Un excolaborador del difunto juez Claudio Bonadio monitoreó la maniobra para disimular el espionaje ilegal al Instituto Patria y a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Y otro espía con apellido de prosapia judicial fue responsable de las escuchas ilegales a los presos K de la cárcel de Ezeiza. Ambos dependían del tándem que dirigió la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) en el gobierno de Cambiemos, Gustavo Arribas y Silvia Majdalani.
Fraguaron informes, los presentaron en causas judiciales, pero se cuidaron de no dejar nada firmado. Y como generales de dudosa moral, ahora resguardan a los propios y mandan a los soldados al frente de batalla, a una muerte casi segura.
El excolaborador de Bonadio se llama Bernardo Miguens. Desembarcó en la AFI entre fines de 2016 y principios de 2017 y era uno de los jefes de una superestructura de asuntos jurídicos. Según declaró una agente de la AFI hoy desvinculada y con custodia ordenada por la Comisión Bicameral de Fiscalización de los Organismos de Inteligencia, su rol era el de un virtual enlace con Comodoro Py 2002. «Te llamaba y te decía ‘ya hablé con el juez: no le importa más la causa. Escribime esto, mandámelo que la va a cerrar'».
La exespía describió cómo por orden de «la ocho» (Majdalani), el agente de carrera Martín Coste recibió la orden de «sacar un informe en el marco de la causa del 82.441 al juez Federico Villena». Ese expediente es una denuncia de la propia AFI, en 2017, sobre supuestos atentados que se podían cometer en el marco de los Juegos Olímpicos de la Juventud y la Cumbre del G-20.
Ese expediente fue el elegido para darle una apariencia de legalidad al espionaje al Patria y a CFK.
Coste “iba a tener que sacar un informe diciendo que se habían realizado tareas en el marco de esa causa y que iba a tener que firmar él, porque los autos y la gente (descubiertos en el espionaje) eran de él”. En rigor, Coste explicó que administrativamente dependían de él, pero funcionalmente el encargado era el espía Alan Ruiz, quien –aseguró– reportaba directamente a Majdalani.
Coste resistió la orden de firmar. “Él tuvo peleas, se negó, no quería”, relató la mujer el jueves ante la Bicameral. Un día después, el propio Coste, ante el juez de Lomas de Zamora Juan Pablo Augé, ratificó toda la secuencia.
El reporte hablaba por primera vez, después de que se descubriera el espionaje, de los supuestos atentados que nunca existieron más que en la acelerada imaginación de los jefes de la AFI cuando fueron descubiertos tocando timbre al espiar.
“Yo tuve que ir a Jurídicos, me junté con Bernardo Miguens en su oficina y él me dijo qué tenía que escribir y quiénes eran los personajes. Tenía un bosquejo y yo tenía que hacer los informes para mandar a Villena y nos pidieron que hagamos todo lo que era el circuito interno, porque tenía que quedar prolijo”, recordó la exagente AFI, cuya identidad permanecerá en reserva por razones mucho más que legales.
“Miguens me dijo –y no fue la primera vez que me lo dijo– que se lo pedían de arriba. Nunca me aclaró quién era de arriba”.
La agente demostró, por reducción al absurdo, que toda la justificación posterior sobre acciones de prevención para la seguridad de CFK era una farsa para ocultar el espionaje. “¿Cómo puede ser que, en toda la causa, la única vez que hubo un informe sobre políticos fue cuando salió a la luz lo de la expresidenta?”.
La otra maniobra que reveló la exespía fue la escucha a los presos K. El pretexto para intervenir el teléfono del Pabellón 6 de la cárcel de Ezeiza fue que Mario Segovia, “el rey de la efedrina”, planificaba un atentado y posible fuga. El juez Villena ordenó escuchar sólo sus conversaciones, pero el teléfono lo usaban todos los presos. “Jurídicos también tenía un área de escucha. Era como doble tarea. Ellos también explotaban esa información porque mandaban transcripciones después a las áreas”. Así se filtró la conversación del diputado Eduardo Valdés con el detenido Juan Pablo Schiavi que originó (después de que el fiscal Carlos Stornelli y la exdiputada Elisa Carrió recibieran sendos “anónimos”) la denominada “Causa Puf”.
La orden judicial era escuchar a Segovia, pero escucharon a todos. El encargado de eso era Mariano Ruda Bart, un apellido frecuente en la familia judicial.
La espía declaró que cuando fue detenido Marcelo D’Alessio, la AFI buscó mostrar que la investigación del juez federal Alejo Ramos Padilla era una operación para contrarrestar la Causa Cuadernos.
Entonces fue convocada a una reunión con Bernardo Miguens y Ruda Bart. Había que presentar esas escuchas en una causa penal para que luego se filtraran a la prensa. Pero hasta entonces nadie sabía de su existencia. “Ruda Bart dice algo de una información y le dicen ‘¿Pero vos la tenés?’. ‘Sí, sí. Eso salió de las escuchas del penal’. Se le escapó”. «
Pedido del ex agente que siguió a Santilli
El exagente de la AFI que, según la investigación que discurre en los tribunales federales de Lomas de Zamora, tuvo asignado el seguimiento del vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, está desocupado y sin ingresos por la pandemia de coronavirus.
Tanto es así, que mañana a las 13:15 concurrirá a una sucursal del Banco de la Nación Argentina en la Ciudad de Buenos Aires “a los fines de percibir el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE)”. Su abogado, Ramón Arigós, le comunicó al juez Juan Pablo Augé que “es un trámite personal que nadie lo puede sustituir” y que ya tiene el turno asignado.
Matta protagonizó un insólito episodio relatado por otro espía en un seguimiento a Santilli. Se topó con él y fingió ser un admirador e incluso se tomó una selfie para disimular la verdadera situación.
“¿Qué tal, doctor? ¿Me dejaría sacarme una foto con usted? Lo hace para que no sospeche… Se saca una foto el agente orgánico con Santilli. Un trapo, un trapo”, relató Jorge “Turco” Sáez ante la bicameral de Inteligencia.