Más cerca de que sea ley. Con 131 votos a favor y 117 en contra y seis abstenciones, la interrupción voluntaria del embarazo consiguió media sanción en Diputados. Las mujeres y personas gestantes en Argentina están más cerca no tener que recurrir más a métodos inseguros o clínicas clandestinas para abortar. Tras 20 horas de debate, el proyecto se votó a las 7.24 de la mañana del viernes. Ahora, entra al Senado y, según confirmaron fuentes oficiales a Tiempo, se tratará el 29 de diciembre.
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La votación marcó una amplia diferencia con su antecesora de 2018, cuando la media sanción de Diputados se logró con 129 votos a favor contra 125 negativos y una abstención. La brecha, tal como se adelantaba durante toda la tarde, fue más grande no porque se sumaran muchas más voluntades a favor sino porque disminuyó el rechazo, tras dos años de constante militancia y las elecciones presidenciales que marcaron un cambio de signo político y llevaron al poder ejecutivo a Alberto Fernández, que prometió garantizar el tratamiento de esta ley, y finalmente mandó este proyecto al Congreso, con su firma.
En tanto, las seis abstenciones fueron de Héctor «Cacho» Bárbaro (Frente de Todos-Misiones), Alfredo Cornejo (UCR-Mendoza), Daniel Ferreyra (Frente de Todos-Jujuy), José Luis Patiño (PRO-CABA), Romina Uhrig (Frente de Todos-Buenos Aires) y Mariana Zuvic (Coalición Cívica-CABA). Las posiciones en contra, representadas algunas por el peronista Eduardo Valdez y Graciela Camaño, sí aclararon que estaban de acuerdo con la despenalización.
El proyecto entró al recinto de Diputados con el visto bueno del Senado. Ese requisito fue clave no solo para que el tratamiento en el recinto de la cámara baja tuviera más contundencia sino también para que, al haber acordado los posibles cambios en el proyecto cuando apenas era un dictamen de comisión, no tuviera que volver a la cámara de origen. De esta manera, el oficialismo podría cumplir su promesa de que el aborto será ley en 2020. Las interlocutoras para destrabar la negociación en la cámara clave fueron cuatro mujeres: la secretaria de Legal y Técnica Vilma Ibarra, la senadora Anabel Fernández Sagasti y la ministra de Mujeres y Diversidad Elizabeth Gómez Alcorta, que siguió desde los balcones todo el debate. En tanto, la presidenta del Senado, Cristina Fernández se reunió con la ministra de Mujeres y Diversidad antes de que se terminen de redactar los dos dictámenes para acordar los puntos principales y de esa manera, obtener más votos en la cámara alta.
Las negociaciones se desarrollaron durante todo el fin de semana largo. Fue entonces cuando Ibarra y Gómez Alcorta se reunieron con diputados y senadores del oficialismo y la oposición. El acuerdo fue incorporar en el dictamen del proyecto la posibilidad de que las clínicas religiosas puedan alegar objeción de conciencia y no realizar la práctica médica, pero sí se estableció la obligación de su traslado sin dilaciones, con el costo por su cuenta. Otro de los cambios que se incorporó es el acompañamiento de algún tutor o tutora afectiva que acompañe a las adolescentes de entre 13 a 16 años al momento de pedir la interrupción voluntaria del embarazo. Con esas dos modificaciones, ya se obtuvo el visto bueno del Senado, la cámara difícil.
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“La decisión del Poder Ejecutivo es clara: que nunca más una mujer o una persona gestante se vea obligada a realizar un aborto clandestino y a poner en riesgo su vida o su salud; pero, a la vez, que ninguna mujer se vea en la situación de tomar la decisión de abortar en virtud de su estado de vulnerabilidad económica o social”, expresó Gómez Alcorta este viernes por la mañana, tras la votación.
En tanto, en la negociación del proyecto de los 1000 días, que da protección económica y social a las mujeres de bajos recursos que sí decidan llevar adelante un embarazo, estuvieron trazando puentes el ministro del Interior Eduardo “Wado” de Pedro, la titular de la Anses Fernanda Raverta y el titular del Registro Nacional de las Personas (Renaper) Santiago Rodríguez.
En el recinto, desde los balcones, estuvieron siguiendo el debate la ministra Gómez Alcorta, junto a Vilma Ibarra y el ministro de Salud Ginés González García, el primer alto funcionario en pronunciarse a favor del derecho al aborto cuando también era ministro de la cartera de Salud, allá en 2007. De esa manera, la presencia de miembros del Poder Ejecutivo marcaba el apoyo institucional del gobierno al proyecto que lleva la firma de Ibarra y del presidente Fernández, cuya asistencia a Diputados fue motivo de especulación durante toda la jornada, pero que al final no sucedió.
Entre los y las invitadas a escuchar el debate en el recinto, además de los tres miembros del Ejecutivo, estuvieron las históricas militantes feministas de la Campaña Nina Brugo (una de las redactoras del proyecto de ley de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito de 2018) y Marta Alanis, de las Católicas por el Derecho a Decidir. También concurrió Carla Vizzotti, la secretaria de Acceso a la Salud, la intendenta de Quilmes Mayra Mendoza y la titular de la Anses Fernanda Raverta, quien también estuvo presente en la cámara contigua ya que se votó la nueva fórmula jubilatoria en el Senado.
El debate comenzó casi puntual el jueves casi al mediodía. Afuera del Congreso, la temperatura adelantaba una jornada caliente. Pero la marea verde ya estaba en la calle. Batucadas, baile, agite, charlas, conferencias de prensa se sucedían a lo largo de las horas. La vigilia fue masiva y sirvió de marco para que los y las diputadas supieran de la necesidad política de uno de los actores políticos más importantes de los últimos tiempos: el movimiento feminista.
Adentro, las alocuciones se sucedían, pero los números de los votos a favor y en contra, a diferencia de 2018, se mantuvieron estables. Siempre se supo que había apenas más de 130 apoyos al proyecto, y que los votos en contra eran bastante menos. La duda estaba en las abstenciones de los disputados que iban a votar en contra y luego fueron neutralizados.
Hubo cambios desde 2018 hasta ahora en la forma de votar de algunos diputados. Sofía Brambilla (PRO-Corrientes), Roxana Reyes (UCR-Santa Cruz), Aída Ayala (UCR-Chaco) habían votado a favor en 2018 y ahora lo hicieron en contra. En tanto, Flavia Morales (Frente de la Concordia-Misiones cambió su voto negativo por uno positivo y Alejandra Vigo (Córdoba Federal) pasó de abstenerse a votar en contra.
En pleno amanecer las últimas diputadas en hablar fueron mujeres. Brenda Austin (UCR) y Silvia Lospennato (PRO), Gabriela Estévez y Gabriela Cerruti del Frente de Todos, todas a favor del derecho. En medio de la madrugada se alteró el orden previsto y Graciela Camaño, que votó a favor de la continuidad de la clandestinidad, se intercaló entre las diputadas cambiemitas y oficialistas.
Brenda Austin recordó a Florentina Gómez Miranda, quien ya a comienzo de la democracia criticaba la cosificación de las mujeres, a las que se equipara con incubadoras. Reconoció a las Socorristas en Red, las Profesionales por el Derecho a Decidir y “en especial a la Campaña”. Recordó a los tratados internacionales a los que suscribió Argentina y pidió “avanzar en el reconocimiento de los derechos de las mujeres en especial el aborto”.
En tanto, Silvia Lospennato destacó que las mujeres lograron “superar la grieta”. “Cada tres horas en argentina una niña es obligada a parir y cinco provincias argentinas no han aprobado la interrupción en caso de violación. Si las mujeres se hubiesen rendido al primer intento, no podríamos administrar patrimonio ni votar. Hace muchos años acordamos como humanidad que el cuerpo de cualquier persona no puede ser voluntad de otro”, enfatizó.
En tanto, la cordobesa Estévez habló sobre las juventudes. «Quiero hablarle a esos pibes y pibas, a elles, son el sujeto histórico de este tiempo. Esos miles de pibes y pibas crecieron en un país donde había muchos derechos que se habían conquistado, tenían acompañamiento de la asignación universal por hijo y por embarazo, crecieron con el acompañamiento del Estado, crecieron con Educación Sexual Integral, casamiento de personas del mismo sexo, con identidad de género, esos pibes y pibes no pueden entender que a esta altura no tengamos interrupción del embarazo. Están esperando que al final puedan llevarse esa media sanción y este proyecto se convierta en ley. Señor Presidente, lo traumático no es el aborto, lo traumático es el miedo es la clandestinidad», sostuvo.
Por su parte, Cerruti marcó un cierre emotivo. “Necesitamos un mundo con menos dobles discursos, con menos secretos. Es en ese lugar donde el patrón va a la misa y a la procesión, donde el patrón viola a la empleada y le paga un aborto».
Y continuó: «Queremos dar el debate, damos la cara, vamos a correr ese telón del secreto y había que hacerlo clandestino y pasa en todos los pueblos y todas las clases sociales». «No discutimos en toda la noche lo que sí deseamos porque cuando un embarazo es no deseado es porque desea otras cosas y el verdadero conflicto está con esas otras cosas que sí desea», destacó.
La lucha por el aborto legal comenzó en el Encuentro Nacional de Mujeres que se celebró en Rosario, allá 2003, cuando por primera vez en la masiva marcha de cierre aparecieron los pañuelos verdes, que luego se convertirían en símbolo de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito creada en 2005. Fue en ese Encuentro en el que se realizó por primera vez el taller de “Estrategias por el derecho al aborto”. Largo camino recorrió el feminismo argentino desde entonces. Sólo falta una última posta, y quizá la más difícil, el Senado de la Nación, cámara donde se concentra el poder institucional más anquilosado. Pero allí también se gritará: será ley.