Ya nadie lo discute. Al menos no se lo discute cuando se conversa en confianza, entre cuatro paredes y sin esa necesidad –propia de todo político– de decir lo que espera el auditorio. Lo que nadie objeta es que si el espacio nacional-popular quiere poner sobre la cancha la alternativa de poder más competitiva para enfrentar a Cambiemos en una elección, que será difícil, esa construcción tiene que girar en torno a dos nombres: el primero de ellos es, por supuesto, Cristina Fernández. Pero el segundo, imprescindible para expresar a todo el arco pan-peronista, porque representa a otro sector del universo social asociado al PJ y porque tiene «votos propios», es Sergio Tomás Massa. Lo que se está tanteando, para decirlo más crudamente, es que el Frente Patriótico -o como se termine llamando la coalición opositora– presente una boleta en Nación y en la Provincia de Buenos Aires que contenga los nombres de CFK y de Massa. La alternativa que muchos imaginan como la más deseable es que para la gobernación bonaerense la fórmula finalmente sea Massa-Verónica Magario y que, para la Presidencia, se postule Cristina con el acompañamiento de un gobernador en ejercicio, quien aportaría a la estrategia de poder opositora el cupo de pejotismo territorial del interior.
Para conocedores, analistas y dirigentes del peronismo de la PBA, la dupla Massa-Magario sería la más plural, la más potente y la más eficaz para enfrentar con serias chances a una candidata bien posicionada y con mucho apoyo del sistema de medios, léase, María Eugenia Vidal. En los equipos técnicos que están trabajando en los círculos concéntricos de CFK –profesionales que reportan al Instituto Patria, a La Cámpora o directamente a la senadora– detectaron que Vidal logra retener la adhesión de muchos exvotantes del macrismo que están muy descontentos con Mauricio Macri y con la gestión nacional. Ese diferencial entre una (eventual) performance de Vidal, respecto a los números que reúne el propio Macri, está en torno a los 6 puntos porcentuales. Una cifra nada desdeñable en una elección nacional que promete ser cerrada y peliaguda.
En el peronismo los resultados que ofrecen los estudios sobre Vidal y Macri llevan a una conclusión bastante generalizada. Que sólo con una fórmula bonaerense potente y abarcativa se podría vencer a Vidal y sucederla en La Plata. Aunque las chances de un desdoblamiento parecen haberse caído en la última semana, en el Frente Patriótico igual cobra fuerza la seguridad de que la elección, más allá de la catástrofe cotidiana de la economía, no está definida ni mucho menos. Enfrente estará un oficialismo que gobierna los tres distritos más grandes (Nación, PBA y CABA), que tiene el apoyo de la mayor parte de los medios, como de los polos de poder internacional, y que parece dispuesto a lo que sea para retener el poder. Un ejemplo de eso es el anuncio de cambios en los procedimientos de conteo y transmisión de datos para el escrutinio provisorio.
Al tanto de todos estos entretelones, Cristina está enviando señales sobre la intención de sumar a Massa a la estrategia general del Frente Patriótico.
Circula un dato entre todos estos actores. Marcos Peña transmitió su intención de que la elección presidencial se realizará el mismo día que la elección local de todas las provincias en las que gobierne Cambiemos. Lo planteó en la reunión que tuvo con los gobernadores Gerardo Morales (Jujuy) y Alfredo Cornejo (Mendoza), más el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
En el espacio nac-pop siguen estas novedades al detalle, mientras Cristina delega en sus interlocutores de más confianza la tarea de terminar de convencer a Massa. Quien asumió ese rol con mayor convicción y eficacia es el exjefe de Gabinete, Alberto Fernández. No es una tarea que le resulte ajena. Fernández fue, en los tiempos lejanos del gobierno provisional de Eduardo Duhalde, uno de los negociadores que acercó a Néstor Kirchner, en un acuerdo que terminó siendo clave para el inicio del ciclo kirchnerista.
Para el acuerdo de Massa con CFK parece haber –al menos por ahora– un requisito imprescindible. Al menos según los deseos del propio Massa. El exintendente de Tigre considera que la única forma de acercarse a Cristina, y que ese movimiento sea visto como lógico y creíble por sus votantes históricos, es que sea el resultado final de una gran PASO en la que CFK compita como precandidata presidencial y venza a sus rivales internos. Ante una Cristina vencedora, revalidada en las urnas tras poner bajo consideración su figura en la primaria opositora, Massa no tendría objeciones –tampoco excusas– para dirigirse a sus votantes y pedirles que acompañen la estrategia general de la oposición, con CFK al frente del binomio presidencial. Esto es lo que viene transmitiendo, por ejemplo, uno de los principales interlocutores de Massa ,que ocupa una banca en la Cámara de Diputados. Es un diputado del Frente Renovador que conoce mucho La Plata.
Si prospera el tanteo entre CFK y Massa, sin duda habrá heridos. Algunos advierten que si eso sucediera Felipe Solá, Daniel Arroyo o Martín Insaurralde podrían perder espacio: sea de protagonismo personal como eventuales candidaturas. En lo que no hay duda es que un polo de poder que reúna a Cristina y a su exjefe de Gabinete respondería a una de las más viejas enseñanzas de Perón: no perder la vocación de poder y hacer todo lo que sea necesario, y más, para alcanzarlo. O para recuperarlo. «