Se podrá estar de acuerdo o no con las opiniones de Alberto Fernández, pero hay un elemento innegable: su recorrido por la función pública y por distintos planetas de la galaxia peronista le dan un conocimiento especial. Para decirlo de un modo llano, el hombre sabe de política. Desde ese lugar, formula un severo diagnóstico del gobierno de Mauricio Macri. «Es un conservadurismo clásico con discurso amable y pésimo para gestionar», advirtió. Además, convocó a la unidad del peronismo. «Hay que hacer un gran debate sobre qué queremos ser. El kirchnerismo debe participar de esa discusión», subrayó. 

 El ex jefe de Gabinete recibió a Tiempo en el living de su departamento. «En los primeros nueve meses Macri dilapidó el primer año -dijo el ex ministro de Néstor Kirchner-. El primer año es importante. Hay cierta inmunidad para recibir acompañamiento. Es lo que muchos llaman la luna de miel. Y los resultados son definitivamente malos. Lo que más trasciende lógicamente son los errores económicos. Macri había heredado una serie de problemas, pero todo lo que podría considerarse un tema heredado se volvió más grave», juzgó. 

Fernández eligió apuntalar las críticas en otro aspecto de la gestión macrista. «Hay cuestiones institucionales, que los grandes medios callan y son complicadas. Las presiones sobre los jueces siguen igual que antes. Macri se llenó la boca hablando de la independencia de la justicia y tiene gente que se dedica a presionar. Además volvió a hacer secretos los gastos de los servicios de inteligencia. Ese había sido un avance institucional de Cristina. El presidente modificó esas normas y les otorgó grandes montos de dinero para que lo manejen a su antojo», completó. 

 -Hubo un cambio en la política exterior… 

-El desprecio hacia el Mercosur y Latinoamérica y el aprecio por la Alianza del Pacífico, que es algo casi antinatural para la Argentina. El mundo se ha globalizado. Es inevitable. Pero la globalización no te vuelve idiota. Cuando Europa tiene que defender la campiña francesa se olvida de los principios liberales y protege. Nosotros debemos hacer lo mismo. Hay todo un discurso modernizante que no ha servido para nada. Vinieron (Barack) Obama y (Francois) Holande. Se hizo el ‘Davosito’ y detrás no vino un peso. Las inversiones no llegan porque el deterioro económico es grande. 

-No tiene una buena opinión… 

(RisasNo… 

-Volviendo al tema institucional. ¿Hay una persecución política con excusas judiciales a los funcionarios del gobierno anterior? 

-Es un tema complejo, después de lo que pasó con (José) López. Ese hecho (NdR: la aparición del ex secretario de Obras Públicas en un convento con nueve millones de dólares) le produjo un daño incalculable al kirchnerismo. Se han tejido y montado millones de historias. Nadie sabe qué tan ciertas son las cosas. La prédica permanente sobre supuestos hechos de corrupción del gobierno de Cristina le sirve al oficialismo actual. Sin embargo, se exprime tanto el tema que empieza a hacer agua. Lo que pasó con los tambores de efedrina en Ezeiza es una vergüenza que debería haber producido la renuncia de Patricia Bullrich. Ahora, también digo que algunas de las imputaciones a la gestión anterior son atendibles. Sería bueno que los exfuncionarios sean más explícitos a la hora de rechazarlas, que sean más claros y contundentes. No lo son. Ese silencio ayuda a quienes intentan instalar que eso es verdad. 

-A veces parece que lo único que se investiga es lo que pueda dañar a la ex presidenta… 

 -Es cierto que no hay una misma vara. Se escribieron miles de notas sobre los supuestos aportes, a la campaña de 2007 de Cristina, de personas vinculadas al negocio de la efedrina… Resulta que la suma de ese aporte era igual al dinero que tenía (Gabriela) Michetti en su casa, con la diferencia de que en la campaña de 2007 no se recibió dinero en efectivo, así que si alguien había lavado lo había hecho antes. En cambio, en la casa de la vicepresidenta había dinero en efectivo y ella no puede explicar de dónde vino. 

-Una porción importante de la sociedad sigue adhiriendo al gobierno anterior. Sin embargo, un sector de la dirigencia peronista está muy preocupada por separarse del kirchnerismo, como si no le interesara siquiera intentar representar a ese segmento de la población… 

-Hay muchos peronismos. Hay un sector que tomó distancia de Cristina hace varios años, entre ellos yo. Eso no implica negar que Cristina representa a un sector muy importante de la sociedad argentina. Pero tengo diferencias. Después está el peronismo que la acompañó hasta el último día y que de pronto se dio vuelta. Esa es la peor cara del peronismo. La del partido de la oportunidad, en la que todo puede cambiar, la ideología, las alianzas, según los vientos que soplen en cada momento. Los que obedecieron a Cristina sin debatir nada ahora se rasgan las vestiduras. Ellos pretenden escapar del remolino que disparó López. Nada más. Y como todo converso hacen un acto de negación profunda. Lo que el peronismo tiene que discutir es lo que quiere ser. No está claro si lo componen los que fueron a la Marcha de la Resistencia, con una convocatoria poco clara, o (Juan Manuel) Urtubey que promovió la enseñanza religiosa obligatoria en la escuela pública, premiando a los legisladores que votaron contra el matrimonio igualitario. El peronismo necesita un debate profundo. La solución no es discutir con el PRO qué partido es más fashion. El debate es qué intereses queremos representar. Eso es lo que no está en la mesa. Yo quiero discutir con Cristina qué intereses representar. Porque también digo que mentir con el Indec, con la inflación, no sirvió para combatir la pobreza. 

-Al escucharlo se puede sacar la conclusión de que imagina un debate que incluye al kirchnerismo…. 

-Yo soy peronista y ellos son parte de este debate. Por supuesto que sí. Los que no quieren que se siente Cristina a la mesa son los tipos que hasta diciembre del año pasado le rendían pleitesía. Lo que yo pido es que discutamos todo. La obediencia terminó llevando al triunfo de Macri. Yo puedo pensar distinto a (Axel) Kicillof, pero es una persona preparada. No soy de los que piensan que Máximo (Kirchner) es un muchacho que juega a la play, para nada. Tenemos puntos de acuerdo y de desacuerdo. Respeto más a quienes siguen con sus convicciones que a los que se dieron vuelta de golpe. «

Debate renovador

«En el Frente Renovador hay de todo. Los que somos peronistas compartimos la idea» de un debate amplio del PJ, subrayó Fernández. 

–Facundo Moyano cuestionó al massismo por oficialista… 

 –Nunca tuve dudas de que éramos un espacio opositor. Dicen que se acompañó la ley de los holdouts. Esa norma tenía 15 artículos y modificamos 12, entre ellos el que le puso un límite al endeudamiento. ¿Hay que oponerse a todo? No me parece que sea el camino. Macri se enoja más con Massa que con (Héctor) Recalde.