Casi con el pie a bordo el avión, a 24 horas de partir rumbo a Grecia en un viaje que la tendrá una semana fuera del país. En su última actividad pública antes de la gira por Europa, la expresidenta Cristina Fernández eligió visitar a la sede del sindicato de docentes privados (Sadop) en lo que terminó siendo un acto relámpago. Así, Cristina compartió varias horas de la tarde con secretarios generales, delegados de base y dirigentes intermedios de un número nada desdeñable de sindicatos.
La exmandataria dedicó el eje central de su mensaje a hacer un llamado profundo e insistente a la unidad del sindicalismo argentino. «Les vengo a pedir a los trabajadores, cualquiera sea el lugar que ocupen, que por favor trabajen por la unidad del movimiento obrero. Es clave», exhortó CFK desde el auditorio del segundo piso de Sadop, en el barrio porteño de Once. La acompañaban los representantes de la Federación Gráfica Bonaerense, Héctor Amichetti; del Sindicato de Obreros Curtidores del Cuero, Walter Correa; de Trabajadores Judiciales (Sitraju), Vanesa Siley, y la secretaria adjunta del gremio anfitrión, María Lázzaro.
Otro de los párrafos que enseguida fue reproducido por los medios fue una alusión indirecta al calendario electoral en el que buena parte de sus simpatizantes la imaginan (o la quieren) de candidata. Fue un momento del discurso en el que Cristina recordó «los honores» que ya tuvo en su carrera política: recordó que fue la compañera de Néstor Kirchner y que fue elegida por sus compatriotas dos veces para ejercer la Presidencia. «Sin gritos, pero yo me excluyo, mi mayor honor es poder ayudar a la unidad. Para mí lo más importante es que vuelvan ustedes: los jóvenes, los trabajadores, los empresarios, los comerciantes, los estudiantes, los científicos, los que trabajan. Esto es lo importante y el movimiento obrero tiene una inmensa responsabilidad en esto», fundamentó.
Testigos directos que la escuchaban dentro del pequeño teatro del gremio docente privado interpretaron esa frase como un modo elegante de dejar entrever que, finalmente, no será candidata a senadora por la provincia de Buenos Aires. Otros allegados que también estaban en el auditorio, ante la consulta de Tiempo, fueron mucho menos tajantes. Incluso no descartaron cualquiera de las dos opciones: que sea candidata, o que no compita en las listas pero que sí participe activamente en la campaña. «Hay que esperar, ella lo va a definir sobre la fecha de inscripción de candidaturas», comentó un colaborador de la dirigente del FpV que fue dos veces presidenta. El allegado hasta mencionó la fecha límite del plazo legal para inscripción de precandidaturas: el sábado 24 de junio.
En un tramo de su exposición, la exmandataria se refirió al fallo dividido de la Corte Suprema que resolvió aplicar la ley penal más benigna (el llamado «2 x 1») a Luis Muiña, un represor civil condenado por crímenes de lesa humanidad cometidos en 1976 en el centro clandestino de detención que funcionaba en el Hospital Posadas. «Ayer (por el miércoles) se dio un retroceso de 20 años en un tema como son los Derechos Humanos, en los que Argentina ocupó un lugar de ejemplo en el mundo desde el año 2003. Todavía no sabemos qué pasó con muchos de los desaparecidos. Siento que con esto se los hace desaparecer dos veces», advirtió. «Quiero vivir en una Argentina en la que los genocidas no caminen por la calle. Lo de ayer (por el fallo del máximo tribunal) es un punto de inflexión y yo creo que la sociedad va a encontrar los caminos para retrotraer esto», subrayó. Pocos minutos después de que culminara el acto, los organismos de Derechos Humanos lanzaron una convocatoria para un acto frente al Palacio de Tribunales convocado para el próximo miércoles 10 de mayo a las 18.
La visita de Cristina a Sadop, uno de los cinco gremios con presencia en todo el país que conforman la Mesa Nacional Docente, incluyó también una sorpresa para quienes siguen con atención la agenda de la ex mandataria. A modo de anuncio, CFK informó que había resuelto cancelar una parte de sus actividades en Europa porque consideraba que no era el momento de estar dos semanas fuera del país. Lo que suspendió fue su presencia en la Universidad de Oxford, una disertación que era convocada por la Oxford Union, una sociedad de debate fundada en 1823 que reúne a universitarios, docentes y personalidades invitadas. «Salgo mañana (por el viernes), pero el capítulo inglés no lo voy a hacer. Decidí no estar tanto tiempo afuera», comentó. En ese momento también ironizó sobre las críticas que buscaban desacreditar la invitación a la tradicional casa de estudios de Gran Bretaña. «Se volvieron locos por Oxford», se rió.
Advertencias sobre el futuro
En un momento del acto, Cristina analizó la composición del gobierno de Mauricio Macri y vaticinó que tras las elecciones la administración de Cambiemos intentará «ir por los sindicatos». También adelantó que la gestión macrista tratará de modificar la jubilación estatal y utilizar los fondos del ANSES. El martes, durante un asado en la casa de Juan Cabandié, había hecho el mismo pronóstico frente a un grupo de intendentes bonaerenses.
«Nos enfrentamos por primera vez a un gobierno de patrones, de gente que da órdenes y que reacciona mal cuando no les hacen caso. Van a ir por los sindicatos porque, necesariamente, tienen que bajar el precio del salario en dólares, que para ellos es una mercadería, y porque lo consideran muy alto. Después van a ir por el sistema previsional», avisó desde el palco. Frente a ella la escuchaban, con gesto circunspecto, dirigentes y delegados de La Bancaria, ATILRA (lecheros), UOM (metalúrgicos), SATSAID (televisión), FATICA (Federación de Trabajadores de la Industria del Cuero), SUTERH (porteros), ATE Capital, APSEE (personal superior de empresas de energía), APLA (pilotos), UOMA (molineros), Farmacia, SECASFPI (trabajadores de ANSES), SOEA (Aceiteros de San Lorenzo) y CEA (Confederación de Educadores Argentinos), entre otros gremios. En la primera fila del auditorio se pudo ver a Daniel «Tano» Catalano (ATE Capital), Víctor Santa María (SUTERH), Víctor Carricarte (farmacia), entre otros secretarios generales.
Tal como estaba pautado, la visita de Cristina a SADOP tuvo todos los elementos de un acto visiblemente sindical. Con ese entorno como bienvenida, la ex mandataria profundizó sobre cuál debería ser, en su lectura, la acción del sindicalismo en esta coyuntura. «Hay que volver a organizar las comisiones internas de delegados, las juntas seccionales. A los que están arriba les digo, a los que están muy arriba sobre todo, que todo lo que tienen y lo que son se lo deben a los trabajadores. Por eso es necesario que vuelvan a verse como dirigentes de ese movimiento obrero que los hizo ser lo que son», remarcó CFK en un párrafo que estuvo dirigido, sin dudas, a los miembros del triunvirato de la CGT y a los secretarios generales de los sindicatos más poderosos. De hecho, la propia Cristina deslizó que a veces hay dirigentes que, más allá de su propia visión del mundo y del país, optan por el inmovilismo porque están condicionados. Se refería, aunque no lo dijo con todas las letras, tanto a acciones de inteligencia como a amenazas judiciales. A un mes del paro general del 6 de abril, la mayor parte de esos dirigentes evitó poner fecha para una nueva medida de fuerza y retomó una estrategia cautelosa ante el Ejecutivo. «Los argentinos necesitan representación sindical, porque no basta con la representación política», agregó Cristina.
Al momento de repartir las críticas, la ex presidenta también aludió a errores y equivocaciones propias, tanto del kirchnerismo en general como, en particular, de sus dos mandatos. «Mi gran fracaso como presidenta fue no haber podido hacerles ver a todos los argentinos que habían progresado económicamente que ese progreso era producto de un modelo político, económico y social», reconoció. Luego, en otro tramo del acto, CFK elogió el carácter poco solemne y falto de prejuicios de Néstor Kirchner, un abogado al que no le interesaba mantener esa distancia doctoral que muchas veces caracteriza al ambiente del Derecho. «A él le importaba tres pitos la solemnidad. Rompía los clichés. Por ahí a mí me salía una cosita más de fruncir la nariz. Él me enseñó mucho, me ayudó mucho», se confesó Cristina mientras recibía gestos de cariño por parte de las dos gremialistas mujeres que la flanqueaban en el palco.
El mensaje central, en cualquier caso, fue el mismo que ella misma había remarcado en la cumbre del martes, con intendentes y legisladores de la provincia de Buenos Aires: el llamado a la unidad. En la sede de Sadop, la unidad a la que convocó involucraba al sindicalismo. «Les pido que nos den una mano para reconstruir la Argentina. Y, por favor, no lo estoy haciendo desde mi persona. Me excluyo. Me excluyo y que nadie grite nada. Me excluyo porque es necesario enseñar a pensar a la gente, sin que la confundan con falsos dilemas o estúpidas contradicciones, o un nombre o un apellido», planteó. «Quiero ser la que más ayude a construir esa unidad del movimiento obrero, de los compañeros y de una sociedad democrática. Porque sólo la unidad del campo nacional, popular y democrático permitirá reconstruir lo que han destruido, pero no para volver al pasado», insistió. Era la definición que resumía todo su diagnóstico, un planteo sobre el presente que pone el foco en el futuro.