El pasado miércoles 5 se cumplieron 60 días del ataque a balazos contra dos jóvenes mujeres militantes de Nuevo Encuentro, que habían asistido a la inauguración de un local partidario en Villa Crespo. La justicia porteña levantó el secreto de sumario y hubo algunos avances en la causa: hay varios sospechosos que esa noche de marzo realizaron llamados de tono violento al número de emergencias 911. Uno de ellos, en especial, llamó en tres oportunidades y dominado por la ira y el odio, soltó: «Es la última vez que se los digo. Si no hacen nada contra estos kirchneristas de mierda voy a bajar y los voy a cagar a tiros.» La frase la dijo un hombre de unos 60 años que vive en el piso 19 de un edificio de la calle Padilla 752, a media cuadra del lugar de los hechos.
El fiscal Pablo Recchini allanó su domicilio, pero hasta el cierre de esta edición no había hallado el arma homicida. Un revólver calibre.32 largo con el que alguien efectuó tres disparos en la oscuridad y el anonimato.
La joven Daiana Soto, de 19 años, estudiante de Derecho, recibió un tiro en el brazo. El casquillo le quedó en la manga de la campera. En sus brazos tenía a su hermana de apenas cuatro años. Aquello pudo haber sido una tragedia. El resto de los casquillos fueron encontrados en la vereda. Pese a ello, la causa sigue caratulada como «averiguación por disparo de arma de fuego» y no «intento de homicidio» como reclama la querella.
La clave está en el resultado de la pericia balística realizada por la Gendarmería Nacional. De confirmarse que los tres balazos provinieron de Padilla al 700, uno de los sospechosos podría ser citado a declaración indagatoria en los próximos días. De todos modos, Sergio Zurano, uno de los abogados querellantes, remarca que «hay un discurso de inusitada violencia política que ciertos medios propagan y que de alguna manera se ve convalidado por un sector de la población que reacciona con un odio incompresible. Tampoco desde la administración Estatal de turno se le pone un límite a esta creciente violencia que va mucho más allá del discurso como se vio en estos cinco meses de gestión.»
El fiscal Recchini delegó casi todo el peso de la instrucción en la Policía Metropolitana, que apenas llegó al lugar no fue recibida de buen ánimo por los militantes de Nuevo Encuentro porque muchos testigos escucharon el sonido de los disparos que cruzaron el discurso de José Cruz María Campagnoli como un rayo de muerte. El mismo tipo de violencia que parece no tener freno de acuerdo a lo que sucedió en La Boca (ver páginas 44 y 45). La causa por el ataque a las chicas militantes tiene 1000 fojas. Por ahora, el final es un misterio.