Desde el Obelisco hasta la Plaza de Mayo y el Cabildo, la tarde del 9 de julio convocó marchas en el centro porteño. El acto de los diferentes sectores de la izquierda que protestó contra el FMI fue sucedido por una manifestación de «autoconvocados» también opositores al gobierno, por extrema derecha, con consignas como «basta de planes» y «Argentina sin Cristina». Además, referentes de la cultura identificados con el Frente de Todos organizaron en el Cabildo un encuentro «en defensa de la soberanía popular».
«Quisimos manifestar el modo en que el pasado está conectado con el presente, porque el 9 de julio es el día en el que un grupo de patriotas decidió que íbamos a tener el destino en nuestras propias manos. Creemos que la independencia es un proceso abierto porque existen poderes en el mundo globalizado que presionan para coartar esa libertad», le dijo a Tiempo Alejandro Grimson, asesor ad honorem de la Presidencia y uno de los organizadores de la convocatoria.
Poco después de las 15, en el patio del Cabildo, sonaron las voces de Pompeyo Audivert, Luisa Kuliok y Alejandra Darín para leer un documento elaborado de manera colectiva. «Soberanía popular para que la deuda del FMI se pague con el dinero fugado» fue una de las consignas, que también refirieron al derecho a la salud, la educación y la defensa de los recursos naturales a la par de la protección ambiental.
Afuera, la Plaza de Mayo era testigo de una transición de públicos: las columnas de sonido ya en funcionamiento para la marcha del Frente de Izquierda, el Nuevo MAS, Barrios de Pie-Libres del Sur y otras organizaciones reproducían temas de Luis Alberto Spinetta o los Redondos. Había grupos de turistas algo extrañados que se fotografiaban frente a la Casa Rosada. Atada a la reja alrededor de la Pirámide de Mayo, una larga bandera argentina era custodiada por cinco o seis militantes antivacunas que charlaban entre sí en un clima apacible. El humo de los puestos de comida anticipaba nutridas meriendas a precios populares.
En contramano por Avenida de Mayo, una bandera de cordón a cordón avanzaba a la vanguardia de la protesta de la izquierda. Las letras negras sobre fondo blanco decían: “No al FMI”. La llevaban en sus manos Myriam Bregman, Romina Del Plá, Vilma Ripoll, Alejandro Vilca, Manuela Castiñeira, Celeste Fierro, Marcelo Ramal y Christian «Chipi» Castillo, entre otros referentes.
Al paso, el dirigente del Polo Obrero Eduardo Belliboni le comentó a este diario que «esta es una demostración enorme de la bronca popular por la falta de independencia, la sujeción colonial al Fondo Monetario Internacional». Entre las consignas de las banderas podía leerse que «Guzmán se fue, el Fondo se queda» y “la deuda es con el pueblo y la naturaleza”. Belliboni aseguró que ya le pidieron una reunión a la nueva ministra Silvina Batakis para discutir un bono que apuntale el salario.
Justo detrás del escenario montado frente a la Casa Rosada, un grupo de mujeres y hombres con banderas argentinas se quejaba en voz baja del acto de la izquierda, argumentando que «la Plaza es nuestra en las fechas patrias». Se trataba de las primeras personas que arribaron al centro de la Ciudad en respuesta a las consignas que la extrema derecha hizo circular en las redes sociales los últimos días como #Argentinazo9J.
A pesar de negarse a decir su nombre, una señora envuelta en una bandera celeste y blanca aseguraba que a la iniciativa le faltaba conducción. «Bullrich está en EE UU», acotó su pareja.
Ya cerca de las 17, una réplica de una guillotina con ruedas avanzaba sobre Diagonal Norte, rodeada de antorchas. Mujeres y hombres, jubilados y jóvenes, las empuñaban mientras otros tiraban de la guillotina entre consignas en contra del gobierno de Alberto Fernández y «la clase política». Las únicas figuras políticas reconocibles que se hicieron presentes aunque sin protagonismo fueron Luis Brandoni y Baby Etchecopar.
El tono de los cantos entre quienes hacían punta era violento. Venían desde el Obelisco y avanzaban hacia la Plaza de Mayo: alrededor de una cuadra completa de gente cantaba «el pueblo unido jamás será vencido» y «si éste no es el pueblo / el pueblo donde está». La guillotina estaba rematada por un cartel donde se leía «Todos muertos, presos o exiliados».
«Argentina / sin Cristina» gritaba la columna opositora cuando arribó a la última cuadra de Diagonal Norte y el choque con la columna de Libres del Sur, que se encontraba frente a la antigua Legislatura porteña, se hizo inevitable.
De súbito, un contingente de la infantería de la Policía de porteña interrumpió el paso, lo que provocó algunos empujones, algunas personas rebotaron contra los escudos y los insultos contra Horacio Rodríguez Larreta, a quien arrogaban la responsabilidad del operativo, se multiplicaron. Pero también algunas personas lograron pasar y se encontraron frente a frente con un cordón de seguridad de las organizaciones sociales presentes en la marcha.
Tras algunos minutos de tensión, el respeto entre las dos marchas fue llamativo, al punto de que casi parecían ignorarse entre sí. De hecho, algunos de los manifestantes con banderas argentinas se sorprendían a medida que arribaban a la Plaza porque no sabían que hubiera una marcha de la izquierda en simultáneo.
Para las 17:30, la mayoría de las banderas de la izquierda salían por Diagonal Sur y los contingentes «autoconvocados» avanzaron, aunque en una cantidad muy menguante, como si el objetivo de arribar a la Plaza de Mayo estuviera cumplido. «Sacaron la bandera», reprochaba un muchacho frente al mástil vacío.
Desde un megáfono arrimado a un celular, el himno nacional se reproducía sin cesar. Al cierre de esta edición, algunas personas con banderas libertarias todavía se encontraban junto a la reja de la Casa Rosada.