Roberto Baradel, Robi, es el actor fijo en la novela paritaria de cada verano. Al frente del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (Suteba) desde 2004, lleva la voz cantante del reclamo salarial en la provincia de Buenos Aires, el distrito con más docentes del país. Verborrágico, hábil negociador, eterno futuro candidato, siempre acusado de «politizar» la discusión; hoy blanco del «operativo desgaste» del gobierno en la pulseada por no otorgar una suba que perfore el techo del 18 por ciento.
Tiene 49 años y empezó a militar en el secundario en el Colegio Nacional Luis Piedrabuena de Lanús y siguió en una agrupación peronista -la Felipe Vallese- con la que acompañó la histórica Marcha Blanca de los docentes en 1988. Esa masiva convocatoria desterró los prejuicios que traía de su casa. «Mi viejo, que era obrero metalúrgico, me decía ‘los docentes te miran desde un escalón arriba, no se sienten trabajadores, no hacen paros con la CGT’. Ahí vi que había docentes comprometidos», cuenta Baradel. Esa movilización lo convenció de militar en la docencia.
Empezó a trabajar en 1988 en la Escuela Media 22 de Villa Urbana, en Lomas de Zamora, y en la Escuela Media 1 de Valentín Alsina, en Lanús, como preceptor de alumnos de 4º y 5º año. Ocupó ese cargo por cuatro años, hasta 1991. El de preceptor es el cargo más bajo del escalafón docente. Esta semana, cuestionado en su legitimidad, difundió el analítico de su título docente emitido por el Instituto de Formación Docente y Técnica Nº 49 de Brandsen, que lo habilita a dar clases en línea con su título de base, que es el de abogado.
Se afilió al Suteba apenas empezó a trabajar en la escuela de Lanús. Allí arrancó su carrera gremial, primero como delegado del colegio y después como secretario de Prensa del Suteba Lanús, seccional que años después llegó a conducir. Fue parte del primer grupo que ayunó en la Carpa Blanca que levantó la CTERA en 1997 frente al Congreso Nacional en reclamo de una ley de financiamiento y la derogación de la Ley Federal de Educación; uno de los símbolos más fuertes de la lucha al neoliberalismo menemista.
Antes de llegar a conducir el Suteba Provincia, ocupó varios cargos en el Consejo directivo. En 2004, cuando Hugo Yasky dejó la conducción para asumir como secretario general de la CTERA, Baradel quedó al frente del gremio. Desde entonces encabeza también el Frente Gremial Docente, que nuclea a Suteba, FEB, SADOP, AMET y UDA que, pese a las diferencias internas, se han mantenido unidos en las peleas paritarias desde el gobierno de Felipe Solá. Ese frente sumó ahora a un aliado impensado: el gremio moyanista Udocba. Su titular, Miguel Díaz, fue durante años adversario personal de Baradel. Ahora se unió al Frente en la campaña «Unamos las escuelas» para que ningún docente gane por debajo de la línea de pobreza fijada por el Indec en 13.155 pesos. Vidal lo hizo.
Baradel cumple su tercer mandato frente al Suteba, que tiene 100 mil afiliados sobre los 300 mil docentes que trabajan en la provincia. El 17 de mayo habrá elecciones y buscará renovar el cargo. Tiene nueve seccionales disidentes, enroladas en la izquierda, que lo acusan de arreglar con el gobierno de turno sueldos a la baja. El viernes, sin embargo, todas ratificaron por unanimidad el paro del 6 y 7 y rechazaron por «provocadora» la oferta de Vidal de $ 800 «a cuenta».
En el año electoral, el gobierno le achaca su cercanía al kirchnerismo, dice que quiere conducir una CTA unificada y saltar a la arena política. «Soy el eterno candidato que nunca se presenta», señala. Y se reivindica peronista, no kirchnerista. «El proceso político que encaró el kirchnerismo fue importante para la conquista de derechos. Mucho por lo que peleamos en los ’90 fue posible en los últimos 12 años. Son decisiones que compartimos. Otras no, lo dijimos e hicimos paro», se defiende y recuerda la huelga de 17 días a Daniel Scioli en 2014. En el sciolismo definen a Baradel como «un negociador duro y hábil, pero no irracional, sabe ceder». «El problema es que este gobierno no quiere la paritaria», acota un exministro.
Baradel vivió su peor semana. El miércoles sufrió otra amenaza de muerte hacia sus hijos: fue un rato después que el presidente Mauricio Macri dijera, en el Congreso, que el gremialista «no necesita que lo cuiden». Respondió con una denuncia penal. El viernes sufrió otra intimidación. «Tus hijos están muertos», leyó en un mensaje. «Que Macri hablara de mí fue una irresponsabilidad y una gran torpeza política. Hay límites que no se pasan, como usar lenguaje bélico en el marco de las amenazas. Cruzaron la raya», denuncia. Y considera que con la campaña en su contra «intentan desviar la atención para no discutir sobre el dinero que no ponen en la educación pública». «