Desde hace algún tiempo, Alberto Fernández está cada vez más lejos del Frente Renovador. Descontento con varias de las posiciones políticas adoptadas en el congreso nacional por el espacio que lidera Sergio Massa, y mucho más por la alianza con Margarita Stolbizer que parece consolidada de cara a las elecciones de octubre, el ex jefe de gabinete de Néstor Kirchner está a un paso de saltar al peronismo orgánico, que hoy se debate en busca de la unidad definitiva, con o sin Cristina como candidata, pero ya sin demasiada discusión sobre el papel preponderante del kirchnerismo.
Fernández ofrece síntomas concretos de sus intenciones cada vez que concede una entrevista. Sus últimos dichos, a la agencia de noticas NA, incluyen desde un abierto elogio de La Cámpora, a la que considera un espacio político con militancia real, que se preocupa por los que menos tienen y que ideológicamente representa los mejores valores del peronismo, pasando por un reconocimiento al liderazgo de Cristina porque está claro es que en la provincia de Buenos Aires tiene un poder de convocatoria que no tienen otros y terminando en una tajante crítica al gobierno: Mi único límite es Mauricio Macri.
Desde el Frente Renovador, mientras el propio Massa lo despegó al considerar que Fernández no habla en nombre de nuestro partido sino que expone sus pensamientos de manera personalista, dirigentes de segunda y tercera línea hacen fila para dejar en claro que «Alberto no forma ni formó parte de nuestros espacios de debate, nuestros congresos, nuestros cargos electorales ni partidarios».
El problema hacia adentro del massismo se agranda cuando detrás de Fernández podrían encolumnarse otros dirigentes peronistas de resonancia en la provincia de Buenos Aires, como Felipe Solá, e inclusive intendentes que, menos conocidos para la gran tribuna, juegan un rol importante en la estructura primaria del Frente Renovador, como el mismísimo jefe comunal de Tigre, Julio Zamora, quien pasó de ser la mano derecha de Massa a estar definitivamente enfrentado con Malena Galmarini en el propio gobierno tigrense.
Por último, quienes consideran a Alberto Fernández con chances concretas de volver al PJ, lo imaginan como candidato principalísimo para ocupar un casillero en las listas porteñas de las próximas elecciones. Por lo pronto, sus heridas con el kirchnerismo fueron cicatrizando por el espanto que le produce el gobierno de Macri y por la indefinición de Massa, que insiste transitar por una avenida tan ancha como sin rumbo cierto.