A más de 46 años del secuestro de Hernán Abriata en la madrugada del 30 de octubre de 1976, el expolicía Mario “Churrasco” Sandoval fue condenado a 15 años de prisión como coautor de su privación ilegal de la libertad y los tormentos que sufrió en la ESMA.

Este fue el sexto juicio por crímenes en la ESMA y la primera condena para el expolicía, quien prestó funciones en el Departamento de Asuntos Políticos de la Superintendencia de Seguridad Federal, ya que recién en 2019 pudo ser extraditado desde Francia para ser juzgado por este caso.

El Tribunal Oral Federal 5 de la Ciudad de Buenos Aires leyó el veredicto este miércoles cerca de las 13. Sandoval siguió la audiencia desde la Unidad Penal de Campo de Mayo por videoconferencia. El TOF 5 lo encontró responsable por crímenes de lesa humanidad pero rechazó, por mayoría, el pedido de algunas querellas de que fueron delitos cometidos en el contexto de un genocidio.|

“Este juicio fue con todas las garantías que ahora Sandoval dice no tener. Él se condenó a sí mismo porque los hechos (que él cometió) lo condenan”, dijo a Tiempo Mónica Dittmar, esposa de Abriata, quien escuchó el veredicto con una foto de Hernán en alto y acompañada por familiares y compañeros y compañeras de organismos de derechos humanos de Argentina y de Francia.

“Lo que pedimos y vamos a seguir pidiendo es cárcel común y efectiva y que fue un genocidio. La lucha para nosotros sigue, en eso estamos. Seguimos con este Nunca Más”, añadió.

El juicio es parte de un largo proceso, señala Mónica, al recordar los más de 8 años que demoró conseguir la extradición desde Francia, donde Sandoval se había refugiado tras el final de la dictadura y donde tuvo una ascendente carrera como especialista en seguridad e inteligencia económica, que lo llevó a vincularse con paramilitares colombianos, a dar clases en La Sorbonne y a asesorar al expresidente Nicolás Sarkozy. Su extradición fue para ser juzgado sólo por el caso de Abriata

Si bien habló en más de una oportunidad durante el debate, que comenzó en septiembre de este año, Sandoval nunca mostró su cara, oculta siempre bajo un barbijo. Se mostró provocador con las víctimas, con las querellas, y desmintió en todo momento haber participado de los hechos.

Sin embargo, los testimonios de la familia de Hernán lo reconocieron como quien encabezó el operativo de la patota de la ESMA en la casa de la familia Abriata y luego en el departamento que Hernán compartía con su esposa, Mónica Ditmar. Contaron que se presentó con su nombre y les mostró la credencial. Sobrevivientes de la ESMA identificaron también al represor como integrante del Grupo de Tareas, a pesar de ser miembro de la policía.

Su participación en el grupo de tareas de la ESMA fue reconstruida por varios testimonios de sobrevivientes de ese centro clandestino de detención. Carlos Muñoz declaró en el debate que fue uno de los integrantes de la patota que lo secuestró a fines de 1978.

Durante otro de los juicios de la ESMA, Alfredo Buzzalino contó que fue sacado del centro clandestino hasta una confitería en el centro para ser interrogado en una ocasión por el expolicía: “Era un tipo muy extraño, hacía inteligencia, un tipo intelectualmente de los más preparados dentro de la ESMA y muy jodido. Si te podía boletear, te boleteaba, no había tu tía con este hombre, sabía realmente lo que estaba haciendo y lo que él quería”, lo describió.

Hernán Abriata estudiaba Arquitectura en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) y militaba en la JUP. Tras su secuestro el 30 de octubre, fue primero llevado a una quinta en la provincia de Buenos Aires, desde donde se pudo comunicar por teléfono y por carta con su familia y esposa. Allí estuvo cautivo hasta que fue llevado a la ESMA, donde permaneció hasta los primeros días de enero de 1977, momento desde el que se encuentra desaparecido.

Carlos Loza lo conoció a Hernán en el sector Capuchita de la ESMA, donde ambos estaba desaparecidos. Mañana, 22 de diciembre, se cumplirán 46 años de ese día, en el que Abriata le comentó a él y a sus compañeros que iban a quedar en libertad, porque tenían una capucha blanca y la frase “posible franco”.

“Esta es una lucha colectiva, siempre lo ha sido, como son todas las luchas que se hicieron en los juicios de todo el país”, destacó Loza, quien fue uno de los impulsores de la extradición y del juicio a Sandoval junto a la familia Abriata. Si bien señaló como “muy importante” que se haya reconocido la culpabilidad de Sandoval, consideró que la pena debería haber sido de prisión perpetua, como lo solicitó la querella de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, que él integra.

“Apelaremos para que se le otorgue una pena mayor y seguiremos porque se abrirán nuevos procesos, ya que está probado que estuvo en Coordinación Federal y en otros casos de la ESMA. El juez Sergio Torres solicitó la extradición en 2012 por 595 casos pero la justicia francesa sólo mantuvo el caso de Hernán. Pero los otros casos también deben ser contemplados, porque él fue partícipe de todo esto, como se comprueba con esta condena”, sostuvo y agregó: “Perdimos esperanza de que esta gente reconozca y nos diga qué pasó, cuál fue el destino de los 30 mil, pero eso lo seguiremos buscando, seguiremos reclamándola apertura de los archivos. Saber qué fue de los cuerpos de nuestros compañeros para que sea un hecho reparatorio para la familia y toda la sociedad. Son 30 mil, es genocidio y queremos saber toda la verdad”.