte de microclima que, por momentos, parece un divorcio de las ansiedades y necesidades de la política. Creen (y seguramente tengan razón) que con excepción de sectores radicalizados, la situación de Bruglia, Bertuzzi y Castelli es un tema secundario frente a los lastres de la pandemia, el dólar blue orillando los 200 pesos, la inflación y la incertidumbre en el horizonte económico.

Sin embargo, de uno y de otro lado de la grieta hay operaciones, mensajes y alegatos de oreja en torno a los tres jueces. Certezas, por ahora pocas. Pero hay algo que sí ocurrió: los cinco jueces saben ya qué piensan los otros.

No habrá un fallo que deje ciento por ciento conformes a unos y completamente derrotados a los otros. Cada juez parece decidido a fundamentar extensamente su voto y los matices son acaso el 90 por ciento de la decisión. Esta vez no será tan fácil como ir a buscar al final del documento, en la parte del “resuelve”, para saber  qué dice el fallo. Ya pasó con la Ley de Medios, cuando pareció que la Corte avalaba su constitucionalidad: en los fundamentos estaba el huevo de la serpiente que impediría para siempre su aplicación.