La estrategia para contener el avance del coronavirus en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) es clara: bajar la movilidad para reducir el número de contagios y garantizar la respuesta del sistema sanitario para todos los que lo requieran. Los fundamentos son igual de contundentes: en la última semana se diagnosticaron 15.773 nuevos casos de Covid-19 y se ocuparon 143 camas adicionales de terapia intensiva con pacientes cursando esa enfermedad. Eso representa en ambos casos un aumento del 39% en sólo siete días. Y ese vertiginoso crecimiento se concentró casi en su totalidad (93%) en el AMBA que, si mantiene esa tendencia, podría ver colapsado su sistema sanitario en menos de un mes. Por eso, las nuevas restricciones afectan a esa zona geográfica, la más densamente poblada del país, y donde a pesar de los esfuerzos el virus sigue expandiéndose.
A poco más de siete meses de que se conociera públicamente la existencia de un nuevo coronavirus en una ciudad china y a tres de que fuera identificada como pandemia, la enfermedad que ya se cobró medio millón de vidas a nivel global sigue generando más dudas que certezas. Entre esas pocas certidumbres, la más concreta es que se trata de un virus muy contagioso con una elevada tasa de letalidad entre los adultos mayores y en personas cuyo sistema inmunológico se encuentre afectado por enfermedades preexistentes.
Ante la falta de vacunas, el único método garantizado para evitar que la letalidad aumente es detectar a los infectados, aislarlos para prevenir la circulación del virus y evaluar su internación para cuidar su salud. El problema se produce cuando la velocidad de contagios pone en riesgo la capacidad del sistema sanitario para dar respuesta. Y la luz de alerta ya se encendió.
Luces de alerta
El porcentaje de positividad indica el número de casos detectados de Covid-19 por cada cien tests realizados. La Organización Mundial de la Salud sugiere que esa tasa debe estar por debajo del 10 por ciento. Según los datos provistos por el Ministerio de Salud de la Nación, uno de cada tres tests realizados el viernes dio positivo (33%). En la Ciudad de Buenos Aires, la tasa fue del 46,3% y en la Provincia del 38,8 por ciento. En todo el resto del país fue del 12,2 por ciento.
Estos indicadores suben, en parte, por la estrategia de búsqueda activa en los lugares donde se detectan brotes. El programa Detectar, que comenzó en los barrios populares del AMBA y sienta los lineamientos para avanzar en ese sentido, ya se extiende en todas las provincias donde se registra circulación comunitaria (Chaco, Chubut, Córdoba, Neuquén y Río Negro).
Pero a pesar de que esa estrategia busca identificar la fuente de contagio, los números muestran que el virus sigue filtrándose por las rendijas. En la última semana, los casos positivos derivados de un contacto estrecho con otra persona infectada aumentaron un 34%, mientras que los que desconocen cómo se contagiaron aumentaron un 43 por ciento. Desde el 17 de junio que en la Argentina son mayoría las personas que contrajeron la enfermedad sin saber con certeza cómo sucedió. Eso muestra la dificultad para aislar a los infectados y evitar que sigan contagiando.
El sistema de salud
Los datos conocidos hasta el momento indican que un 80% de los contagiados atraviesan la enfermedad con síntomas leves o de manera asintomática, un 15% desarrolla neumonía y un 5% corre riesgo vital. Esos porcentajes se transforman en más o menos personas según la cantidad total de infectados. Entonces, a mayor cantidad de contagios, más posibilidad de casos graves. La clave es que el número que requiera atención médica pueda ser absorbido por el sistema de salud. Y ahí es donde aparece el indicador que obsesiona a las autoridades sanitarias: la ocupación de camas de terapia intensiva.
Según el último reporte del Ministerio de Salud de la Nación, la Argentina sumó 3147 camas de terapia intensiva desde el inicio de la pandemia, llevando el número total disponible a 11.668. Eso representa un incremento del 37%, que fue principalmente impulsado por el Estado, que sumó siete de cada diez camas nuevas. A pesar de ello, y aunque la mayoría de las operaciones por otras patologías no urgentes se postergaron, hoy el 53,7% de las camas de terapia del AMBA ya están ocupadas.
Los pacientes Covid representan una de cada diez de esas camas ocupadas, pero el tiempo promedio de ocupación está entre 15 y 20 días. Por ello, cada paciente nuevo que aparezca en ese lapso va quitando recursos disponibles. En la última semana, el número de camas con Covid aumentó un 39 por ciento. De ahí la importancia de frenar ahora.
Otro dato preocupante es el tiempo de duplicación de casos confirmados. El promedio del AMBA calculado ayer por el Ministerio de Salud de la Nación es de 17,09 días. En la Ciudad, la cifra marca 20,89. En el Conurbano, 14,04. Eso quiere decir que en toda la región los casos se duplican antes de que se desocupe una cama de terapia intensiva.
La curva que muestra la evolución de contagios apunta para arriba y preocupa. Todo el arco político con responsabilidades de gobierno acordó una estrategia para aplanarla que implica medidas drásticas. Pero para que funcionen, necesitan el acompañamiento de la población. Los argumentos sanitarios están a la vista