En la mañana del jueves, la Cooperativa de Trabajo Aceitera La Matanza recibió la Disposición de Adecuación Ambiental de la Autoridad de la Cuenca Matanza-Riachuelo (ACUMAR). De esta forma, la empresa recuperada en 2017 tras la quiebra de Agroindustrias Madero SA dejó de ser un agente de contaminación ambiental activo.
Con la presencia de autoridades de ACUMAR, de la Dirección Nacional de Empresas Recuperadas del Ministerio de Desarrollo Social, y de la Secretaría de Producción de La Matanza, se llevó a cabo la entrega de esta distinción en las puertas de la cooperativa.
Tras varios meses de trabajo, y un inmenso compromiso por el cuidado de las aguas, el ambiente, y la calidad de vida de los habitantes del conurbano bonaerense, los trabajadores de la aceitera celebraron la ansiada disposición de la fábrica ubicada en La Tablada.
ACUMAR es un ente autónomo, autárquico e interjurisdiccional, de derecho público, que se encarga del saneamiento de las aguas del Riachuelo. El mismo nació a partir de la exigencia de los vecinos de Villa Inflamable que, mediante una demanda presentada ante la Corte Suprema de Justicia en 2004, solicitaron que se cumpla su derecho a vivir en un ambiente sano. La llamada “Causa Mendoza” fue el puntapié inicial para la construcción de la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo, implementada a través de la ley 26.168 del 2006.
La coordinadora de Vinculación, Lucía Reynoso, y el director de ambiente Bruno de Alto de ACUMAR hablaron con Tiempo y celebraron el poder tener una nueva industria limpia y libre de acción contaminante.
– ¿Cómo vivieron esta nueva jornada de saneamiento ambiental?
Bruno de Alto: la entrega de Disposiciones no es un suceso que lo tomemos como habitual, por las dificultades que representa el alcanzar a ser una industria 0% contaminante. Para ACUMAR y los representantes del Ministerio de Desarrollo Social es muy importante que una empresa recuperada por los trabajadores logre cumplir estos objetivos. En particular, la aceitera es la primera cooperativa de trabajo del conurbano, dedicada a la industria alimenticia, en lograr esta distinción, es un gran logro.
Lucía Reynoso: Fue una jornada maravillosa. Recorrimos la planta junto a los trabajadores de la aceitera y quedamos encantados con la planta de tratamiento. Junto a nosotros estuvo presente una delegación de la Secretaría de Producción de La Matanza, Eduardo “Vasco” Murúa -titular de la Dirección de Empresas Recuperadas de Desarrollo Social- y representantes de otras 10 cooperativas. Fue muy grato verlos ahí porque eso nos dio el pie para motivar a los que están transitando el mismo proceso de adecuación ambiental. Nos parecía importante que el resto de los compañeros pudieran escuchar la experiencia de los trabajadores del aceite, que fue absolutamente ejemplar. El mérito es completamente de ellos.
– ¿Cuál era la situación de la empresa al momento que fue declarada agente de contaminación?
LR: La cooperativa heredó de la patronal anterior un parámetro de Demanda Bioquímica de Oxígeno (DBO) de más de 6000 puntos, superando ampliamente el mínimo habilitado de ACUMAR que es de 200. A pesar de esto, los trabajadores se pusieron al hombro el compromiso de reducir las emisiones y realizaron todos los cambios y mejoras necesarios para revertir su situación. Su intromisión en el tema fue tal que ahora se convirtieron en docentes auxiliares de la cátedra que estudia este nicho en la Facultad de Ingeniería de La Plata.
– ¿Cómo es el proceso para que a una cooperativa se le entregue la Disposición de Adecuación Ambiental?
LR: el primer paso es que previamente haya sido declarada agente contaminante. Una vez que la empresa fue informada de su situación. Con el acompañamiento de ACUMAR y de los gobiernos locales se les dan los conocimientos necesarios para que comiencen el proceso de reversión. Tras ser informados, deben presentar un plan de adecuación en donde deben explicar detalladamente qué manera van a combatir los causales por los cuales fueron declarados bajo este rótulo. Una vez finalizado este paso, se pacta un plazo que ronda entre los 3 y 12 meses para completar la adecuación. Durante ese plazo, se pactan informes mensuales para monitorear los avances hasta que se llega a los parámetros deseados.
– En el caso puntual de la aceitera, ¿qué cambios debieron hacer?
LR: Ellos debieron fabricar una planta de tratamiento desde cero y adecuar todos sus procesos productivos para que la fábrica logre cumplir con los estándares que el ente pide. Después de varios meses de trabajo y mucha colaboración entre las partes, se logró cumplir a la perfección con lo pactado.
– ¿Cuáles son los próximos pasos?
BDA: por el momento, hay cuatro cooperativas que están trabajando intensamente para ser adecuadas y otras cuatro que están armando sus planes para comenzar con el proceso. Estos cambios requieren del esfuerzo de muchos trabajadores pero, en compañía con el Ministerio de Desarrollo y la ayuda técnica otros organismos como ACUMAR, queda a la vista que es una ejecución posible.