No conocí personalmente a Néstor Kirchner. Tuve la oportunidad un día que me llamó a la Rosada para ofrecerme, a través de Miguel Núñez, ser el presidente de ATC. Le dije que no. Quien fuera su vocero me ofreció conocer al presidente, que estaba del otro lado de la puerta y, por una cuestión de timidez, preferí que fuera otro día. Nunca llegó ese día. Nunca le di la mano. Nunca estuve cara a cara. Nunca viví esa experiencia que, algunos me cuentan, era ciertamente muy interesante. Porque, contrariamente a lo que se puede presuponer, era una persona muy proclive a escuchar, a pedir que le hablaran. Me contó Adrián Paenza que, cuando se conocieron, Kirchner le pidió que le hablara, que le contara lo que interesaba, en su caso, las dificultades que atravesaba la ciencia. Para tomar nota de lo que le interesaba a la gente que a él le interesaba.
Sí, por otra parte, tuve una experiencia personal muy fuerte con Kirchner, en un episodio que he relatado con anterioridad en Tiempo Argentino, el de los dos millones de dólares. Fue en febrero de 2010. Vino a concluir una etapa en la que yo creía que había corrupción en el gobierno, como decían los medios de entonces y de ahora. Cuando leí la información me puse muy crítico, hasta que un martes a las 11 de la mañana, me llamó y me ofreció todo tipo de pruebas sobre el destino de ese dinero. Marca cómo y por qué reformulé mi apreciación, no sólo en lo político, donde había buenas y malas. Confronté con ellos por el tema Botnia, cuando permitió la unión de Cablevisión y Multicanal, en diciembre de 2007 y también en cierto sentido por la 125. El ida y vuelta político estaba contaminado por el tema de la corrupción que los medios habían querido incorporar. Pero ese episodio me sirvió muchísimo como mecanismo de defensa: yo había cometido la injusticia de criticarlos y lo de los dos millones me permitió levantar las defensas sobre lo que se decía. Por ejemplo, ahora el tema Skanska volvió a los titulares de los diarios: yo leí mucho sobre el tema ante la responsabilidad que tenía frente al debate que quería establecer con los medios, para no hablar por boca de ganso, que eran, nada menos, los medios dominantes. Hubo un tiempo en que no tenía más remedio que llevarles el apunte porque si bien discrepaba con ellos, no pensaba que eran capaces de trabajar de ese modo para sus intereses. Porque una cosa es la discrepancia ideológica que uno podía tener con La Nación, por caso, pero lo podía leer, era entretenido, era bueno leerlo. Otra cosa es cuando trabaja para un interés directo, económico, comercial. Ni que hablar Clarín.
Pero cuando a fines de 2008 salió lo de Anses, pergeñado por Amado Boudou, en la decisión que terminó con las AFJP, estuve en línea con el gobierno. Y de ahí en más me mantuve, especialmente con temas como la Ley de Medios, también con políticas elogiables como el pago de la deuda y con la de Derechos Humanos que siempre impulsó como nadie en el mundo.
Ese 27 de octubre de 2010 cuando murió, significó uno de los momentos radiales más conmovedores de toda mi vida. Tuvimos la noticia y esperábamos que se confirmara. A partir de ese instante, fue una maratón de voces. Lo que hicimos en la radio en que trabajaba fue abrir el programa y, hasta el cierre, no hacer otra cosa que sacar a quienes lo conocían para que hablaban de él.
Que se cumpla un aniversario justamente hoy tiene una significancia muy particular. Va a ser un factor emocional muy grande, un tributo, un homenaje, si se ratifica el triunfo de Alberto Fernández que todo el mundo espera. La historia, la vida, ciertos milagros que se producen, parecerían querer que Néstor Kirchner reaparezca con más fuerza que nunca en estas elecciones que acontecen el día en que se recuerda su muerte. Su vida reaparece en el kirchnerismo: una metáfora excepcional de los retornos permanentes del peronismo, por lo que ha gravitado en los sectores medios y bajos de la Argentina. Y eso no lo puede quitar ni negar nadie. Desde ningún lado. Aun lo más pérfidos críticos deben reconocer que hablan de la corrupción porque de las políticas públicas no tienen de dónde agarrarse, nada para decir. Y son esas políticas públicas, su recuerdo que obra de antecedente, son las que permiten ahora, posiblemente, que esta elección cuyo resultado sabremos esta noche, pueda marcar esa resurrección y al mismo tiempo un homenaje, un tributo, a la figura de Néstor Kirchner.
Está transcurriendo un día en el cual la sociedad determina que esta vez, el estallido social no se produce en las calles, y no es con la muerte de los más vulnerables que se plasma y ejecuta la protesta. Esta vez el estallido social está ocurriendo en las urnas y cada voto que cae en estos momentos, el pequeño chasquido del sobre al caer encima de los otros, dentro de la urna, cada voto, cada instante, cada segundo de la Argentina, es la formidable patada que la sociedad le aplica al neoliberalismo, una vez más. Mañana empezará el trabajo por evitar la desmemoria que otra vez fue la causante de este drama social que significó el retorno del neoliberalismo.
Lo echamos una vez más.
¿Le vamos a permitir reaparecer para matar de hambre a la gente y que los ricos les roben a los pobres absolutamente todo lo que pueden, como está sucediendo desde hace cuatro años, como sucede hasta hoy? «