El viernes pasado, la vicepresidenta de la Corte Suprema, Elena Highton de Nolasco, pidió una licencia «oficial» por una semana. No lo hizo porque la mención de su nombre desató una furibunda rechifla en la Plaza de Mayo en la marcha en contra de la impunidad. Lo hizo, entre otras razones, para evitar un viaje a España en el que, por razones protocolares, debía representar a la Corte junto con Ricardo Lorenzetti. La relación entre ambos no pasa por su mejor momento.
La licencia de Highton y el viaje de Lorenzetti causarán que mañana, martes, no habrá acuerdo de la Corte. Y, en los hechos, esto significa que tampoco mañana el máximo tribunal emitirá un pronunciamiento sobre la situación de Milagro Sala. El próximo acuerdo será el martes 23 de mayo.
La licencia de Highton tampoco responde a una compensación, puesto que en la última feria judicial de enero Highton no estuvo de guardia. Sí lo hicieron los otros dos jueces que firmaron el fallo del 2 x 1, Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz, pero ellos hasta ahora no pidieron licencia.
La noticia de la licencia de Highton se conoció en simultáneo con el pedido del abogado Marcelo Parrilli, denunciante contra los jueces de la Corte que votaron el fallo del 2 x 1, para convertirse también en querellante. Esa condición le facilita, por ejemplo, apelar un eventual fallo que desestimara la acusación contra Highton, Rosatti y Rosenkrantz.
Parrilli ya pidió que, en el caso de ser tenido como parte en el expediente, una condena final aplique a los denunciados el máximo de las sanciones penales previstas para los ilícitos de autos disponiéndose su inhabilitación absoluta perpetua para ejercer cargos públicos.