A cuatro años de encontrarse asilado en la Embajada de Ecuador en Londres, pero limitado por las autoridades británicas que no le permiten ni siquiera asomarse a una terraza de un edificio contiguo para tomar aire, el australiano Julian Assange periodista, programador informático y fundador de WikiLeaks se convirtió esta semana en el eje de una cruzada mundial por su liberación.
En la Argentina, el escenario de la campaña #freeAssange fue la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, donde el viernes por la noche se realizó una teleconferencia en vivo con la representación diplomática de Ecuador en el Reino Unido. Tras hacer un análisis sobre las consecuencias del Brexit (la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea) y exponer pruebas a través de un cable filtrado por WikiLeaks de la relación sumisa que el gobierno del renunciado David Cameron mantiene con la administración de Barack Obama, Assange dedicó varios párrafos a Mauricio Macri y su Gabinete. Todo esto nos lleva a pensar en lo que la Argentina tiene que lidiar. No podemos no pensar que no haya comunicaciones similares entre la Embajada de EE UU en Buenos Aires y Washington con respecto a Macri y sus ministros, deslizó Assange desde Londres, a través de una pantalla gigante, en inglés y con traducción simultánea.
Assange completó su referencia a la Argentina con una mención a la actual canciller, Susana Malcorra, de estrechos vínculos con el Departamento de Estado. Si revisáramos el currículum de la ministra de Relaciones Exteriores de Argentina (por Malcorra) todos podríamos sospechar que esas comunicaciones (entre la embajada estadounidense local y Washington) se registran fuertemente, aseguró, y en el aula de la UBA asintieron y redoblaron la apuesta con ironías.
La actividad en solidaridad con Assange había comenzado con una charla-debate en la que participaron el periodista y editor británico Joseph Farrell (quien integró WikiLeaks); la ex embajadora argentina en Londres, Alicia Castro; la decana de la Facultad de Periodismo de la UNLP, Florencia Saintout; el decano anfitrión, Glenn Postolski, y el periodista especializado Santiago ODonnell, autor de los libros ArgenLeaks y PolitiLeaks, quien exigió que el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) ponga a libre disposición de todo el mundo, sin restricciones, como hizo Assange con WikiLeaks, el material completo de los Panamá Papers.
En el salón de la Facultad de Sociales se pudo ver entre el público al ex titular de la AFI, Oscar Parrilli; al ex titular de Radio y TV Argentina, Tristán Bauer; a la legisladora porteña Gabriela Alegre, junto a periodistas, estudiantes y docentes universitarios.
Al inicio del panel se leyeron tres cartas, enviadas por Estela Carlotto, Adolfo Pérez Esquivel y Raúl Zaffaroni; luego se proyectó un mensaje en video de Adrián Paenza. Antes de iniciarse la videoconferencia, Farrell advirtió que la extradición de Assange exigida por Washington supondría, en caso de concretarse, un castigo ejemplar por haber revelado los crímenes perpetrados en las guerras de Irak y Afganistán, y por evidenciar la crueldad y la arrogancia que exhibe Estados Unidos en el manejo de sus relaciones con el mundo en su propio beneficio, tanto económico como estratégico.
Con la experiencia de haber conversado cuatro veces con Assange en la embajada ecuatoriana, ODonnell recordó el tremendo impacto que tuvo la megafiltración de WikiLeaks para la política argentina. Si no hubiera sido por los cables del Departamento de Estado que nos facilitaran WikiLeaks y Julian (por Assange) no se sabría que el fiscal (Alberto)Nisman trabajaba alineado con el gobierno de EE UU y que le anticipaba todos sus dictámenes, los fallos del juez, que llevaba sus borradores para que la misma embajada los corrigiera, los expandiera y los aprobara o no, subrayó.
ODonnell relacionó esos antecedentes con la decisión de expulsar de los servicios de inteligencia a Jaime Stiuso, hoy repuesto y con poder, quien aparte de otros trabajos sucios para el anterior gobierno llevaba adelante la investigación de la AMIA. También le dedicó un párrafo al santafesino Ricardo Lorenzetti. El presidente de la Corte Suprema visitaba la Embajada de manera más asidua que ningún otro político: pedía viajes gratis, dinero para fundaciones, recordó. En el cierre de la charla, y antes de la comunicación con Londres, la ex embajadora Castro definió a Assange como un héroe de nuevo tipo. Le debemos muchísimo, reconoció entre aplausos.