El viernes último, el triunvirato que dirige la CGT, compuesto por Héctor Daer, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña, no mostró fisuras durante la conferencia de prensa en la que mostró los resultados de los debates del Confederal, concluido minutos antes. Sin embargo, las más de tres horas de debate pusieron de relieve las diferencias que anidan dentro de las organizaciones que integran la CGT. El hermetismo con el que se desenvolvió la deliberación (sin acceso a la prensa) indicó que se buscaba que los «trapitos se lavaran en casa», según expresó un testigo. Las posiciones estaban claras antes del debate.
En la puerta de ingreso de Azopardo 802, Schmid declaró que «el paro de 24 horas ya está decidido». Y agregó: «No está definida la fecha. Octubre tiene 30 días». En tanto, Andrés Rodríguez, secretario general de los estatales de UPCN, señaló su oposición a un paro nacional, aunque aseguró que acataría lo que se resolviera.
El metalúrgico Antonio Caló bregó por «agotar las instancias de diálogo». El pleno de la CGT deliberó cerca de tres horas. Allí, según fuentes sindicales presentes, intervinieron 22 oradores entre secretarios generales y dirigentes de las CGT regionales. Más allá de la resolución por «consenso unánime» y «la coincidencia sobre el diagnóstico grave de la política del gobierno» a las que se refirió Daer, el mismo Schmid reconoció que «hubo distintas posiciones y discusiones sobre el paro, pero el debate resolvió que los compañeros que están frente a ustedes (por el triunvirato) sean los que resuelvan». Carlos Acuña admitió que «hubo un debate intenso». Las fuentes identificaron al menos dos polos diferenciados. Por un lado, «hubo discursos muy firmes como el de Pablo Moyano, que se pronunció a favor de una medida de fuerza inmediata contundente y a nivel nacional». En el otro extremo, el secretario general del gremio de la Sanidad, Carlos West Ocampo, expresó su voluntad de no ir al paro sin agotar el diálogo en virtud de que «la CGT tiene que cuidarse de no aparecer como destituyente», y atribuyó a la Central la responsabilidad de velar por «la gobernabilidad».
De este modo, la moción consensuada buscó contener a todas las expresiones apostando a que el diálogo con el gobierno genere las condiciones para descomprimir la presión que existe por abajo en favor de una medida nacional. Así, en nombre de la reunión pautada con el Ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, fijada para el jueves 29 y de un «trascendido periodístico» acerca de una reunión con el presidente Macri, el cónclave definió establecer una política tendiente a «agotar el diálogo». El acuerdo de compromiso dentro de la CGT implica que los sectores más reticentes a concretar la medida de fuerza tienen un poder de veto superior a las fuerzas concretas que representan.
Y del otro lado, que los sectores más decididos a parar no están dispuestos a llevar a fondo esa pelea. Algo de esto se vio ayer, cuando Luis Barrionuevo señaló que «lo mejor para el país sería que no tengamos que hacer el paro». Héctor Amichetti, dirigente gráfico y miembro de la Corriente Federal de Trabajadores (CFT), señaló a Tiempo que en la reunión «nadie dijo que confiaba en este gobierno, y hubo consenso sobre la necesidad de dar una respuesta gremial. Todo el mundo estuvo de acuerdo en facultar al consejo directivo.»
El gráfico, sin embargo, manifestó que, si bien «respetamos las decisiones de la conducción, planteamos la necesidad del paro desde antes de la reunificación», y continuó, «hay compañeros que creen que hay que agotar todas las instancias. La inmensa mayoría piensa que el gobierno no va a cambiar y que la medida es irreversible.» Para el referente moyanista Omar Plaini, «se busca forzar que el aguinaldo quede exento de Ganancias y la reapertura de paritarias o algún mecanismo de compensación».
En contraste con los sectores más conservadores que bregan por la «gobernabilidad», el dirigente de los canillitas señaló que «nosotros tenemos responsabilidad institucional, pero la gobernabilidad depende del gobierno, nosotros no gobernamos». Amichetti señaló que «privilegiamos aceptar la política de agotar los tiempos si sirve para que vayamos todos juntos a una medida». En esas condiciones se corre el riesgo de que, entrado noviembre, el reclamo por la reapertura de las paritarias se diluya en la exención de Ganancias del aguinaldo y un bono de fin de año. En el medio de la experiencia, claro, el poder adquisitivo y los puestos de trabajo seguirán cayendo. «
Sobra el consenso en las bases
Héctor Daer manifestó que la indefinición de la fecha del paro persiguió el objetivo de «agotar todas las instancias para que toda la sociedad esté consciente de lo que estamos planteando, hacia dónde vamos y porqué tomamos las medidas que tomamos. Por eso actuamos de esta manera». Sin embargo, según una encuesta de la consultora Analogías sobre 1558 casos del GBA, el 57% de la población «se mostró a favor de que la CGT convoque a un paro general» sobre la base de que el 57,2% consideró que «la situación de los trabajadores empeoró durante el nuevo gobierno».
Por otro lado, el 59% cree que «hay que reabrir las paritarias» como resultado de la inflación y el 60% que «el gobierno arbitra en favor de los empresarios».
El clima en el seno del movimiento obrero pareciera ser aun más proclive a una medida de fuerza general como se pone de manifiesto en la conflictividad en el gremio aeronáuticos, entre los bancarios y los docentes de todos los niveles, entre otros. El viernes acciones de lucha lograron reincorporar a 100 despedidos en Bimbo y a otro tanto en Ecotrans. El paro de estatales y docentes del martes 27, con seguridad será masivo. Una realidad que contrasta con las dilaciones en la CGT.