Los cancilleres del G20, reunidos este viernes en la ciudad indonesia de Bali, no lograron acordar un pronunciamiento sobre la guerra en Ucrania ni cómo enfrentar los impactos globales del conflicto, tras una jornada que puso en evidencia la división este-oeste impulsada por China y Rusia por un lado y Estados Unidos y Europa por el otro.

La cita de Bali es el preludio de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que se realizará en noviembre en la isla indonesia, programada para discutir la recuperación mundial tras la pandemia del coronavirus, pero cuya agenda se volcó a la invasión rusa a Ucrania, que sacudió los mercados mundiales, disparó los precios de alimentos a nivel global y generó denuncias de crímenes de guerra rusos.

Los participantes expresaron «su profunda preocupación por las consecuencias humanitarias de la guerra» en Ucrania, dijo la ministra indonesia, Retno Marsudi, al clausurar la reunión de este foro de potencias industrializadas y emergentes

Sin embargo, el G20 no condenó unánimemente la invasión rusa y solo «algunos de sus miembros» lo hicieron, agregó.

El encuentro se vio empañado por el asesinato del ex primer ministro japonés Shinzo Abe durante un acto electoral en su país.

Estados Unidos y sus aliados occidentales multiplicaron la presión contra el Kremlin para que ponga fin a la guerra en Ucrania, iniciada el pasado 24 de febrero.

El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, y su homólogo ruso, Serguei Lavrov, coincidieron por primera vez desde la invasión rusa en este encuentro de jefes de la diplomacia, según informó la agencia de noticias AFP.

En paralelo, EEUU intentará reabrir el diálogo con China en un encuentro mañana de Blinken con el ministro de Relaciones Exteriores Wang Yi, el primero después de meses de tensiones.

La cita se da en momentos que el presidente estadounidense, Joe Biden, dijo que espera conversar las próximas semanas con su homólogo chino, Xi Jinping, con quien habló por última vez en marzo.

«Lo que hemos escuchado hoy es un gran coro de todo el mundo, no sólo de Estados Unidos (…) sobre la necesidad de poner fin a la agresión», dijo Blinken a los periodistas.

En su intervención, el jefe de la diplomacia estadounidense denunció la responsabilidad de Moscú en la crisis alimentaria y energética mundial y pidió a Rusia que autorice la salida de granos de Ucrania.

Si bien coincidieron en la misma sala y al mismo tiempo, Blinken y Lavrov se ignoraron deliberadamente durante toda la jornada.

El ruso abandonó los discursos mientras hablaba su par estadounidense, además de ausentarse cuando su homóloga alemana, Annalena Baerbock, habló en la sesión de apertura y justo antes de que el canciller de Ucrania, Dmytro Kuleba, hablara por video en la segunda sesión.

Para Lavrov, si lo que los países occidentales buscan es «derrotar a Rusia en el campo de batalla» en torno a Ucrania, entonces no hay nada de qué hablar con ellos, según dijo después de la reunión.

Por su parte, la portavoz del Kremlin, María Zajarova, consideró que el intento occidental de boicotear a la delegación rusa en la reunión «fracasó» y que «inventaron la historia de que no querían participar en la sesión de fotos, pero comprendieron que quedaban en minoría absoluta».

Por videoconferencia, Kuleba dijo que el lugar de Rusia no son los foros internacionales, sino la justicia.

«Creo que después de todo lo que hizo Rusia (..) no tiene cabida en ningún foro internacional. A un país que está librando una guerra de agresión contra su vecino y comete crímenes masivos y brutales contra la población civil solo se le debe ofrecer un lugar; en el Tribunal Penal Internacional», insistió.

La Unión Europea (UE) culpó a Rusia de las consecuencias en la energía y la seguridad alimentaria de la guerra en Ucrania e insistió en que está en manos del presidente ruso, Vladimir Putin, poner fin al conflicto.

En su intervención durante la cumbre, el Alto Representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell, dijo que la guerra de agresión rusa ha agravado «dramáticamente» la crisis alimentaria, pasando a doblarse en dos años la población que sufre inseguridad alimentaria.

Por su parte, el canciller Santiago Cafiero llamó en Bali a «construir un multilateralismo solidario como instrumento de paz» y sostuvo que «los problemas globales no pueden resolverse de forma unilateral».

Cafiero se reunió con Blinken y Lavrov, ante quienes planteó que «la paz es urgente» y pidió por el fin de las hostilidades en relación a la guerra en Ucrania, informaron fuentes oficiales.

El anfitrión, Indonesia, instó desde el arranque de la cumbre al fin del conflicto, haciendo hincapié en sus graves consecuencias para todo el mundo.

«Es nuestra responsabilidad terminar con la guerra más temprano que tarde y resolver nuestras diferencias en la mesa de negociaciones, no en el campo de batalla», declaró la canciller indonesia Marsudi en presencia de Lavrov.

El mundo apenas se recuperaba de la pandemia y, ahora, los efectos de la guerra «se sienten globalmente, en los alimentos, la energía y los presupuestos», señaló. «Y como siempre, los países pobres y en desarrollo son los más afectados», agregó.

Al terminar la reunión, Marsudi no pudo señalar ningún acuerdo alcanzado por todos los participantes, y se limitó a señalar que había una gran preocupación por las interrupciones en la distribución de alimentos y la producción de energía causadas por la guerra.

Solo «algunos países expresaron su condena al acto de invasión», dijo.

Lo más claro de la jornada fue la división en las posturas de China y Rusia por un lado y la de Estados Unidos y Europa por el otro.

Rumbo a la cumbre de Bali, el canciller chino Wang Yi y Lavrov hicieron escalas en varias capitales asiáticas recabando apoyo para sus respectivas posiciones y fortaleciendo sus lazos entre naciones no aliadas.

Blinken y los jefes de las diplomacias francesa, alemana y británica, por su parte, lo hicieron luego de dos reuniones la semana pasada: las cumbres del G7 y de la OTAN en las que la unidad respecto del tema de la invasión fue férrea.

Sin embargo, la convocatoria más amplia del G20, que incluye al anfitrión Indonesia y también a grandes naciones en desarrollo como India, Brasil o Sudáfrica es mucho más heterogénea y entre estos países reina el escepticismo o la desconfianza respecto de las intenciones occidentales, y un vínculo comercial muy estrecho con China.

Intentando tomar una ruta intermedia, el presidente del G20 de este año, Indonesia, intentó cerrar las brechas posibles, presentando una agenda más diversa.

Sin embargo, no hubo foto de todos los ministros como reza la tradición, ni documento conjunto, informó un alto cargo indonesio.