Todos los gobiernos tienen al inicio de sus mandatos un lapso, cuya duración es difícil de determinar, en el que la sociedad está dispuesta a esperar. Es un clima de opinión pública que se logra con una mezcla: la famosa luna de miel, el habitual recurso de culpar a la gestión anterior por los problemas del presente, y la promesa de mejoras en el mediano plazo.
Ese combo discursivo, que el presidente Mauricio Macri ha utilizado a fondo, con especial acento en la demonización del kirchnerismo, le permitió al oficialismo, hasta ahora, generar expectativas positivas en buena parte de la sociedad sobre el futuro de la economía. Dicho al estilo del ex presidente Carlos Menem: «Estamos mal pero vamos bien.»Esta frase a la que en su momento apeló el exmandatario grafica ese clima social que el PRO logró instalar durante estos casi diez meses de su gobierno. Hubo de declaraciones como «lo peor ya pasó», dicha por la vicepresidenta Gabriela Michetti. Hubo promesas de que en el «segundo semestre» todo cmenzaría a cambiar. Hubo economistas de distintas extracciones políticas vaticinando la reactivación de la economía en el corto plazo. Todo esto junto produjo un fenómeno que fue captado por las encuestas. Durante estos meses que pasaron, cuando se preguntaba sobre la situación económica del país, la mayoría de los sondeos mostraron que cerca de 60% contestaba que era mala. Sin embargo, al agregar la repregunta acerca del futuro, más de la mitad sostenía que «pronto mejoraría».
La última encuesta de la consultora Dicen, a la que tuvo acceso Tiempo, muestra un cambio sustancial en este «equilibrio» que había logrado el macrismo. Las expectativas sobre el futuro se desplomaron en el último mes. Desde marzo hasta ahora, según los números de la misma consultora, la visión positiva acerca del futuro de la economía del país oscilaba entre el 40 y el 45% de los consultados. En esta última medición, cerrada el pasado 27 de octubre, esa cifra cayó a 29 puntos. Es decir: casi el 70% cree que la situación del país no mejorará.
La diferencia entre los que afirman que la situación es mala y los que creen que seguirá igual o peor se achicó. El resultado es casi idéntico: el 67%, según Dicen, remarcó en octubre que la economía anda mal y el 70 respondió que no levantará el año que viene. Más tarde o más temprano, este clima, de continuar, impactará sobre la valoración del presidente.
«Lo que está pasando con las expectativas sobre el futuro es lo que podríamos definir como normal», remarcó Hilario Moreno, director de Dicen. «Macri había logrado instalar la paciencia en buena parte de la población. Pero con el paso del tiempo, como la economía no mejora, la visión de lo que vendrá se comienza a acercar a la percepción sobre el presente. Desde el principio de la gestión de Cambiemos hay mucha gente piensa que la situación está mal. El tema es que ahora son muchos también los que piensan que van a estar igual o peor.»
El consultor remarcó también que los recursos discursivos del oficialismo para mejorar las expectativas de la población se van agotando.
«El único modo que el gobierno tiene para remontar esto es que la economía empiece a crecer y la sociedad sienta que mejora o, al menos, que recupera algo de lo que perdió.»
Los climas de opinión pública no son una cuestión lineal. Se analiza, finalmente, a personas. Por ende hay visiones y percepciones que pueden resultar contradictorias.
Una de ellas se observa en los resultados que este mismo sondeo muestra cuando consultó por la imagen del presidente. La valoración personal positiva de Macri sigue en niveles muy aceptables. Mide cerca de 50 puntos, sumando la opción «muy buena» y la «regular buena».
«Hay varias cosas que explican esto remarcó Moreno. Una porción importante de la sociedad es antikirchnerista y no tiene otra opción más que Cambiemos. Ese sector no va a despegarse de Macri tan fácilmente.»
El analista, sin embargo, sostuvo a su vez que «tarde o temprano llegará el desenlace, como en las películas. En algún momento comienzan a confluir las valoraciones. Es decir, la percepción sobre el futuro y sobre el presente, que ya está ocurriendo, la imagen positiva del gobierno y la expresión electoral. En cierto momento todos estos indicadores, hacia arriba o hacia abajo, comienzan a parecerse, pero no es un proceso lineal.» «