Entre 2003 y 2007, la voz de Alberto Fernández se escuchaba literalmente- todos los días en los medios, en el Congreso, en la Casa Rosada. Como jefe de gabinete de Néstor Kirchner, tuvo un protagonismo visible y audible en la relación con los legisladores, en la coordinación con todos los ministros, en el vínculo con los periodistas y con los empresarios de medios. Tras el distanciamiento con Néstor y con Cristina Fernández, el ex funcionario cambió su perfil. Estuvo cerca de Sergio Massa, después intentó promover la candidatura de Florencio Randazzo en una suerte de jefatura de campaña.
Alberto, como lo llaman en el ambiente del peronismo, está de vuelta. Su análisis y su capacidad de articular lo convirtieron en uno de los artífices de este incipiente proyecto por hacer posible la unidad. La semana pasada, a través de una nota en el sitio web Infobae, Fernández reveló que estuvo reunido con la ex presidenta. El ex jefe de gabinete habló de una recomposición del vínculo en lo humano, aunque persistan diferencias políticas sobre el pasado. A Alberto se lo nota entusiasmado en su nuevo rol.
-Cuando se empezó a gestar la Alianza, entre 1998 y 1999, se hablaba de el espíritu de El Molino, porque en esa confitería, frente al Congreso, se habían reunido varios dirigentes del entonces Frepaso y de la UCR para anunciar un acuerdo. Percibían una creciente demanda de la sociedad que les pedía constituir una alternativa política que le ganara al menemismo, aunque al final terminó compitiendo frente al duhaldismo. ¿El peronismo está viviendo su espíritu de El Molino?
-No me va a creer pero cuando estábamos todos a punto de salir al escenario pensé exactamente lo mismo. Me acordé exactamente de lo mismo. Yo creo que, efectivamente, somos un grupo de dirigentes de segunda línea, como fueron aquellos, que estaban preocupados y estaban percibiendo lo que la gente estaba exigiendo. No somos los candidateables hoy en día. Nosotros hemos visto eso y por eso hemos tratado de expresar ese deseo de la gente. Lo pensé mientras estaba por subir. Efectivamente creí en eso.
-¿Cuáles son las dificultades que asoman ante este proceso? Porque, evidentemente, Cambiemos tuvo la habilidad de unir a todo el voto antiperonista, y la gobernabilidad consiste en juntar a los propios y dividir a los opositores. Ellos van a intentar boicotear este proceso, que por ahora es incipiente además.
-Es así. Y por eso nosotros lo que tenemos que tener es la inteligencia para no caer en eso. A nosotros no nos tienen que hacer ceder ni los egocentrismos ni los narcisismos ni las miserias. Y entender que hay una obligación superior, y que esa obligación hay que cumplirla. La gente necesita una propuesta única que junte más votos que los que hoy junta Cambiemos.
-No los une el amor sino el espanto, dice la frase. De todo el espanto que une al peronismo hoy, ¿qué es lo más grave? ¿Qué es lo más urgente?
-Que es un proceso económico que cada día conduce más gente a la miseria. Echar gente a la marginalidad es condenarla a vivir mal, a que sus hijos se conviertan en soldados del delito, y eso sólo es mala vida: para esa gente y para toda la sociedad.
-¿Las condiciones internacionales, que están cambiando, favorecen esta reunificación del peronismo? ¿Y para un gobierno que necesita tanto endeudarse, qué hace al país tan vulnerable, qué consecuencias puede tener este cambio de escenario?
-Es un dato mortal. Es un dato mortal por dos motivos. Primero, por la deuda que tomamos, que complica nuestro escenario, porque suben nuestras tasas (de interés), porque pagamos las tasas que pagamos. Porque el dinero va a estar más caro, básicamente. Y como el dinero es más caro, mucha inversión se vuelve especulativa. Invierte en dinero. Y eso priva a la Argentina de cualquier posibilidad de inversión productiva. Hace dos años que Macri no consigue inversiones productivas. Ahora le va a costar mucho más todavía.