La clave es reinventarse. Pero reinventarse individual y colectivamente. Y entender que para enfrentar el ataque constante de la mayoría de los medios, que desean ver perder al peronismo y al kirchnerismo en la campaña bonaerense, la única respuesta pasa por sintonizar y expresar los sustratos de emoción y climas de opinión que circulan por abajo, cotidianamente y sin ser amplificados por las pantallas, en franjas significativas de la sociedad. Antecedentes recientes apuntalan el optimismo. Dos candidatos atacados por la gran mayoría de los medios, y que sin embargo se impusieron o sorprendieron con una elección mucho mejor de la esperada en sus respectivos países: son Donald Trump, y el ascendente laborista británico Jeremy Corbyn.

Asesorada por expertos, interesada particularmente en la relación entre redes sociales, información y vida cotidiana, con vocación de incorporar cosas nuevas y aprender, la ex presidenta Cristina Fernández estrenó toda la reingeniería de su plataforma electoral durante su aparición en el estadio de Arsenal. La mayoría de los medios, ese día, mostró el impacto del cambio. Algunos comunicadores-estrella de los grupos mediáticos enfrentados al kirchnerismo se vieron desacomodados. “Se duranbarbizó”, fue la rápida conclusión, una reacción que intentaba asimilar todo lo nuevo que exhibía Unidad Ciudadana a las recomendaciones del gurú de Cambiemos. Pero se equivocaban: los cambios habían empezado mucho antes.

La coordinación entre la campaña territorial y la difusión de hashtags unificados, que eran compartidos por los militantes, los simpatizantes y los adherentes más activos en las redes, debutó en la ciudad de Buenos Aires y el GBA con las campañas #ElFracasoDeMacri, #LoQueElCambioSeLlevo y #ElTrabajoPrimero.

Tres dirigentes del PJ y el kirchnerismo fueron responsables de que se actuara en conjunto, entre redes y recorridas de candidatos, en el Área Metropolitana de Buenos Aires (CABA más GBA): Víctor Santa María, titular del Suterh, el presidente del PJ bonaerense (hoy de licencia) Fernando Espinoza, y Mariano Recalde, primer precandidato a legislador porteño por la coalición progresista y de centroizquierda Unidad Porteña. Fueron ellos quienes acercaron a los cuarteles del justicialismo al experto en comunicación política catalán Antoni Gutiérrez-Rubi, fundador de la consultora Ideograma, con presencia en ocho países, y ex asesor del socialista Alfredo Pérez Rubalcaba.

Fue Gutiérrez Rubi quien exhortó a los dirigentes del PJ y del mundo K a actualizarse en la planificación de las campañas electorales según lo que comparten en sus redes sociales los usuarios de Internet (los llamados metadatos o Big Data). Establecido en Buenos Aires, el catalán se convirtió en un coach muy escuchado para los candidatos de los dos lados de la General Paz: también relativizó la idea de que los grupos de medios tienen un poder absoluto en la visibilización o invisibilización de candidatos y proyectos en puja. Para Gutiérrez Rubi, la victoria o la derrota en la batalla comunicacional previa a una elección reside en la capacidad de poder sintonizar con, por ejemplo, “el estado de ánimo y la efervescencia y lo que está esperando buena parte del electorado”. Así se explica, razona el asesor, el triunfo de Trump en Estados Unidos.

Desde la tradición laborista británica, mucho más cercana ideológicamente al kirchnerismo, y encarnando la satanizada ala izquierda de su partido, Corbyn logró en buena medida lo mismo que Trump. Con su campaña “Fort the many, not the few (para los muchos, no para los pocos)”, hizo crecer en 10 puntos al laborismo, quedó a 2 puntos de los conservadores y dejó sin mayoría absoluta a Theresa May. Fue una excelente elección. En los spots audiovisuales, y en las historias que se viralizaron por Facebook, Twitter y otras redes sociales, Corbyn mostraba la desesperanza, cierta tristeza y la preocupación que reina en amplios sectores de la población de Gran Bretaña: la clave estaba, además, en cómo lo transmitía: sin hablar mucho, escuchando a la ‘common people’ (gente común), transmitiendo cercanía, dando ánimo y esperanza pero sin mostrarse épico y mucho menos eufórico.

Los antecedentes de Corbyn, de Trump representando las expectativas destruidas de ascenso social y la desorganización de la vida del obrero industrial medio norteamericano, son ejemplos que están siendo estudiados en el comando de campaña de Unidad Ciudadana.

Cristina está tan interesada en estos temas, y en su incidencia en esta campaña electoral en la que se juega todo, que mantiene diálogo constante con los especialistas que le acerca gente de su confianza. Es el caso del ecuatoriano Vinicio Alvarado, estratega de comunicación política que supo trabajar con su compatriota Jaime Durán Barba. A diferencia del gurú del PRO, Alvarado es un colaborador de estrechos vínculos con el ex presidente de Ecuador Rafael Correa. Según pudo saber Tiempo, CFK mantuvo algunas conversaciones por Skype con Alvarado, con quien analizó algunos aspectos de la campaña. Unidad Ciudadana, vale recordarlo, comparte algo más que el término ‘ciudadanía’ con la Revolución Ciudadana que fundó Correa. «

Homenaje

CFK recordó ayer a Juan Domingo Perón al cumplirse el 43°aniversario de su fallecimiento. A través de su cuenta en la red Twitter, escribió: “Supo interpretar los hechos y llevar adelante las ideas que marcaron el Siglo XX”.