El optimismo es una postal del pasado en el bloque oficialista de la Cámara Diputados. Desorientado, sin iniciativa y con fisuras en sus entrañas, Cambiemos sólo tiene puesta la mira en la aprobación del Presupuesto.
Sin haber ampliado su base de sustentación política para llevar adelante reformas estructurales, el oficialismo sabe que está sometido a la voluntad de los gobernadores. En ese marco, los principales dirigentes del PRO admiten en los pasillos del Congreso que en esta oportunidad no se trata de «acordar con cuatro o cinco gobernadores», y señalan que será necesario «acordar con todos, porque ellos están en contacto más allá de las diferencias ideológicas que pueda haber».
Para los hombres que llevan adelante las negociaciones la situación no es sencilla, pero el oficialismo está dispuesto a poner los recursos, tanto de la provincia de Buenos Aires como de la Ciudad Autónoma, sobre la mesa de negociación. En Diputados esperan que ese gesto que plasmarán, tanto María Eugenia Vidal como Horacio Rodríguez Larreta, ayude a inclinar la balanza.
Si bien los usos y costumbres del peronismo parlamentario marcan que la oposición no dejará sin Presupuesto al gobierno para el próximo año, desde el oficialismo lo ven como una posibilidad latente. «Ese no sería un problema. Podemos gobernar con el Presupuesto prorrogado. Incluso eso nos daría más aire», le confesó a Tiempo una de las principales espadas de Cambiemos en la Cámara Baja.
La apuesta para los funcionarios y diputados del PRO que llevan adelante las negociaciones con los gobernadores y los diputados opositores es simple. El ajuste que traerá el Presupuesto 2019 lo deberán pagar las provincias que tengan superávit fiscal, por eso, sobre la mesa de negociaciones, el oficialismo pondrá los recursos de la Ciudad y de la Provincia para compensar.
En el bloque que preside Nicolás Massot y que comanda estratégicamente Emilio Monzó aseguran que las negociaciones están bien encaminadas. Lo cierto es que para comenzar la charla los gobernadores pidieron la suspensión del pacto fiscal. Desde el Poder Ejecutivo aún no contestaron pero comienzan a estudiar la posibilidad de suspender el corsé financiero por un plazo determinado.
La ingeniería federal del acuerdo ya se puso en marcha y los involucrados trabajan contrarreloj. «Se vienen meses muy duros. Tenemos cinco meses para salir de donde estamos. El objetivo es llegar. No podemos pensar en ganar las elecciones si no resolvemos esta crisis», explicaron desde Cambiemos, y agregaron: «Vamos a necesitar el apoyo de todas las fuerzas políticas».
Claro que, más allá del deseo y la voluntad, el oficialismo no es ingenuo. «Mientras más cerca de las elecciones estás, es más difícil. Todos juegan a la política y está bien», señaló ante Tiempo un experimentado dirigente oficialista, y enfatizó: «La base de sustentación política se tendría que haber ampliado antes. Ahora, la salimos a buscar, pero es más complejo. Sin esa base no se pueden hacer las reformas estructurales».
Por otra parte, Cambiemos ve que la discusión del Presupuesto en la Cámara Baja se dará ya con un nuevo reordenamiento en los bloques opositores que modificará, en lo formal, la fisonomía del recinto. Para el oficialismo, la fisura que aflora en el Frente Renovador terminará por ser una fractura. Una parte del bloque de Sergio Massa pasará a ser parte del interbloque Argentina Federal y otra parte se incorporará al Frente para la Victoria.
En ese nuevo escenario, y sin saber qué hacer con Elisa Carrió, a la cual los popes parlamentarios del oficialismo consideran un problema, Cambiemos se prepara para enfrentar la última discusión fuerte del año legislativo. Una vez, como casi siempre desde que asumió Mauricio Macri, el final del debate es incierto. Pero a diferencia de lo que sucedía tiempo atrás, en el oficialismo no prima el optimismo. En ese marco, como el primer día, el objetivo de los hombres más políticos de Cambiemos vuelve a ser llegar hasta diciembre de 2019.