El próximo 28 de junio Venezuela deberá asumir la presidencia pro témpore del Mercosur, por primera vez desde que ingresó al Mercado Común del Sur, en 2012. De allí la urgencia del líder opositor Henrique Capriles en buscar aliados para que todos los organismos regionales impongan duras sanciones al gobierno de Nicolás Maduro. El argumento es que el chavismo se niega a aceptar el referendo revocatorio, lo que representaría una violación a la Constitución de 1999.
Más allá de que para las autoridades ejecutivas y el Poder Judicial venezolano el procedimiento se está cumpliendo según plazos y disposiciones establecidas en la Carta Magna, la Mesa de Unidad Democrática (MUD) pretende que la OEA, Mercosur y la Unasur aplique la cláusula democrática y así cerrar el cerco sobre el chavismo, golpeado desde la elección del 6 de diciembre pasado, cuando perdió el control de la Asamblea Nacional.
Capriles hizo una gira por Asunción, Buenos Aires y Brasilia, donde desplegó su arsenal de estrategias para plasmar su objetivo. Enfrentado a Maduro, y a la cabeza de la oposición, Capriles necesita que los gobiernos conservadores le den una mano decisiva. Ni bien asumió Mauricio Macri, sus primeros gestos fueron para apurar la caída de Maduro. Pero desde que se presentó la candidatura de la canciller Susana Malcorra a la Secretaría de la ONU, el gobierno argentino viró a posiciones más contemplativas, sabedor de que necesitaría los votos latinoamericanos si aspira a quedarse con el cargo del coreano Ban Ki-moon.
Por eso frenó el impulso del uruguayo Luis Almagro en la OEA con un pedido de negociaciones entre oficialismo y oposición en Venezuela y no un reclamo de sanciones contra Caracas. Porque, además, Malcorra es consciente de que una cosa es Capriles y otra el resto de la MUD, que no es un grupo homogéneo y entre sus filas cuenta con personajes que no dudarían en sumergir a ese país en una guerra civil, con tal de terminar con el chavismo.
Capriles alertó desde la Casa Rosada que si «Venezuela explota» va a afectar «en la Argentina y en todo Latinoamérica». En el Planalto fue más específico: «sería inaceptable» que Maduro «asuma la presidencia del Mercosur». «