En la cumbre de los BRICS de agosto pasado en Johannesburgo, Argentina fue invitada a ingresar a ese selecto grupo que inauguraron Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Desde el 1° de enero formaría parte del BRICS 11, junto con Arabia Saudita, Etiopía, Egipto, Emiratos Árabes Unidos e Irán. Las cifras de ese club exclusivo resultan abrumadoras: supone el 42% de la población, 30% del territorio, 23% del Producto Bruto, 18% del comercio y cerca de 80% de las reservas de petróleo del mundo. Por si fuera poco, allí están nuestros tres principales socios comerciales: Brasil, India y China.
Pero los más conspicuos representantes de La Libertad Avanza, desde el presidente electo a su anunciada canciller, usan argumentos de tinte ideológico para quedarse afuera. Ni siquiera el ultraderechista Jair Bolsonaro le dio un portazo a los BRICS y a su paso por el Palacio del Planalto profundizó relaciones con Rusia y China y nombró al presidente por Brasil del Nuevo Banco de Desarrollo, luego reemplazado por Dilma Rousseff.
La estrategia de inserción internacional que se propone Javier Milei la explicitó Diana Mondino ante la Unión Industrial Argentina, en reportajes televisivos y en su cuenta de X, donde suele todavía ser bastante activa. «No ingresaremos a los BRICS», tuiteó el jueves, al cabo del encuentro con los empresarios, donde en ese tono provocador que luce en las redes les sugirió comprar generadores de electricidad para pasar el verano. Su presencia fue la de más alto nivel del futuro oficialismo. Milei nunca, ni en el pico de su campaña electoral, se juntó con los industriales. Si esa no es una señal de lo que se propone…
En realidad si, para un gobierno que promete dolarizar al país, ingresar a los BRICS no tendría mucho sentido, cuando en esa comunidad la onda es ir desdolarizando el comercio por las consecuencias catastróficas de usar la verde moneda. Sin embargo… en política internacional y en la vida en general nunca conviene decir nunca.
El canciller del «general majestuoso» Leopoldo Galtieri, Nicanor Costa Méndez, fue a La Habana para pedir apoyo a Fidel Castro en el marco de la guerra de Malvinas. Gesto desesperado y extemporáneo de una dictadura que creyó que el alineamiento automático y la «ayuda» en la guerra sucia en América Central le daba un cheque en blanco. La Argentina de las relaciones carnales también probó una medicina amarga con los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA.
Pero es interesante desmenuzar los conceptos de Mondino en un reportaje con Esteban Trebucq del viernes: «Hoy los BRICS son una asociación de países que se juntaron y no tienen una carta propiamente dicha (…) tenemos relación comercial con la mayoría de esos países y no hay razón para estar (…) da la sensación de que sería estar alineado políticamente para un lado o para otro (…) No deberías estar alineado, por lo menos no por ahora».
En otra intervención, la economista de UCEMA –la universidad ultraliberal que tiene su origen del tanque de ideas creado en 1978 por Carlos Rodríguez– dijo: «entiendo que fuimos invitados a participar de los BRICS pero no hemos aceptado formalmente. Para ingresar al banco hay que hacer un aporte de capital y la Argentina no está en condiciones de hacerlo».
Hay mil justificativos para decir que no, aunque no para fundamentar racionalmente el rechazo. Pero la única verdad será la realidad. Después de todo, Mondino tuvo que recular ante el gobierno de Lula da Silva y va por ese camino con el de Xi Jinping.