Es mayo de 1982 en Buenos Aires. El joven cronista internacional Julian Manyon, enviado especial por la televisión inglesa, está rodeado por periodistas de todo el mundo con sus micrófonos. Acaba de ser liberado luego de pasar varias horas desaparecido junto a su equipo, el camarógrafo Ted Adcock y el sonidista Trevor Hunter.
“Lo puedo describir como la experiencia más terrorífica que tuve, en al menos tres ocasiones sentí que mi vida estaba en grave peligro y no sabía cómo iba a terminar”, declaró. Las imágenes fueron trasmitidas por la televisión inglesa en plena guerra de Malvinas y están disponibles en el Archivo Prisma de Radio y Televisión Argentina.
“No tengo pruebas de quienes fueron, sólo sé que fueron profesionales, que realizaron el secuestro como si hubieran hecho varios secuestros en sus vidas. Mantenían contacto radial y se comportaban como si tuvieran relación con las fuerzas de seguridad”, relató Manyon a un medio británico horas después de entrevistarse con el dictador Leopoldo Galtieri.
Los cables
El hecho fue ampliamente tratado en documentos secretos enviados por agentes de la CIA, que forman parte del proyecto Desclasificados, que llevan adelante Abuelas, el CELS y Memoria Abierta.
Apenas un mes antes, en un cable del mes de abril titulado “Planes de contingencia contra la violencia sobre ciudadanos estadounidenses e ingleses”, la inteligencia estadounidense señala que obtuvieron información sobre planes de contingencia del Batallón 601 del Ejército para “desaparecer” ciudadanos estadounidenses si el gobierno de Estados Unidos adopta la posición de Gran Bretaña en la disputa por las Falklands (Malvinas)” y que “equipos del Batallón 601 tomaron posición para estar listos para desaparecer a 500 blancos ingleses cuando comiencen las hostilidades”. El documento señala que pensaban culpar de esos delitos a Montoneros e incluye un comentario: “Desaparecer” no quiere decir meter en la cárcel. Probablemente signifique matar”.
El secuestro de los tres periodistas ingleses ocurrió apenas un mes después. Dos días antes también había sido secuestrado y liberado horas después el periodista estadounidense Christopher Jones, de Metromedia-Canal 5.
En un cable titulado “Investigación informal sobre el secuestro temporal de periodistas extranjeros en Argentina”, se menciona que Galtieri estaba personalmente interesado en la investigación del caso y que los líderes del Ejército, entonces a cargo de Cristino Nicolaides, creían que habían sido realizados por miembros del área de guerra psicológica del Batallón 601.
“Muchas personas en el Batallón 601 conocen los nombres de los secuestradores, pero el “código de honor” no les permite delatar a sus amigos”, señala el documento. “No hay información sobre las razones del secuestro, dentro de la Secretaría de Inteligencia del Ejército creen que lo hicieron porque tenían posturas personales anti-británicas y antiestadounidenses”, comenta el agente y en otro párrafo señala que también se especula con que “podría haber tenido el objetivo de desestabilizar a Galtieri o forzar un quiebre en el diálogo con Gran Bretaña en Naciones Unidas”.
“Galtieri tiene la opción de reconocer que personal u oficiales de la SIE estuvieron involucrados y serán juzgados o decir que fue el trabajo de un grupo de renegados que se separó del servicio durante la “Guerra Sucia” contra el terrorismo o alegar que fue hecho por terroristas que trataban de avergonzar al gobierno”, analiza y concluye: “No hay un intento serio de identificar y castigar a los responsables”.
Unos días después, el 21 de mayo, otro cable de la CIA titulado “Responsabilidad de un grupo paramilitar en el secuestro de periodistas estadounidenses y británicos” señala directamente a Aníbal Gordon, miembro de la SIDE y uno de los jefes del Centro clandestino de detención Automotores Orletti, como el autor de los secuestros. “Los cuatro periodistas habían estado bajo una vigilancia intensa por parte de personal del Batallón 601 antes de ser seleccionados por el grupo de Gordon para ser secuestrados”, añade.
Su relato
Casi 40 años después de su secuestro, Manyon también revisó estos cables y reconstruyó los hechos para su libro “Secuestrado por la Junta”, publicado recientemente en el Reino Unido.
Cuenta allí su reacción cuando leyó el cable y buscó la foto de Aníbal Gordon: “Me encontré propulsado nuevamente a la parte de atrás del Ford Falcon y al campo de Pilar. Sentí una puñalada de reconocimiento y miedo. A través de la niebla del tiempo, sentí que estaba mirando la cara del hombre que vi por última vez cuando aparentemente se preparaba para matarme”.
En su libro relata también cuadro por cuadro los eventos que vivió esos días en Buenos Aires. Todo sucedió al salir de la Cancillería, luego de un fallido intento por entrevistar al canciller Nicanor Costa Méndez. Dos Ford Falcon les cortaron el paso y en apenas segundos los redujeron al grito de “policía” y los metieron en los autos. “Antes de que pudiera hacer un intento real de resistencia, fui propulsado en la parte de atrás del vehículo y presionaron una pistola en mi cabeza”, cuenta el periodista.
“La puerta se cerró y, en un movimiento que me aterró, ataron las manijas de las puertas con cerrojos con unas correas de cuero hechas a medida, lo que hacía virtualmente imposible abrir la puerta de una patada”, añade.
Unas horas después, los tres fueron bajados de los autos en una zona rural de Pilar, provincia de Buenos Aires, y los obligaron sacar todas sus pertenencias y a desnudarse. Uno de sus captores les apuntó con un rifle automático y les dijo que caminaran. Y así lo hicieron, en calzoncillos, por varios segundos, hasta juntar el valor para darse vuelta y comprobar que los autos ya se habían ido.
“En vez de estar tirados en un charco de sangre después de una ejecución, como ocurrían tan frecuentemente en Argentina, estaban parados, casi desnudos, en el campo, en un país en guerra con Gran Bretaña”, escribió.
Tras pedir ayuda en un campo cercano, los llevaron hasta una comisaría, donde los pasó a buscar un auto oficial del ministro del Interior, Alfredo Saint Jean. Al día siguiente fueron recibidos por Galtieri y les manifestó que la Junta no había tenido responsabilidad en lo que les había pasado. Unos días después, los tres periodistas volvieron a Inglaterra por recomendación de las autoridades inglesas.
Desclasificados Malvinas
Abuelas, CELS y Memoria Abierta presentó la Colección Malvinas dentro del Proyecto Desclasificados para facilitar el acceso a documentación histórica a 40 años de la Guerra de Malvinas. “A diferencia de años anteriores en que trabajamos en torno al 24 de marzo, esta vez decidimos elaborar una colección específica en fecha del 40° aniversario del Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de las Malvinas. Ponemos a disposición 133 documentos producidos entre 1976 y 1985 por el Departamento de Estado, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el FBI, el National Archives y el Departamento de Defensa”, señaló Federico Ghelfi, miembro del equipo del Investigación del CELS.
Desclasificados trabaja desde 2019 con un equipo integrado por estudiantes de universidades nacionales, traductorados e instituciones educativas con el objetivo de facilitar el acceso al conjunto más reciente de archivos desclasificados por el gobierno de Estados Unidos sobre la dictadura militar. “Hemos relevado e indexado hasta hoy unos tres mil documentos de seis agencias estatales, entre ellas la CIA y el FBI. Confidenciales o secretos durante tantos años, los documentos desclasificados son un aporte indispensable para el avance de los procesos judiciales y la reconstrucción de la verdad”, añadió Ghelfi.