El gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, modula con esa tonada cuyana que los cronistas parlamentarios le escuchan a Adolfo Rodríguez Saá, senador por San Luis. Hoy están algo distanciados. El menor de los dos hermanos Alberto (68 años), que concede esta entrevista tras una visita a la redacción de Tiempo en la que lo acompañó el diputado del Parlasur Gabriel Mariotto confiesa que esa lejanía «le estruja un poco el corazón». El mandatario puntano, entre otras cosas, es un estudioso autodidacta del arte. Por eso toma su celular y saca fotos de algunas reproducciones de las láminas de la colección del artista León Ferrari que se exhiben en las paredes del diario tras un acuerdo con las nietas del pintor. Rodríguez Saá no quiere decir que pretende ser candidato a presidente. Al menos por ahora. Todos sus movimientos, sin embargo, anticipan esa decisión: esta semana su recorrida por localidades de la provincia de Buenos Aires, motorizada tras el ya famoso eslogan de «Hay 2019», incluyó actos en Berisso y Azul.
El mensaje que acuñó «el Alberto» en su proclama de La Pedrera buscaba transmitir esperanza frente al desánimo de los propios y disposición al combate ante la confianza de los rivales. Hoy el panorama cambió bastante. En el marco de crisis financiera que no cede, el peronismo intuye que está llegando su oportunidad. El problema es que, en simultáneo, se irán deteriorando todos los indicadores económicos y sociales. «Macri fracasó. Y lo que estamos viviendo es el cierre de los libros contables del fracaso», sentencia el gobernador, el único que no firmó el Pacto Fiscal promovido por la Casa Rosada. En otro tramo de la entrevista, Rodríguez Saá propone revisar cómo se compone el precio de las tarifas energéticas para sólo cobrar en valor dólar (precio internacional) aquel segmento que es importado: «¿Por qué no hacemos que la parte pesada de la tarifa, en dólares, sea sólo la parte que importamos? La tarifa se reduciría mucho si hacemos eso.»
El eslogan «Hay 2019» es invento suyo. A partir de las dos últimas semanas el escenario cambió mucho. Y esa frase adquiere otra relevancia.
Si pensamos la situación actual, yo la caracterizo como que Macri y el gobierno fracasaron. Su receta era quitarles plata a los pobres y dársela a los amigos de Macri. No era un plan de gobierno, era un plan de negocios. El tarifazo beneficia a sus amigos y que se jodan los pobres. Pero todo eso fracasó. Capaz que haya que repetir la frase famosa de Bill Clinton: «Es la economía, estúpido». Porque fue el propio mercado el que le hace la implosión a Macri. El que le explota en la cara. Macri fracasó. Por eso es que buscan ahora la receta en el Fondo. Este fracaso, toda esta situación, el tema de las tarifas, genera en el peronismo un clima distinto. Esta lucecita ahora hay que agrandarla: que el trabajo en conjunto en Diputados, frente al tarifazo, se extienda a los partidos políticos. Porque el límite se llama Mauricio Macri. Los que estamos en contra de las políticas de este gobierno tenemos que estar juntos.
Macri volvió a convocar a los gobernadores del peronismo, que mantuvieron cierto silencio. No hubo un pronunciamiento del tipo que esperaba. ¿A qué se debe?
Esa reunión fue sólo con algunos gobernadores. Con los que cree que le van a decir que sí. Otros no recibimos ninguna invitación. Nada. Y, sin embargo, los gobernadores que sí fueron invitados aceptaron las reglas de cordialidad de sentarse en una mesa pero no comprometieron una palabra de apoyo al Fondo Monetario o a continuar con esta política. Lo cual no deja de ser bueno.
Desde el gobierno hablan de convocar a un Gran Acuerdo Nacional.
De eso habló Marcos Peña. El Gran Acuerdo Nacional. La sigla GAN, ¿Agustín ? (menciona el nombre de pila del dictador Lanusse, quien convocó a un acuerdo con esa denominación pero excluyendo a Perón, NdR). Yo estoy de acuerdo con que se tiene que invitar a un Gran Acuerdo Nacional. Pero se tiene que invitar a todos los gobernadores, a la CGT, al mundo de la economía, a los senadores, a los diputados y a las fuerzas sociales. Que esté representada toda la Argentina. Y si la convocatoria es para reducir el déficit, estoy de acuerdo. El problema es cómo. Cómo hacerlo sin profundizar la recesión, sin meterles la mano en el bolsillo a los pobres. Sin tocar ni la salud, ni la educación, ni los salarios de los trabajadores, ni los planes sociales.
¿Hasta qué punto la crisis financiera de las últimas tres semanas acelera los tiempos para conformar una unidad opositora que se convierta en una alternativa de poder?
Se están acelerando los tiempos pero los tiempos son los de la República y la democracia. Se aceleran los tiempos para la unidad porque aumenta el grado de conciencia de la gente y porque la práctica oficial de lanzar cortinas de humo ya no tiene efecto, desaparece. Ya no se puede tapar la realidad. Si dividimos a la sociedad en tres el macrismo, el peronismo y los que están dudando porque se habían comido el verso de la grieta, que son quienes no apoyan a Macri pero que al mismo tiempo estaban enojados con la versión Cristina del peronismo- al grupo del medio la realidad también le está corriendo el velo de la verdad. Por más enojados que estén, empiezan a ver que muy probablemente el peronismo les dé la esperanza y la salida.
Ante el acuerdo con el FMI, el gobierno va a construir un mensaje a la oposición de tipo «si no se votan determinadas leyes, como, si no se realizan más recortes en el Estado, no se va a conseguir los 30 mil millones de dólares del Fondo» y los opositores van a ser los responsables.
Ese mensaje funciona en la cultura colonial, en la lógica del tipo «patria o colonia». En la colonia siempre se amenazó de esa manera. Pero definamos algo primero. El FMI está en Washington. A pocas cuadras del Banco Mundial. Y a pocas cuadras del Tesoro de los Estados Unidos. Esas tres entidades tienen una especie de decálogo: el Consenso de Washington. El problema es que aceptar el vademécum del Fondo es renunciar a la soberanía argentina. Luego vendrán las consecuencias. De todas maneras, el Fondo nunca te aprieta de tal manera que tenés que tomar la versión más perversa. Es el propio gobierno el que busca la versión más perversa. Esto que estamos viviendo es como el cierre de los libros contables del fracaso. Están cerrando el fracaso. Y ahora viene la segunda parte: el Fondo le va a decir «esta es la receta». Pero la plata se la van a dar en cuentagotas y viene una veeduría a ver qué está pasando. Esto es lo que va a pasar. No otra cosa.
Elisa Carrió les atribuyó a algunos sectores del peronismo una intención desestabilizadora. Como que no quisieran que Macri termine su mandato.
Nosotros somos peronistas. Perón está preso. Se produce el 17 de octubre. Sale de estar preso. El pueblo se concentra en la Plaza de Mayo. La patria sublevada. Una suerte de insurrección. (Edelmiro, entonces presidente) Farrell le pregunta entonces: «Y, ¿qué hacemos? ¿Qué quiere?». Cualquier líder le diría «correte». ¿Pero qué dijo Perón? «Elecciones». Señora Carrió, somos peronistas. «Elecciones». Nosotros inventamos esa palabra en una situación así. «