La noticia de la votación de Argentina en la Asamblea General llegó minutos después de que la botonera en la ONU se tocara a favor de levantar las restricciones económicas que Estados Unidos mantiene con Cuba desde hace más de seis décadas. Los teléfonos de las más altas esferas del gobierno estallaron.
El primero en mover fue Santiago Caputo. El asesor presidencial, que maneja en las sombras cada uno de los movimientos del gobierno, le envió un mensaje a la todavía canciller Diana Mondino consultándole, entre la indignación y la sorpresa, sobre la idoneidad del voto de Ricardo Lagorio, quien todavía ejerce como representante argentino ante la Organización. El mensaje salió a las 15:18 de la tarde. Dos horas exactas después de la votación en Nueva York.
La economista, quien a los golpes aprendió sobre diplomacia, se amparó en las relaciones estratégicas y sostuvo que el voto en favor de la isla no fue más que un movimiento estratégico para garantizar el apoyo de Cuba en el reclamo de soberanía de las Islas Malvinas en el organismo. La respuesta de Mondino no contentó.
Como contó ayer este medio, el presidente se enteró del sentido del voto de sus delegados a través del ahora nuevo Canciller, Gerardo Werthein. El ex embajador en Estados Unidos le hizo saber de primera mano a Karina Milei las buenas nuevas y la secretaria general puso en autos a su hermano. El libertario estalló en furia. “Hay que hacer una purga ya”, se lo habría escuchado decir mientras pasaba su día en la Quinta de Olivos.
Inmediatamente después llegó el caos. El presidente se comunicó con el jefe de gabinete, Guillermo Francos, a quien le ordenó que eche inmediatamente a la ministra de Relaciones Exteriores y amiga. La disposición se cumplió a rajatabla.
Minutos después de la comunicación entre Francos y Mondino, Caputo volvió a aparecer en el teléfono de la ejecutada. La comunicación fue larga, en buenos términos. El asesor le explicó a la cordobesa el conflicto que significaba su disidencia y le hizo saber que fue un error no consultar previamente una postura tan trascendental. La ministra sólo escuchó.
La salida de la canciller que menos tiempo ocupó su cargo desde el retorno de la democracia en 1983 a la fecha desplegó una ola de versiones cruzadas. Desde el entorno de Mondino se encargaron de hacer saber que la ministra había sido víctima de una “cama” por parte de Karina, puesto que -siempre según su entorno- en el gobierno ya sabían el sentido de la votación en la ONU. En el gobierno dicen lo contrario.
En Casa Rosada afirman que Mondino siempre fue la ministra más cuidada. “Le pusimos a Úrsula (Basset) y a Nahuel (Sotelo) para que consultara si tenía dudas de la línea que tenía que seguir y así y todo no entendió”, dijo a Tiempo una fuente con contacto directo con el presidente. El tono fue más de indignación y decepción que de enojo. “Se comió el cuento de lo que le dicen los diplomáticos de carrera que se creen que son una casta intocable, viven en Narnia”, dijeron enojados desde el entorno del presidente.
En los pasillos de Balcarce 50, a pesar de que la salida de la canciller no cayó en gracia, entienden que el cierre de esta temporada en el Palacio San Martín fue el resultado de malos asesoramientos. Los cañones están apuntados al hijo de la propia Mondino, Francisco Pendás. El empresario, quien desde el inicio de la gestión trabaja en paralelo con su madre, habría sido, razonan en el gobierno, quien la instruyó para votar de esta forma. Creen, también, que es el ideólogo de las versiones sobre la supuesta traición de los Milei a la ex canciller.
Con versiones cruzadas, lo cierto es que con la salida de Mondino, la llegada de Gerardo Werthein se consolidó después de meses de especulaciones. El todavía embajador de Estados Unidos se quedará en el país del norte hasta que pasen las elecciones y volverá a casa con varios nombres bajo el brazo. Junto al presidente, y con la elección del próximo líder de EEUU consumada, ambos definirán el mejor candidato para que lo reemplace. “Queremos que sea alguien que esté alineado al 100% con las ideas del gobierno y nos garantice que va a ayudar a profundizar las relaciones entre los países”, dicen cerca del gobierno.
A la par, el gobierno orquestará una ola de auditorías dentro de la Cancillería. La idea, dicen abiertamente, será iniciar una virtual cacería de brujas que les permita conocer la postura de todos los diplomáticos y echar sin rodeos a todos los que no se alineen con las ideas de la libertad. “Ellos tienen que entender que trabajan para el presidente. Si no pueden seguir una línea, se van a tener que ir”, afirman. El reloj está a punto de marcar las 12 y el inicio de la purga.