Antes de regresar a Buenos Aires, el presidente Alberto Fernández se anotó un poroto en Bruselas, durante la tercera cumbre de la Unión Europea y la CELAC. «En cuanto a la cuestión de la soberanía sobre las Islas Malvinas, la UE tomó nota de la posición histórica de la CELAC, basada en la importancia del diálogo y el respeto al derecho internacional en la solución pacífica de controversias», dice la declaración final de la cumbre que tuvo varios tropiezos, algunas dudas sobre su futuro y el primer escarceo de un semestre que podría ser determinante para el acuerdo entre el Mercosur y la UE.
El dato es el más relevante de la gira. La diplomacia argentina consiguió que la UE mencione por primera vez la disputa de soberanía sobre Malvinas en una declaración de este tipo. El punto tiene un alto valor simbólico, con un valor diplomático que se incrementa por la resistencia que puso el Reino Unido para evitarlo. Pero el lobby del Foreign Office es más limitado desde el Brexit. La salida del Reino Unido de la UE lleva tres años. Con la declaración de la cumbre UE-CELAC es la primera vez que la Argentina puede capitalizar el impacto del Brexit sobre Malvinas en el sistema europeo. No fue aluvional sino el resultado de un largo trabajo diplomático. También es la primera oportunidad en la que Londres no logra influenciar una decisión de la UE al respecto.
«A partir de este pronunciamiento el gobierno argentino tiene la expectativa de profundizar el diálogo con la UE en relación con la Cuestión de las Islas Malvinas. Esta declaración conjunta es un nuevo llamamiento de la comunidad internacional al Reino Unido para que se avenga a cumplir con su obligación de reanudar las negociaciones de soberanía con la Argentina”, dijo el canciller Santiago Cafiero para reafirmar la estrategia concentrada en que Londres negocie.
En los temas regionales, Fernández volvió a retomar el hilo de las negociaciones sobre Venezuela, que no han tenido avances desde el año pasado. Esta vez fue junto a su par brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva, el colombiano Gustavo Petro, el francés Emmanuel Macron, el alto representante de la UE para asuntos exteriores Josep Borrel, la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez y el negociador de la oposición Gerardo Blyde. El 11 de noviembre de 2022 hubo un primer encuentro en el Foro de París, con Macron junto a Fernández, Petro, el presidente de la asamblea nacional Jorge Rodríguez y Blyde. En la cita también estaba la canciller de Noruega Anniken Huitfeldt. Dos semanas después se reunieron en México, con el auspicio del presidente Andrés Manuel López Obrador. Esta vez Noruega no fue de la partida, porque ese país fue uno de los impulsores de las negociaciones pero no forma parte de la UE.
El encuentro repasó los objetivos de pactar una fecha de elecciones pero con el levantamiento de las sanciones internacionales contra Venezuela, algo que por ahora aparece imposible a partir de las presiones de Estados Unidos, el principal impulsor de las sanciones económicas. Por esa razón sólo hubo una declaración conjunta firmada por todos los participantes que confirma la ausencia de avances desde el año pasado. Todos «expresaron su solidaridad con los países que acogen a los ciudadanos venezolanos que han abandonado el país, celebraron la firma en México de un acuerdo social entre venezolanos el 26 de noviembre de 2022 e hicieron un llamamiento en favor de su implementación efectiva lo antes posible, en beneficio del pueblo venezolano».
Con esa rúbrica Fernández tuvo una de sus últimas intervenciones en el tema Venezuela. Le quedan cinco meses de mandato y el futuro de ese escenario dependerá en gran parte de los roles que tomen el colombiano Pretto y Lula, que hace 20 días asumió la presidencia temporaria del Mercosur de manos de su amigo Fernández. En ese traspaso hay un hierro caliente: la negociación del bloque comercial con la Unión Europea, luego de dos décadas de negociaciones y una firma inicial durante 2018 que no ha sido ratificada por los parlamentos.
En el marco de la cumbre birregional, los cancilleres del Mercosur tuvieron una reunión con Valdis Dombrovskis, comisario de Comercio de la UE. El exprimer ministro de Letonia escuchó de los cuatro ministros las preocupaciones que ya le habían advertido a la presidenta de la UE, Úrsula Von der Leyen, cuando hizo una breve gira por Brasil, Argentina y Chile. El jefe del Palacio San Martín, Santiago Cafiero, junto a sus pares de Brasil, Mauro Vieira, de Uruguay, Francisco Bustillo, y de Paraguay, Julio César Arriola firmaron un comunicado donde definieron que «un Acuerdo de Asociación con la UE puede apuntar a una nueva generación de negociaciones comerciales, que ofrezca soluciones que funcionen para todos, aprovechando las complementariedades de ambas regiones de manera equilibrada». Fue la fórmula que eligieron para remarcar que hay que seguir negociando porque no hay condiciones para arribar a un acuerdo y mucho menos contar con la aprobación en los parlamentos.
Hay una explicación técnica también. «La UE tardó desde mitad de 2019 hasta fines de febrero de este año para enviar su documento adicional sobre ambiente. Se tomaron casi cuatro años para escribirlo, lo presentaron acá a fines de febrero; Argentina, Uruguay y Paraguay reaccionaron sobre ese documento, y Brasil pidió un poco más de tiempo en el marco de un cambio de gobierno y de perspectiva y desde ese momento están trabajando los textos», apuntó un testigo de la negociación y advirtió que la pelota está en la cancha europea.
El endurecimiento de las exigencias ambientales de la UE es uno de los problemas de la negociación. Si no hay un cambio hay menos chances para productos agrícolas, en un momento donde la UE busca acelerar la exportación industrial. En el medio, la Asamblea Nacional de Francia le ató las manos al presidente Emmanuel Macron. Por una abrumadora mayoría de 281 sobre 51 fue aprobada una resolución para que el gobierno no firme el acuerdo UE- Mercosur y lo suspenda si no se cumplen las exigencias ambientales del Acuerdo de París.
Ya de regreso, una alta fuente resumió el resultado de las negociaciones en Bruselas. «El acuerdo tal como está de 2019 es todo para ellos y nada para nosotros. Y encima ahora le sumaron trabas por el tema ambiental», retrató ante la consulta de Tiempo. Europa no afloja en medio de la guerra en Ucrania y no parece abrir chances de acá a fin de año. «Hay que negociar con todas las cartas en la mesa y teniendo en cuenta los desiquilibrios entre ambos bloques en materia economica y social», insistió, y recordó que la UE tiene una ventaja de 6 puntos del PBI sobre el Mercosur.
Lula quiere cerrar la negociación antes de fin de año pero la foto que dejó Bruselas anticipa que no será fácil. Después de diciembre esa rienda dependerá del próximo inquilino de la Casa Rosada, que deberá sentarse con Lula a definir los pasos a seguir. En el medio todavía falta una elección presidencial en Argentina.