El publicista estadounidense Derek Hampton le recomienda a Patricia Bullrich que no se enfoque en su competidor Javier Milei, sino en polarizar todo lo posible con el kirchnerismo. La candidata presidencial de Juntos por el Cambio buscará respetar esa premisa pero no se privará de polemizar con el economista que la corre por derecha todo el tiempo. Así transitará la exministra de Seguridad la meseta que le diagnostican las encuestas en el tercer lugar, en una posición que alarma a los socios de la principal coalición opositora. Están obligados a encolumnarse detrás de Bullrich, pero no disimulan la preocupación que les provoca la posibilidad de quedar afuera de un eventual balotaje. Si sucede, podría implicar una fractura el dilema de votar a favor o en contra del candidato de La Libertad Avanza.
El escenario asoma crítico para JxC y podría tener un atenuante en Chaco. Las elecciones para gobernador de este domingo asoman reñidas para el actual mandatario, Jorge Capitanich, que busca un tercer mandato y retener el control de la provincia en manos del peronismo. Enfrenta al legislador radical Leandro Zdero, que fue el más votado en las PASO de julio, en una visita al cuarto oscuro conmocionada por el femicidio de Cecilia Stryzowski. Los pronósticos hablan de una diferencia muy estrecha entre Capitanich y Zdero que activaría la posibilidad de una segunda vuelta en la provincia para el 8 de octubre, dos semanas antes de las presidenciales. En JxC dudan de una victoria de Zdero ante una posible diferencia de tres o cuatro puntos, pero aseguran que le conviene llegar a una segunda vuelta, aunque pierda con Capitanich. Chaco significa el 3% del padrón nacional, pero es un comicio de alto valor simbólico. JxC pondrá en juego el objetivo de poner en duda el poder del PJ en otra provincia más y apuntalar a Bullrich a nivel nacional, que estará este domingo en Resistencia, la capital provincial.
Tal como sucedió después de las PASO de 2019, cuando Mauricio Macri perdió frente a Alberto Fernández por 18 puntos de desventaja, Bullrich emulará la caravana del «Sí, se puede» que articuló el magnate para remontar la derrota que hirió de muerte sus planes de un segundo mandato. Macri creció ocho puntos al frente del clásico modelo de la caravana proselitista. Buscó complementarla con el credo herido de la big data y el algoritimo de la campaña virtual, pero no le alcanzó. En las generales del 27 de octubre de 2019 perdió por 7,9 por ciento.
La táctica de la peregrinación motorizada quedó en pie y la candidata de JxC la exhumó desde este viernes, a bordo de la «Patoneta», un motor home que la llevará por distintos puntos del país. El objetivo es recuperar el contacto con la calle, pero también con la «mística ganadora» que supo tener hasta las PASO del 13 de agosto, cuando le ganó a su competidor interno, el alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta. Milei arañó el 30% a nivel nacional y se confirmó la gravedad de la fuga de votos por ultraderecha que golpea a JxC. Desde entonces Bullrich no logró retomar el ímpetu que la posicionó como ganadora en la interna de la coalición opositora y todavía no se sabe hasta dónde podrá contener a los votantes de Rodríguez Larreta. Una parte también estaría migrando hacia Milei. En la intimidad estadística del PRO repasan que antes de las PASO, al calor de la pelea con Rodríguez Larreta, Bullrich perdió entre cinco y seis puntos a manos de Milei. Luego de las primarias perdió otros cuatro puntos y fue la pendiente declinante que la dejó en la meseta de los 22 a 24 puntos de los sondeos.
Las dificultades no pasan solamente por el territorio y la necesidad en JxC de encolumnar a los vencidos detrás de los vencedores. También pasa por el rol de Macri. Esta semana buscó disipar la ambigüedad que ha mantenido con Milei desde el resultado de las primarias. Primero lo felicitó, después le acercó recaudadores de campaña y recibió elogios del candidato de ultraderecha. Ante las críticas y las sospechas dijo que está «el servicio» de Bullrich, la ponderó y dijo que era su candidata.
El aporte de Macri aparenta resonante pero tampoco alcanza. «Sirve que Mauricio hable contra Milei, no a favor de Patricia y la elogie. Sólo nos garpa la erosión a Milei. Macri lo sabe y no lo hace», se quejaron en el PRO. La evaluación confirma que siguen en pie las sospechas de un presunto pacto del expresidente con el candidato de ultraderecha. La hipótesis deja de serlo ante los gestos de Macri, que no ha dicho hasta ahora que «hay que ponerle un freno a Milei». La frase refleja la expectativa que tenían sobre Macri y la distancia que hay con el expresidente en esta etapa de la campaña. Bullrich ya no quiere hablar del magnate y tampoco que le pregunten. Mucho menos oculta su añejo malestar con el consultor Jaime Durán Barba, que esta semana pronosticó que quedará tercera en las generales. «Desde las elecciones de 2019 que no tenemos mucha credibilidad de lo que dice Durán Barba. No elegimos trabajar con él por algo. Desde ese momento no le tengo ninguna confianza», retrucó.
Bullrich empezó la caravana este viernes en el Palomar y este sábado estuvo en Bahía Blanca. En esta primera etapa, además de Chaco también visitará Corrientes. Luego seguirá por Córdoba, Santa Fe, Salta, Jujuy, Mendoza, Entre Ríos, San Juan y Tucumán. Buscará hablar del «fin del kirchnerismo», aunque la sombra de Milei la sigue por todos lados.