El canciller Santiago Cafiero fue uno de los oradores de la décima Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP) que se realiza en Nueva York, en la sede de Naciones Unidas. La cita internacional fue presidida por el embajador argentino, Gustavo Zlauvinen, al frente de esta edición de la revisión del TNP y contó con la presencia de su compatriota Rafael Grossi, que dirige el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), uno de los organismos globales que concentra la mayor atención de los Estados Unidos porque tiene en sus manos la inspección de desarrollos nucleares en todo el mundo. También participó el secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres.

La conferencia no fue una más. En esta oportunidad se realizó cuando la invasión de Rusia en Ucrania lleva seis meses y desató un conflicto bélico que estaba en estado latente desde 2014 por la estrategia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de rodear al gigante euroasiático en la zona de los balcanes. Desde que empezó la guerra cada vez son más fuertes los pronósticos sobre una tercera guerra mundial, un dato que el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, no se privó de mencionar durante la décima edición de la Cumbre de las Américas, que se realizó en Los Ángeles, California, del 6 al 10 de junio.

En la conferencia del TNP participaron embajadores y especialistas nucleares de los 191 países firmantes del tratado, rubirado el 1 de julio de 1968, luego de la crisis de los misiles entre la extinta Unión Soviética y Estados Unidos que casi desembocó en el primer riesgo concreto de una tercera guerra global.

El jefe del Palacio San Martín habló del frágil escenario que atraviesa la comunidad internacional. «El mundo está signado por crecientes tensiones y conflictos que escalaron a niveles que podrían haberse evitado mediante un compromiso mayor con las dinámicas de negociación y paz”, consideró Cafiero.

Con ese preámbulo se preguntó si alcanza con el TNP así como está. “A 50 años de la entrada en vigor del Tratado, con testimonios de avances y retrocesos, ¿es este un instrumento válido en la actualidad? ¿Aún tiene el vigor y la fuerza suficiente?», se preguntó el canciller argentino. «Confiamos en que esta Conferencia constituya una instancia clave para revalidar el rol vital del TNP y renovamos nuestros compromisos con los derechos y obligaciones en materia de desarme, no proliferación y usos pacíficos de la tecnología nuclear», sostuvo el Canciller.

“La invasión de Rusia sobre Ucrania cambió el escenario internacional y altos líderes mundiales comenzaron a hablar de una Tercera Guerra Mundial. Sin embargo, la carrera armamentística ya venía desarrollándose tiempo atrás.  Diferentes estudios internacionales afirman que los gastos venían creciendo desde 2015. Y solamente para el 2020 y 2021, 2 años signados también por la pandemia, se gastaron el récord de 4 billones de dólares”, detalló.

Ahí vino el momento más duro de su advertencia. “Hoy la invasión a Ucrania puede funcionar como una justificación para que países sin armamento nuclear deseen procurarlo. Las preguntas incómodas que debemos hacernos durante estas semanas de trabajo son si estamos a los albores de un nuevo ciclo de carrera armamentística, de proliferación de armas nucleares, si se está por pasar de la tentación al impulso”, dijo.

«Estos claroscuros han sido sistemáticos a lo largo de los años, sólo este enero los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, que en conjunto poseen 12.270 ojivas nucleares sobre un total de 12.705, se manifestaron contra la proliferación de esas armas y afirmaron que no se puede ganar una guerra nuclear y que nunca debe librarse. Sin embargo, en 2021, año donde se luchaba contra el COVID19, esos países destinaron más de US$ 77.000 millones de dólares para modernizar sus arsenales nucleares”, comparó el ministro.

En su exposión Cafiero también habló sobre Malvinas. “Es particularmente importante a la luz de la prolongada e injustificada presencia militar del Reino Unido en el Atlántico Sur, complemento de la usurpación de tierras y mares circundantes de nuestro país, lo que incluye el desplazamiento de submarinos con capacidad de portar armamentos nucleares en esta zona desnuclearizada”. Esa mención fue la previa de otro tema revelador sobre la presencia colonial inglesa en Malvinas.

“Recientemente tomaron estado público documentos desclasificados en los Archivos Nacionales de Londres que prueban que, durante el conflicto del Atlántico Sur de 1982, el Reino Unido envió a la región buques equipados con 31 armas nucleares, lo que representaba en ese entonces el 65% de su stock de bombas nucleares de profundidad. Además de tratarse de una significativa cantidad, la mera presencia de esas armas implicó, no sólo para la Argentina sino para toda la región, un grave riesgo nuclear tanto en términos de contaminación radioactiva, en el Atlántico Sur, como por las catastróficas consecuencias humanitarias asociadas al armamento nuclear”, aseguró Cafiero.