Cristina Fernández quiere que Sergio Massa sea el candidato del Frente de Todos. Lo dijo en privado, en las reuniones en las que recibió dirigentes que le fueron a pedir que se postule ella, y lo explicitó en público el jueves en La Plata. Sin embargo, las reacciones posteriores de los dirigentes kirchneristas fueron dispares. La puerta abierta que dejó el senador Oscar Parrilli se debe que algunos no aceptan la candidatura del ministro y otros avizoran que, aunque se quiera, no se llega.
Esta semana el acuerdo sellado en agosto pasado entre Cristina y Massa se puso en acción. El titular del Frente Renovador llegó al gobierno en medio de una corrida cambiaria, que se calmó cuando logró que saliera eyectada del cargo su breve antecesora Silvina Batakis. Esta vez, también se mostró como el que puede domar al potro, después dos semanas de subida del dólar ilegal, mercado en donde mueven muy pocos jugadores, pero que arrastró al otro, el de los dólares financieros.
Sin embargo, el ministro, que muestra orgulloso su destreza para frenar la corrida, lo hizo con dos medidas que no son de su caja de herramientas sino de la de Cristina. El martes salió a vender divisas del Banco Central, a pesar que al Fondo no le guste, y la segunda fue el acuerdo con China de esquivar al dólar como moneda del comercio bilateral.
Cristina devolvió gentilezas en su presentación académica, donde ponderó su accionar. Y lo hizo delante de toda la dirigencia y militancia que quiso ir a escucharla. No sólo eso, sino que escenificó en el histórico teatro un encuentro de unidad con dirigentes de todos los sectores del Frente de Todos. Allí mostró unidad política, en medio de los intentos de pulverización del peso.
La alianza entre Cristina y Massa de cara a las elecciones quedó sellada en público. Muestra de eso es que la diputada Mónica Litza, directora de la escuela Políticas Públicas del Frente Renovador Proyectar, estuvo sentada en la mesa de presentación de la Escuela Justicialista Néstor Kirchner.
La diputada señaló a Tiempo que ese espacio de formación funcionará «como usina ideológica para unificar el justicialismo desperdigado». «Hay que cuidar los recursos naturales, a Aerolíneas, la educación pública, porque la oposición dice sin vergüenza que vienen hacer la reforma laboral, entregar los gasoductos y privatizar la educación», marcó.
En el massismo destacan la sintonía que hay entre ambos dirigentes de la cúpula, que hace que la vicepresidenta lo incluya en sus conversaciones y que el ministro la consulte de manera asidua. También advierten que en ese vínculo hay autonomía y libertad, pero con un criterio político acordado de antemano.
Al día siguiente de la clase magistral, Massa salió de su agenda financiera y pasó a mostrarse como el elegido. Logró una foto con los gobernadores Mariano Arcioni de Chubut, Arabela Carreras de Río Negro y Gerardo Zamora de Santiago del Estero, aliado de Cristina. El marco fue la presentación del plan Argentina Irrigada, destinado a combatir la sequía, junto con el presidente Alberto Fernández y el ministro de Obra Pública Gabriel Katopodis. Luego, por la tarde, recibió en el ministerio a empresarios industriales que importan y exportan a Brasil, sector de la economía que tiene contacto con el embajador Daniel Scioli. Y por si no quedaba claro, a la noche, recibió a la gobernadora santacruceña Alicia Kirchner.
Esta segunda semana de la corrida bancaria había empezado con el titular de la UOCRA Gerardo Martínez como vocero de un eventual apoyo sindical al ministro. El miércoles, ese operativo se convirtió en una mesa en el salón Scalabrini Ortiz, del famoso quinto piso del ministerio, a la que se sumaron Andrés Rodríguez de UPCN, Carlos Acuña de los trabajadores de estaciones de servicio, Jorge Sola de trabajadores del seguro, José Luis Lingeri de obras sanitarias, Héctor Daer de sanidad y Armando Cavalieri de comercio.
Además, se sentaron los dirigentes de los movimientos sociales que supieron abrevar en un albertismo no nato, Emilio Pérsico y el Chino Navarro del Movimiento Evita y Daniel Menéndez de Somos Barrios de Pie. «Hasta el viernes Massa se concentró en estabilizar. Y desde el sábado, suma a todos en una mesa de trabajo, empresarios, sindicalistas y movimientos sociales en base al ordenamiento económico», contaron desde la cartera económica.
Quedó fuera de esa mesa el sindicalismo kirchnerista que reúne dirigentes de la CGT y la CTA, los mismo que hace dos semanas fueron al Senado a pedir dos cosas, la candidatura de Cristina y una suma fija, y se fueron con las manos vacías. Uno de ellos fue Omar Plaini, quien este viernes verbalizó aquella negativa de Cristina. «No va a ser candidata, no va a borrar con el codo lo que escribió con la mano», dijo con cierta amargura.
A eso hay que sumarle que Cristina no quiere ser candidata y Massa sí lo quiere. Es por eso que ambos dirigentes se manejan con un pragmatismo impuesto por la crisis, a pesar de que a muchos dirigentes y militantes les cueste asumir el claro aval de su jefa política al ministro, debido a la lejanía ideológica. Sin embargo, la inflación, que por estas dos semanas dejó de ser noticia, tapada por la corrida cambiaria, sigue golpeando los bolsillos de la base electoral del peronismo.
Esa lejanía y el salario devaluado son dos factores mirados de cerca desde el Senado como grandes obstáculos a la eventual candidatura de Massa. Sólo en ese posible escenario perdidoso para el peronismo, que lo puede ubicar en un tercer lugar en las elecciones, con pérdida de bancas legislativas en todo el país, Cristina no descartaría hacer su última jugada. Pero eso se sabrá sobre el filo del cierre de alianzas. Primero dejará correr a su candidato. Por lo pronto, Oscar Parrilli pudo sintetizar esa disyuntiva en una frase: «Eso se verá». «
alfredo vazquez | Socio
1 May 2023 - 20:21
ni en pedo voto a massa ire a votar por kicillof como gobernador y a nadie como presidente.