“Tinieblas y amanecer de Rusia” fue la novela de Alexei Tolstoy sobre los años previos y los iniciales de la revolución que liderara Lenin en 1917 para modernizar Rusia, por la vía revolucionaria, con la meta de construir el socialismo. Después de las guerras centroamericanas de los años 60, 70 y 80 del pasado siglo, en la subregión hay un consenso en favor de la paz como condición y la democracia política, social y económica, como meta de la modernización centroamericana.
Ese amanecer tarda en despuntar en el horizonte, más aún después de la crisis Covid 19 que azota al mundo. La CEPAL calcula que el PIB de Centroamérica decrecerá en casi 10 % en 2020 y que el desempleo crecerá en proporción semejante. La informalidad que era en 2018 de casi de dos tercios de la población económicamente activa aumentará. La pobreza de ingresos superará el 50% de la y se calcula que más de 2 millones de personas en Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador recibirán el 2021 con un ingreso diario de 1,80 dólares. Esos cuatro países, después de Haití, son los peor evaluados en el índice de desarrollo 2020 en el subcontinente.
Simultáneamente la crisis COVID ha desnudado la pobreza de los sistemas de salud pública en los cuatro países y mostrado crudamente un mecanismo perverso de causación circular que aumenta la concentración de ingresos en una minoría y acrecienta la desigualdad social dramáticamente.
Ese cuadro social tenebroso coexiste con la realidad de una subregión inmensamente rica en la producción literaria, que vale la pena recordar en estas fiestas. Es para que todos los habitantes, especialmente los niños y los jóvenes, aumenten su autoestima y orgullo por pertenecer a esas patrias.
La esencia de la historia es el cambio y la literatura es el arte de usar apropiadamente el lenguaje para, la mayoría de las ocasiones, reflejar esos cambios.
Ruben Darío, nacido en Nicaragua, fue el poeta universal, creador e impulsor del modernismo americano, como movimiento literario que rompió con los anteriores cánones de la poesía en español, y constituyó una revolución en el uso del lenguaje para expresar de manera distinta sentimientos y reflejar situaciones a fines del siglo 19 y comienzos del 20. Como Gaudí en la arquitectura, Darío en la poesía inventó formas nuevas de expresión artística.
Miguel Ángel Asturias, guatemalteco, galardonado en la ex Unión Soviética con el premio Lenin y en Suecia con el Premio Nobel de Literatura, es el antecesor del boom latinoamericano de los años 60. Su uso de técnicas narrativas innovadoras que resplandecen en Cortázar, Rulfo, Fuentes, Vargas Llosa. La recreación del mundo mágico de los mayas, en el realismo mágico de su obra, 20 años después brilló con fulgor propio en las creaciones de García Márquez.
El mundo mágico de la cosmogonía maya y el surrealismo leído en Europa, son las fuentes nutricias de sus creaciones literarias. “El Señor Presidente” y “Hombres de Maíz” para citar solo dos de su extensa obra son un ejemplo de esa lúcida fusión.
Augusto Monterroso, nacido en Honduras, residente en Guatemala y México, es el inigualable cultor de la brevedad en la creación literaria. “El Dinosaurio” donde solo 7 palabras sintetizan un mundo de percepciones y sentires es su obra maestra en ese estilo. “La oveja negra”, “La letra C” y novelas como “Lo demás es silencio” configuran una original y exquisita obra literaria. Lo hizo merecedor de varios premios en México, Guatemala, y el premio “Príncipe de Asturias” en España.
Roque Dalton, salvadoreño, y su obra poética y literaria, fue definido varias décadas antes de que naciera, en unas palabras usadas por García Lorca para presentar, ante otros escritores españoles, al gigante, aún poco conocido entonces, Pablo Neruda, cuando dijo : “Este es un gran poeta , más cerca de la sangre que de la tinta”.
En efecto Dalton vivió y murió en plenitud de la vorágine de violencia que envolvió varios años a El Salvador, ejecutado por un grupo armado al que el pertenecía. Fue víctima de una psicopatía guerrerista que quiso apartarlo del camino por su manera de ser heterodoxa. Lo era en la vida, la literatura y la política. Terminada la guerra fría y alcanzada la paz en su patria se han publicado tres tomos de su obra bajo el título de “No pronuncies mi nombre”.
Alaide Foppa, guatemalteca, nacida en Barcelona, con padre argentino y madre chapina, fue poeta, crítica literaria, traductora, académica como esposa de exiliado, maestra, en la Universidad Autónoma de México (UNAM) y fundadora de la revista FEM. Fue la primera publicación feminista latinoamericana de periodicidad semanal. Alaide integra el grupo de desaparecidos por el estado dictatorial de Guatemala. Su obra literaria, recogida en “El ave fénix. Las palabras y el tiempo” “La sin destino” “Los dedos de mi mano” “Conversaciones con José Luis Cuevas” es como fue ella: bella de físico y alma. Su vida y la de algunos de sus hijos son un testimonio de una época heroica y trágica.
Ernesto Cardenal, nicaragüense, tuvo semejanzas con Rubén Darío en su grandeza poética, en su patriotismo libertario y en la intensidad de su vida pública. Sus poesías son dichas en toda América Latina, por su belleza y estilo, por la sencillez y profundidad de sus versos. Cardenal expresó siempre sus opiniones rupturistas en la Iglesia y en el sandinismo, de cuya dirigencia se retiró, después de desempeñarse como Ministro de Cultura, en el primer gobierno sandinista. Juan Pablo II lo recriminó públicamente por su adhesión al sandinismo y a la teología de la liberación y el Papa Francisco lo rehabilitó. “Hora 0”,”Cántico Cósmico” “Antología” “Canto Nacional” son algunas de sus abundantes publicaciones. El poeta fue candidato al Nobel y recibió el premio de poesía iberoamericana Pablo Neruda en Chile, varios premios literarios en México y el premio Reyna Sofía en España.
Son solo seis escritores de cuatro países porque ya están fallecidos y constan en la historia de la literatura latinoamericana y mundial. Hay muchos más. Centroamérica, con solo el 1% de la extensión territorial y la densidad demográfica del mundo, ha tenido un amanecer maravilloso en la literatura y aún no tiene un amanecer soleado en la vida social y política. Anquilosadas obligarquías, autocracias civiles corruptas, militarismos inveterados, siguen frenando y acechando la libertad con justicia y la democracia, con progreso social. Impiden inaugurar una nueva historia para sus sufridos pueblos.
El gran poeta ruso Evgueni Yevtushenko, en una tertulia compartida en una residencia universitaria, le dijo a quien escribe: “Cualquier pueblo, grande o pequeño, si tiene un poeta de magnitud, tendrá historia”.