Los ideólogos neoliberales suelen ser los que más ponen el acento en cuestiones psicosociales para analizar la economía. La utilización de palabras como «confianza» y «expectativas» abundan en su argumentación.
El manejo de las expectativas fue un objetivo político central del gobierno de Mauricio Macri. El presidente y sus funcionarios lo hicieron desde el minuto uno. La idea del «segundo semestre»; la imagen de la «luz al final del túnel», que en su momento esgrimió la vicepresidenta Gabriela Michetti, tenían por objetivo generar «buenas expectativas» sobre el futuro para que la población aceptara digerir el ajuste. El macrismo consiguió su objetivo, teniendo idas y vueltas con las medidas, y logró renovar la «confianza» electoral en octubre del año pasado. A partir de allí, en especial luego de la reforma previsional, las expectativas y la confianza comenzaron a caer en picada.
La tendencia fue confirmada esta semana por la habitual encuesta que realiza la Universidad de San Andrés (UdeSA), que se realizó antes de la megadevaluación. «La satisfacción con la situación general cae de modo constante», remarcó Diego Reynoso, investigador del Conicet y director de la Encuesta de Satisfacción y Opinión Pública de la UdeSA.
Los números que el sondeo arrojó este mes son lapidarios. El 70% está insatisfecho con la marcha del país y sólo un 19% está satisfecho. Las cifras de la aprobación de la gestión de Macri son similares. El 64% la desaprueba y sólo un 34% la respalda.
Hay un indicador que probablemente genere urticaria en el equipo de comunicación de Cambiemos. El 68% de los consultados considera que su situación empeoró desde que Macri asumió el poder. Sólo 13 puntos consideran que está mejor y otros 13 evalúan que sigue igual.
La encuesta desglosa por temas esta evaluación retrospectiva. Aquí aparece la economía como el punto más débil del oficialismo. Por ejemplo, en materia de inflación, el 70% considera que CFK manejaba mejor la situación que Macri. Respecto del desempleo hay un 63% que considera que la gestión anterior era más eficiente que la actual y un 62% opina lo mismo sobre los salarios.
«Todo esto deja claro que el punto central de la caída de respaldo al oficialismo y el pesimismo sobre el futuro son por la economía –confirmó Reynoso–.Eso no logra taparse con el tema de los cuadernos porque en este momento para la sociedad la corrupción es una preocupación secundaria».
Otro sondeo que circuló en los últimos días, y que muestra cifras similares respecto de las expectativas sobre el futuro, es el de Ricardo Rouvier. En esa encuesta hay un 70% que piensa que el gobierno no logrará disminuir la inflación.
«La población está sumergida en una gran incertidumbre –dijo Rouvier–. Nadie sabe qué va a pasar con el gobierno. Aparecen rumores sobre una gestión de transición. No sé si va a pasar eso, pero las versiones empiezan a tener consistencia por la situación».
El sociólogo destacó un dato que debería prender las alarmas de toda la dirigencia política, a pesar de que el más golpeado sea el oficialismo. «Hay un tufillo a 2001 y la potencialidad de una crisis de la política en su conjunto. El tema de los cuadernos y la recesión le pegan a la política durísimo».
«De todos modos –agregó Rouvier–, la mayoría de la sociedad quiere que el gobierno termine su mandato. Esto ocurre a pesar de que es muy distinta la situación de los sectores más vulnerables económicamente, que por momentos quieren que todo cambie de inmediato por la angustia que tienen, y la clase media, que también está enojada pero que prefiere el orden institucional». «