Qué puede explicar poner los nombres de Salvador Allende y Donald Trump juntos a la cabeza de un análisis. Centralmente destacar las diferencias de los personajes y el significado de septiembre en la vida política de sus países y el mundo.
Allende fue un socialista y un demócrata que hizo de su vida política como decía el poeta Pablo Neruda: una línea recta de puntos sin desviación alguna. Trump es un antisocialista fanático y autócrata. Solo está frenado por la institucionalidad norteamericana, acostumbrado a engañar diariamente al pueblo y al mudo.
Septiembre es un mes trágico para Estados Unidos y Chile. El 11 de septiembre del 2001 New York fue atacado por el terrorismo islamista fanático. El 11 de septiembre de 1973 el Chile democrático era asaltado por una pandilla militar y civil fascista y fanática, impulsada desde Wshington por Henry Kissinger y Richard Nixon, miembros de un gobierno republicano que siempre violó la ley y la ética en la política nacional e internacional.
Allende tuvo un programa de gobierno que presentó a su pueblo en la campaña electoral. Incluía la creación de una economía mixta, impulsar de un estado de bienestar y la atención prioritaria del de la salud pública.
Esos objetivos han mostrado en esta época marcada por el Covid su necesidad para el mundo como expresión de racionalidad y eficiencia aliando al mercado y al estado para construir economías eficientes en sociedades más justas. La praxis política de Allende fue inspiradora de renovaciones en la izquierda mundial como el pacto histórico planteado por Berlinguer en Italia y el eurocomunismo impulsado en Francia, Italia y España.
En el siglo 21 Allende habría saludado y apoyado la actitud de Cristina Kirchner defendiéndose de los jueces manipulados por Mauricio Macri para desprestigiarla. Y luego volver al poder democráticamente electa como vicepresidenta. Igualmente habría apoyado apasionadamente la actitud de Lula enfrentando la pseudo justicia de Aldo Moro que lo encarceló más de 500 días. Ahora liberado por la Corte Suprema Lula se dispone a encabezar la lucha electoral pacífica del Partido de los Trabajadores.
Allende habría rechazado el golpe de estado en Bolivia. No habría aceptado que en nombre de la transformación de la sociedad se haya impulsado una Constitución de Montecristi y un Códgo Integral Penal que violan en materia penal la doctrina internacional de los derechos humanos, como ocurre en Ecuador desde 2005.
Allende fue un socialista democrático. Su vida y muerte no tienen fisuras. Cada septiembre lo recuerda el mundo democrático y en él su sobrina Isabel Allende.
Trump es un anti socialista autoritario, cuya sobrina, Mary Trump, psicóloga clínica, difunde este septiembre un libro en el cual califica a su tío de un peligro para el mundo.
Sus grandes socios están entre los más ricos de Estados Unidos y favorece permanentemente sus intereses, junto a los de su hija y yerno. En el mundo sus grandes aliados son los extremistas de Israel y los corruptos de las monarquías árabes.
Joe Biden, rival electoral de Trump, no solo tiene el compromiso de combatir la pandemia y hacer menos injusta a la sociedad norteamericana. También propone terminar con la racista persecución a migrantes, respetar la autodeterminación de los pueblos latinoamericanos, combatir el cambio climático, fortalecer el multilateralismo con la ONU. Propone impulsar una política internacional que termine con las herencias de la Guerra Fría y mejore las condiciones de seguridad nuclear para mejorar las condiciones de seguridad en la arena internacional.
El 3 de Noviembre Estados Unidos tiene elecciones trascendentales.
Aunque la geografía y la historia de Chile y Estados Unidos son distantes y diferentes, al igual que sus grados de riqueza nacional y desarrollo, le haría bien a los electores norteamericanos y a los miembros del decisivo colegio electoral escuchar el último mensaje de Allende el 11 de Septiembre: “Que se abran las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.