El papa Jorge Mario Bergoglio le envió una carta «los movimientos y organizaciones populares» de su país para asegurar que «tal vez sea el tiempo de pensar en un salario universal» para los trabajadores informales, desocupados y de la economía popular del campo y las ciudades que «han sido excluidos de los beneficios de la globalización». El texto resalta el rol que desempeñan en los esfuerzos para cortar la cadena de transmisión del nuevo coronavirus. Los definió como «un verdadero ejército invisible» que lucha diariamente en las barriadas más pobres de todo el pais, poblada por quienes «viven el día a día sin ningún tipo de garantías legales que los proteja». Son aquellos que «no tienen un salario estable para resistir este momento», en referencia a «las cuarentenas» que «se les hacen insoportables».

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Con ese tono respaldó a los movimientos. Les dijo que son tratados «con desconfianza por superar la mera filantropía a través la organización comunitaria» y por «reclamar por sus derechos, en vez de quedarse resignados esperando a ver si cae alguna migaja de los que detentan el poder económico». El mensaje, al que accedió Tiempo, fue difundido este domingo de pascua, luego de la misa que el pontífice argentino ofició en el Vaticano (16 horas de Roma y 11 de Buenos Aires), en un inusual escenario de soledad para cumplir la cuarentena y el distanciamiento social que rige en toda Europa. No es la primera misa que realiza en absoluta soledad en el corazón de Roma, pero es la de mayor impacto para el credo católico a partir de la crisis global ocasionada por el virus de la covid-19.

Desde el comienzo de la pandemia Bergoglio ha realizado distintas referencias su impacto global. Este domingo fue la primera vez que habla sobre el papel de las organizaciones sociales en el marco de desigualdad estructural global, que se incrementa con la expansión de esta nueva enfermedad. «En estos días de tanta angustia y dificultad, muchos se han referido a la pandemia que sufrimos con metáforas bélicas. Si la lucha contra el (virus) covid-19 es una guerra, ustedes son un verdadero ejército invisible que pelea en las más peligrosas trincheras», escribió el sacerdote nacido en el barrio porteño de Flores, hace 83 años. En la carta sostuvo que son «un ejército sin más arma que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad que reverdece en estos días en los que nadie se salva solo».

En las perspectivas políticas y teológicas del exarzobispo porteño que fue electo papa en marzo de 2013, la centralidad de la iglesia debe estar enfocada en el pueblo pobre que vive en las periferias de las ciudades y del mundo rural, protagonizado por los dos extremos de su fragilidad: los niños y los ancianos. El mensaje enviado desde Roma este domingo sostiene que allí «no llegan las soluciones del mercado y escasea la presencia protectora del Estado», pero las organizaciones «tampoco tienen los recursos para realizar su función».  Aseveró que «muchas veces» no «se los reconoce como es debido porque para este sistema son verdaderamente invisibles».

Con su habitual narrativa epistolar, también buscó hablar del humor social de los sectores populares en medio de la cuarentena. «Muchas veces mastican bronca e impotencia al ver las desigualdades que persisten incluso en momentos donde se acaban todas las excusas para sostener privilegios», les escribió. «Sin embargo, no se encierran en la queja: se arremangan y siguen trabajando por sus familias, por sus barrios, por el bien común. Esta actitud de ustedes me ayuda, cuestiona y enseña mucho», aseguró.

Con ese punto buscó referirse a «las personas, sobre todo mujeres, que multiplican el pan en los comedores comunitarios cocinando con dos cebollas y un paquete de arroz un delicioso guiso para cientos de niños». La alusión, que encierra uno de los ejes simbólicos de las «periferias», incluyó a «los enfermos» y «los ancianos», que «nunca aparecen en los grandes medios». Mucho menos, agregó, «los campesinos y agricultores familiares que siguen labrando para producir alimentos sanos sin destruir la naturaleza, sin acapararlos ni especular con la necesidad del pueblo».

Contexto político de una semana agitada


Doce horas antes de que se conociera el texto enviado desde el Vaticano, el presidente Alberto Fernández grabó un mensaje de apoyo a los movimientos sociales para reconocer su colaboración frente la pandemia. Lo difundió desde su cuenta de twitter con un tono similar al mensaje papal.

La carta es el primer pronunciamiento público de Bergoglio para respaldar a los movimientos sociales locales y sucede en medio del debate sobre la implementación de nuevos impuestos a las grandes fortunas. También es el segundo mensaje que le dedica a la coyuntura de su país de origen en una semana. El primero fue más sutil y fue difundido mediante su cuenta personal de twitter.

Lo envió dos días después del escándalo que se desató en Buenos Aires por las compras, con sobreprecios, de alimentos esenciales que contrató el Ministerio de Desarrollo Social, aunque no llegó a pagarlas. La cartera es conducida por el polítólogo Daniel Arroyo, ex diputado del Frente Renovador, de estrecha relación con el clero y con Bergoglio. «Oremos hoy por la gente que en este tiempo de pandemia hace negocio a costa de los necesitados, se aprovecha de las necesitades de los demás y los “vende”, sostuvo parte del críptico mensaje que ofreció el miércoles pasado en la residencia de Santa Marta y que el aparato de prensa del Vaticano glosó en las redes sociales.

«Pensemos en el “pequeño Judas” que cada uno de nosotros tiene en su interior: todos tenemos la capacidad de elegir entre la lealtad y el interés; todos tenemos la capacidad de traicionar, de vender, de elegir el propio interés. Judas, ¿dónde estás?», se preguntó Bergoglio en un texto que, en Buenos Aires, fue interpretado como un respaldo a Arroyo, que echó al funcionario vinculado a las contrataciones anuladas y originó la renuncia de otros 14.