Fueron dos reuniones diplomáticas que se realizaron en el filo del momento más tenso que tuvo la reunión de cancilleres del G20, que concluyó en medio de reclamos para terminar la invasión de Rusia a Ucrania. El dato pasó casi inadvertido para la coyuntura local, que sigue sumergida en el impacto de la renuncia de Martín Guzmán, pero el canciller Santiago Cafiero concretó encuentros paralelos con los dos protagonistas de la contienda bélica que conmueve a Eurasia. Se reunió con el secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, y con el ministro de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa, Serguéi Lavrov.

Cafiero fue, junto con su par brasileño, Carlos Franco, uno de los dos cancilleres que estuvieron en privado con Lavrov. Las citas se concretaron en el marco de una cumbre donde el resto de los participantes se negaron a posar en la tradicional foto de familia que se organiza en el cierre de cada evento. Todos buscaron evitar al canciller de Vladimir Putin, que se fue antes de la finalización del encuentro en Bali para evitar las críticas de los demás asistentes contra la ofensiva rusa en Ucrania. Los cuestionamientos eran previsibles. La diplomacia norteamericana desplegó una estrategia para aislar a Rusia en el encuentro. Lavrov eligió eludirla y cuestionó a los demás asistentes que se plegaron a la movida. “Durante la discusión, los socios occidentales evitaron seguir el mandato del G20 y tratar los asuntos de la economía mundial”, los acusó. Luego reiteró que las sanciones impulsadas para “aislar a Rusia equivalían a una «declaración de guerra».

Cafiero presenció esos momentos acompañado por el embajador argentino en Washington y sherpa para el G20, Jorge Argüello. Ambos pudieron zafar de la tensión gracias a  la reunión que habían mantenido previamente con Lavrov el mismo viernes. Un par de horas después el Palacio San Martín informó que Cafiero rechazó “el uso ilegítimo de la fuerza y la necesidad de lograr el alto al fuego y retomar el diálogo entre ambas partes para alcanzar la paz”.

Ante el plenario pidió el “cese de hostilidades e inicio de la negociación”. Volvió a ampararse en la Carta de Naciones Unidas, pero al mismo tiempo le reclamó a la OTAN que “se comprometa con el proceso de negociación y paz en Ucrania”. Es el mismo cintureo que aplicó en las últimas semanas y que implicó un llamado el viernes pasado del presidente Alberto Fernández a su par ucraniano Volodimir Zelenski. En la Rosada se siguen amparando en el multilateralismo clásico del primer peronismo.

 Los esfuerzos están puestos en no desairar a Moscú en un momento crítico pero, como contó este diario, la necesidad de Fernández es llegar lo mejor posible a la reunión con Joe Biden que se concretará en dos semanas.

La Cancillería rusa fue escueta sobre la cita con Cafiero. «Durante la reunión se confirmó el rumbo hacia un mayor desarrollo de la asociación estratégica entre Rusia y Argentina. Tuvo lugar un intercambio de opiniones sobre las cuestiones actuales en las agendas internacional y regional, incluida la situación en Ucrania”, informó el escueto pronunciamiento. También sostuvo que el encuentro se dio en el “marco de la presidencia rotativa de Argentina en la CELAC”.

Antes de verse con Lavrov, Cafiero mantuvo una bilateral con Blinken. La cita fue para ordenar la agenda previa de la visita de Estado que realizará Fernández a Washington, el 25 de julio.

El Departamento de Estado también fue muy escueto sobre la cita con Cafiero. El canciller norteamericano repitió «su agradecimiento por la condena de Argentina a la invasión no provocada de Rusia a Ucrania”. Pero insertó una mención que habla de la discreta tensión que hay entre Buenos Aires y Washington por la construcción de la central nuclear Atucha III. Blinken “reafirmó el apoyo» para «el desarrollo de la industria nacional de energía nuclear civil y alentó a la Argentina a «adoptar el protocolo adicional de la Organización Internacional de Energía Atómica (que preside el argentino Rafael De Grossi), que es el estándar mas alto para las salvaguardas nucleares internacionales”. Esa medida le permitiría al organismo que conduce De Grossi a meterse con más injerencia en la construcción de Atucha III, luego de un momento muy incómodo con Estados Unidos. Sus diplomáticos y el secretario de Asuntos Estratégicos argentino, Gustavo Béliz, son señalados por frenar el financiamiento de China para la nueva central nuclear. El 6 de abril estuvieron en Argentina la subsecretaria adjunta de Política de No Proliferación Nuclear, Ann Glezer, que se reunió con el directorio de Nucleoelectrica Argentina, acompañada por Dominic Casino, un agente del FBI. Ambos buscaron presionar a los funcionarios argentinos de que desistan de la compra de un reactor Hualong, fabricado por China. Si lo hacen, quieren ser socios de Argentina en el desarrollo del reactor argentino CAREM, desarrollado por la CONEA. El mensaje de Blinken de esta semana confirma que el tema nuclear sigue siendo una asignatura pendiente para la cumbre de Fernández con Biden. Fue reafirmado luego del encuentro entre Blinken y su par chino Wang Yi. La cita duró cinco horas. Fue parte de un tirante diálogo donde el estadounidense buscó persuadir a China de dejar de apoyar a Rusia. «