Las catástrofes universales suelen ser la antesala de cambios positivos en el mundo. La segunda guerra mundial heredó el estado de bienestar en Europa y algunas reformas importantes en el capitalismo norteamericano. Atenuó la visión individualista subyacente en EE:UU como sostén ideológico del mercado libre auto regulado. La guerra fría fue durante varias décadas la garantía de un mundo sin guerras catastróficas.
Esta tragedia universal que provoca el Covid 19 en lo sanitario, económico, social, político e institucional, sólo dejará vivas y actuantes tendencias que ya estaban presentes antes de la pandemia.
Las diferencias entre los estilos europeo y norteamericano de capitalismo se profundizarán. Es posible que en la conciencia social norteamericana se reduzca la desconfianza hacia el Estado. Y que al menos los demócratas planteen sin rubores un Estado con mayor participación en la salud, la educación y la protección social.
La confrontación comercial y tecnológica que existía entre China y Estados Unidos se convertirá en una suerte de nueva guerra fría entre las dos superpotencias por el dominio económico y tecnológico del mundo.
La producción de la vacuna, que debería funcionar en esfera de cooperación internacional, se ha mostrado como campo de lucha por la hegemonía mundial. Ya hay varias vacunas y proyectos de vacunas en los ministerios de salud de Rusia, EE:UU, Inglaterra y China. Igual que hace 60 años ocurrió con el inicio de la carrera espacial, Rusia encendió La luz al final del túnel y simultáneamente Estados Unidos, Inglaterra y China han puesto millones de euros, dólares y yuanes, para alcanzar su vacuna. Esto incluye sus pruebas en Brasil, México y Argentina para perfeccionar la fase tres.
Las consecuencias económicas y sociales de la pandemia en los países de la periferia serán más agudas y prolongadas que en los que Raúl Prebisch llamó países centrales hace 80 años. En el pensamiento de Prebisch, la clave eran las consecuencias distintas del progreso técnico sobre los precios de los bienes industriales y los bienes primarios. Ahora en el mundo post covid se medirán los distintos grados de desarrollo humano, las capacidades de sistemas de salud públicas para combatir las pandemias y los sistema educativos para educar a las masas en el cumplimiento de las normas que los estados dictan para reducir el contagio.
Estados Unidos y América Latina son el epicentro de la contaminación del Covid-19. Eso habla de que las sociedades de ambas regiones comparten debilidades semejantes en salud pública y educación, a pesar de sus enormes diferencias en niveles de ingreso per cápita y en la división internacional del trabajo.
La crisis Covid ha puesto en evidencia la condición humana sometida a las ideologías y las alineaciones políticas. En España y la Argentina las extremas derechas de esos países pretenden politizar las cuarentenas en un acto de irresponsabilidad sin límites.
Volviendo a las consecuencias terribles que la pandemia tendrá en América Latina, hay que constatar los efectos económicos, sociales, políticos e institucionales que ya se avizoran. La economía y el empleo formal caerán en niveles cercanos al 10% en promedio. La pobreza aumentará a niveles superados hace más de una década.
Y la convulsión social que en octubre del 2019 sacudió la región andina se repetirá. En Chile se agudizará el examen de un modelo neoliberal desgastado por la desigualdad. En Bolivia la lucha por imponer elecciones continuará. En Colombia el desgaste del uribismo se agudizará. En Perú las continuas crisis políticas Presidencia-Congreso y la militarización de la vida pública perseverarán. En Ecuador todos los pasos de las instituciones hablan de que habrá elecciones generales en el 2021. Pero la masa popular está desbordada por la crisis Covid y sus consecuencias y no muestra ningún interés en las mismas.
Una situación inusual puede producirse en EE:UU,donde Trump amenaza con acrecentar las dudas sobre el proceso electoral si éste no le es favorable. Las elecciones norteamericanas pueden terminar volviéndose un proceso judicial, que se decida en Las Corte y no en las urnas.
La crisis del Covid 19 no tendrá las consecuencias benéficas que tuvo sobre el capitalismo la segunda guerra mundial. Sólo la continuación agudizada de las tendencias que ya eran visibles antes de la pandemia.