Suele adjudicársele a la estructura territorial del peronismo una suerte de «pragmatismo» a toda prueba. Una elasticidad político-ideológica que pudo pasar del neoliberalismo a ultranza de Carlos Menem a los gobiernos nacional-populares de Néstor y Cristina Kirchner. En el medio, la única escala fue Eduardo Duhalde, que navegó entre ambos procesos.
Lo cierto es que adjudicarle este rasgo exclusivamente al PJ es un acto, al menos, de injusticia. La otra estructura territorial relevante que tiene la política argentina a nivel nacional, la de la Unión Cívica Radical, tiene rasgos muy similares en este aspecto.
El radicalismo se sabedecidió la alianza con el PRO en la mítica convención de Gualeguaychú, en marzo del 2014. Confrontaron allí dos visiones. Una era encarnada por Ernesto Sanz, principal impulsor del acuerdo con Mauricio Macri. La otra posición la líderaba Ricardo Alfonsín, que se oponía a esta alianza por las diferencias ideológicas con la derecha . La «zanahoria» con la que Sanz convenció al grueso de la estructura partidaria de respaldar su postura fue que, con este acuerdo que desembocó en Cambiemos, el radicalismo volvería a conquistar espacios de poder territorial, intendencias, gobernaciones, y también escaños parlamentarios. El pragmatismo, podría decirse, se impuso sobre el «factor ideológico».
Esta «grieta» dentro del partido centenario nunca cerró. El debate sigue latente. El punto es que, a pocas semanas del cierre de las listas para las próximas elecciones, hay varios indicios de que la conveniencia pragmática podría entrar en crisis y, por ende, la principal base de sustentación del acuerdo.
Cabe comenzar el análisis por la provincia de Buenos Aires, por su peso demográfico. La UCR está pidiendo tres escaños en la lista de diputados nacionales, con la idea de sumar una banca a las dos a las que se les vence el mandato. Por ahora, la respuesta del macrismo es que «puede ser», pero contando al neurocirujano Facundo Manes dentro de la triada. Manes suena como posible cabeza de lista en la estrategia duranbarbista de apostar «gente común» que venga de afuera de la política. Los boinas blancas, por ahora por lo bajo, repiten: «Manes no es nuestro y nos lo quieren adjudicar para sacarnos un espacio». Habrá que ver si el macrismo acepta la ecuación o si los radicales pierden un escaño. En el caso de los legisladores provinciales sucede algo similar. La UCR pone en juego siete bancas y hasta ahora el PRO ofreció seis, mordiéndoles uno, aunque las negociaciones siguen abiertas.
El caso de Capital Federal es emblemático. El candidato de la UCR es el exembajador y ex rival del macrismo en la Ciudad Martín Lousteau. El PRO le cerró todas las puertas y lo mandó a recorrer «el desierto con una anchoa», impidiendo la realización de las PASO en su bastión. Las consecuencias para el radicalismo, desde el punto de vista de la cantidad de escaños, no son fáciles de predecir todavía .
La provincia de Santa Fe presenta una situación diferente, si se quiere, inversa. El radicalismo se partió. Los medios de comunicación oficialistas, es decir, casi todos, presentaron la fractura como si hubiera sido en partes iguales y no fue así. El territorio santafesino tiene algo más de 350 distritos y en cerca del 80% el radicalismo va a las elecciones con el partido socialista, aliado con el que gobierna la provincia. Es cierto que en Santa Fe capital, el intendente, José Corral, que a su vez preside el Comité Nacional radical, rompió con el socialismo y se disciplinó detrás del macrismo. Pero el objetivo del gobierno nacional era romper por completo la alianza que gobierna la provincia de Santa Fe desde 2007. Hasta ahora no lo logró.
En el caso de la convulsionada Córdoba la situación es caótica. El intendente de la capital provincial, Ramón Mestre, amenazó con una lista radical pura y con desconocer el acuerdo con el PRO, mientras el presidente de la Nación dio la «orden» en todos los distritos de que no haya primarias abiertas.
Es cierto que todavía quedan dos semanas de negociaciones que serán largas y arduas. Sin embargo, la pregunta es inevitable: desde el punto de vista pragmático: ¿le sigue conviniendo a la UCR la alianza con el PRO? El cierre de listas y las elecciones de octubre darán la respuesta. «