Hacer referencia a la figura de Carlos Mugica, cura asesinado por la «Triple A» un 11 de mayo de 1974, no es algo novedoso, ya que su persona fue motivo de videos, documentales, películas, foros y libros, y lo sigue siendo (la nueva edición del excelente El Inocente, de María Sucarrat es buen ejemplo de esto).
Pero no está de más aclarar algunas cosas y profundizar otras al mirar la figura de Carlos en nuestro tiempo. Se lo suele presentar como un «cura villero», lo cual resulta ambiguo, sin duda. Para empezar porque el grupo de curas en villas de emergencia pasó por diferentes etapas, personajes y criterios pastorales en su historia, pero además con los estándares actuales de lo que se ve de los «curas villeros» sería difícil afirmar que Mugica lo era: celebraba también fuera de la villa (en Villa Luro los sábados y en pleno centro la tarde de los domingos), era profesor en la Universidad de El Salvador, no vivía en la villa, y tuvo una enorme injerencia en los espacios políticos, cosa que expresamente los curas villeros evitan. Pero sí es cierto que concentró su ministerio pastoral en la Villa 31 y por sus «hermanos villeros» se jugó hasta el fondo.
No está de más preguntarnos qué haría o diría hoy Carlos. Y digámoslo es imposible saberlo. Pero sí podemos ver qué decía en circunstancias que en algunas cosas se asemejaban a las actuales; cuando se pregunta acerca de su rol (y el de los curas en general) ante la realidad socio-económica decía:
«El problema hoy, en la Argentina, está en convalidar o no el sistema capitalista liberal vigente, inevitablemente subordinado al imperialismo. Y aquí no cabe el apoliticismo del sacerdote. Los claros pronunciamientos del Magisterio no nos dejan opción. Jamás podremos adherir a un sistema como el vigente en la Argentina, afirmado esencialmente en la explotación del hombre por el hombre. Un sistema cuyo motor es el lucro y que provoca, cada día, desigualdades más irritantes, ya que como dice Pablo VI los ricos se vuelven cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. (El sacerdote y la política)».
Es curioso escuchar, de parte de quienes sí «se meten en política» desde el silencio y la complicidad, que no es tarea de los curas hacerlo; como si el cura pudiera permanecer callado ante la muerte de su pueblo (o su rebaño, si se quiere utilizar la metáfora pastoril propia de la Biblia). Carlos no dudaba en jugarse y comprometerse desde lo que él y los suyos (porque nunca habló desde su mera opinión, sino siempre como voz de un equipo o grupo) estaban convencidos que era lo mejor para los pobres.
Por eso, en la recientemente «resucitada» «Misa para el Tercer Mundo» cantaba:
«Tú que estás a nuestro lado fuerte yresucitado para empujarnos en la luchacontra la injusticia y la explotación. Señor, piedad, Señor».
Para decirlo sencillamente, los pobres lo convirtieron a Mugica. Lo convirtieron en el encuentro con un Dios que prefiere a los pobres, que vive entre los pobres y que habla por los pobres. Sistemas que perjudican a los pobres eran claramente denunciados por su vehemencia y claridad. Es de recordar la pelea fuerte que tuvo con J. A. Martínez de Hoz en la Universidad de El Salvador por la defensa de este del capitalismo. Es de recordar el rechazo que Carlos tenía por el Sheraton y los Torinos, los dos «sacramentos» de la riqueza de entonces. Y es de recordar su renuncia pública y consensuada al Ministerio de Bienestar Social porque los pobres no eran tenidos en cuenta (y de recordar que después de esto pronunció su frase «profética»: «López Rega me va a hacer matar»). Es evidente que cuando Carlos (o un cura) hace una clara opción por los pobres, contra la pobreza, cuando denuncia que esa pobreza es causada por políticas y por personas, a la vez que hay políticas y personas que promueven o alientan políticas adversas que benefician a los pobres, y que los pobres las reconocen como propias, esa denuncia molesta a los poderosos, y deciden sacarse de encima al profeta. A Carlos se lo sacaron de encima, pero su palabra y su ejemplo siguen vigentes como siempre. <
*Coordinador del Grupo de Curas en Opción por los Pobres